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Bale se lamenta, mientras los azulgrana celebran la victoria - Reuters
Barcelona-Real Madrid

Perdona el Madrid y hace más líder al Barça

Los azulgranas, con un gol de Luis Suárez, se afianzan en la primera plaza al superar en el Camp Nou a un rival con colmillo de leche (2-1)

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No es lo de los buenos tiempos y se notó. Empezó empujando al Madrid, que con excesiva docilidad se replegó y entregó el balón. Alguna internada de Iniesta y la ventaja de abrir mucho el campo con Neymar y Messi, pero poco más. No es ya ese equipo rítmico que dominaba el juego por completo. Su gran recurso ayer fue el balón largo a Suárez, que causó problemas a Ramos. [En directo, Barcelona-Real Madrid]

El Barcelona, con todo, se adelantó con un remate de Mathieu tras saque de Messi. En los córneres, Luis Enrique se mete en el banquillo y Unzué es el que da las órdenes. Así teatralizan el trabajo específico.

A partir del gol el partido fue cambiando.

El Madrid no tuvo otra que venirse arriba, cierto es que con prudencia. El margen derecho del equipo se fue imponiendo. Muy bien Pepe, incisivos Bale y Carvajal y espectacular Modric, que parecía el caballo del picador presionando a Rakitic, el banderillero y hasta el torero. Fue ganando el centro del campo. Marcelo controlaba a Messi y además se iba al ataque. Algo de campanazo tuvo su ruleta en el minuto 36.

El Madrid empezó a presionar y jugar con personalidad, muy incisivo. No se escondió Ronaldo y entre todos destacó Benzema, que se llevó a la defensa de calle con sus controles y su redistribución del juego en última línea.

El ataque del Madrid es como la nariz de Owen Wilson. En un lugar se estrecha (con una pendiente derecha) y se abre luego como una porra roma. Ese raro punto del Madrid es Benzema, que regaló el gol a Cristiano con una dejada de tacón. En la jugada anterior, Neymar había fallado, pasmado en el área, la posibilidad del 2-0.

El gol del Madrid, originado por Modric, resumía las virtudes de su ataque. Modric es la mitad de la organización de Ancelotti. Su andamiaje era Modric y lo mejor del equipo es el eje Pepe-Modric-Benzema. Isco y sobre todo Bale compactaron el centro del campo madridista. Un equipo sin excepciones ayer, sin insumisos. En el Barcelona fue triste ver las dificultades de Mascherano y Rakitic para controlar el juego. Lo que hacen es más previsible que el ballet de José Luis Moreno.

El Madrid acabó empujando en la segunda parte. Un latigazo de Cristiano, ocasiones claras de Bale y hasta un gol anulado. Todo lo organizaba Benzema, el jugador con mayor visión dentro del campo.

La sensación de debilidad del Barcelona en esos minutos fue reveladora. En el Madrid, ya dominador de la pelota, se empezó a calibrar el efecto de Modric sobre el juego. Desde Pepe hasta Bale, el juego del Madrid cobra sentido y se hace serio, duro, con el croata. Por unos momentos se entrevió el fútbol de hace unos meses.

La segunda parte empezó con una clara ocasión de Benzema. Empezaba a perdonar el Madrid. Detrás de Mascherano estaba el salón de los pasos perdidos. Por ahí entraba y salía Benzema con una facilidad asombrosa. Movimientos y soltura de cinco que mezcla con cosas de nueve. Pero anoche era más bien un centrocampista de claridad asombrosa. Cono de luz proyecta sobre todo el juego el francés.

Messi estaba demasiado aislado en la banda y el centro del campo era del Madrid completamente. También la pelota. Pero si decimos que el ataque del Madrid es la nariz de Wilson es porque esta en chata al final. En su riqueza insólita de rasgos acaba, sin embargo, chata; y así el Madrid.

Pudo rematar, no lo hizo, y un balón largo de Alves a Suárez acabó en gol. Era el único recurso que le quedaba a un flojo Barcelona. Pero un nueve dentado es un nueve dentado. Le ganó a Ramos claramente.

Con 2-1 el público apretó. Tras el inesperado gol, tenía que sostener al equipo. El Barça, replegado, con más ardor, iba a contragolpear. Neymar y no Messi apareció en esos minutos. Hizo un contragolpe de costa a costa, que terminó con un tiro alto. La gente se crispaba porque no remataba las diagonales, pero el ataque era él y demostró una enorme personalidad para asumir el juego.

Messi estaba mundializado hasta que en el 27 hizo una contra que parecía el chispazo eléctrico de un cable suelto en la tormenta. Luego le dio un gol a Neymar, que tampoco. Esto era ya como en los combates a muerte de las películas, donde se van perdonando la vida sucesivamente en beneficio de la intriga.

Cuando se repuso, el Madrid subió la presión. Ahí estaba el chollo. Pero ya no volvió a recuperar el control del partido y además ya estaba Messi haciendo de las suyas. Perdonó Neymar y Casillas le sacó dos veces a Alba el tercero. ¿La agonía del gol average? La última épica imaginable.

Salió Varane por prudencia (más) y Revulsivo-Jesé. Los cambios del Madrid son como el segundo bis en un concierto de Perales. Messi se fue directo a presionar a Kroos y ahí se vio que el Barcelona no se iba a dejar empatar.

En el minuto 90 aún tenía imaginación Benzema para intentar un diabólico pase al hueco que nunca llegó. En esa jugada había algo extraordinario, muy bueno y muy malo al tiempo. Bale acabó jugando a pierna cambiada.

Al Madrid le falló al inicio la voluntad de tener el partido, el instinto cuando el Barcelona estaba muerto y los detalles. En los detalles está el demonio, dicen. En los detalles también están el dogmatismo y la obsesión.

No hay una mente obsesiva detrás del juego del Madrid. Y a estas alturas, sin egos enfermos no se va a ningún lado.

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