Varios jóvenes practicando Bieryoga, en una sala del centro de Berlín
Varios jóvenes practicando Bieryoga, en una sala del centro de Berlín - ABC

Bieryoga, el ejercicio de moda en Berlín

La combinación de cerveza y práctica espiritual se ha convertido en el último grito del culto al bienestar entre los jóvenes alemanes

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Una esterilla, ropa cómoda y un par de botellas de cerveza. Ese es el equipamiento básico necesario para practicar el último grito del culto al bienestar en Alemania, el Bieryoga. El nombre de la disciplina contiene ya sus fundamentos. Bier significa en alemán cerveza y yoga es el sucedáneo occidental posmoderno de la milenaria disciplina hindú. La combinación de ambas devociones consiste en ejercitar las posturas más rudimentarias de yoga ayudándose con la botella y añadiendo, al final de cada una de ellas, un generoso trago del brebaje. El objetivo es «liberar la mente para beber la cerveza con el alma». Si los tragos son lo suficientemente abundantes, la disciplina garantiza relajación, despreocupación y disposición a la risa.

El foco desde el que se expande en Berlín esta nueva disciplina es la Kurturbrauerei, un edificio de estilo hanseático que originalmente fue una bodega de cerveza y que hoy acoge numerosas actividades culturales.

Profesores especialmente formados, como Jhula, imparten clases para las que no son necesarios conocimientos previos de yoga, pero en las que sí resulta positivo haber tenido contactos anteriores con el consumo de cerveza, para que los efectos no sean demasiado acentuados.

Los alumnos de Jhula, muy disciplinados al principio de la clase y bastante más sueltos a medida que van cayendo las botellas de cerveza, aseguran que los efectos del Bieryoga sobre su estado de ánimo son evidentes. «Para mí ha supuesto la superación de un dilema interno que durante mucho tiempo me tuvo bloqueado. Cada viernes por la noche tenía que decidirme entre ir a la sesión de yoga o a tomar unas cervezas con los colegas. Ahora ya no tengo que elegir y eso está mejorando mi salud», bromea Jorgen, un estudiante de Derecho de 23 años.

«Permanecemos de pie, con la espalda recta; levantad lentamente la pierna izquierda apoyando la planta del pie sobre la cara interna del muslo. Ahora empinad el codo en un ángulo de 30 grados, hasta que la botella quede a la altura de los labios», dice la cadenciosa voz de la monitora. Jhula no acepta ni media broma sobre la seriedad de su clase. «No es ningún chiste. Sencillamente, combinamos la filosofía del yoga con los beneficios de la alegría de beber cerveza, pero lo hacemos con gran profesionalidad», defiende, y justifica con la ley en la mano que la práctica de esta filosofía esté reservada a mayores de 16 años.

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