Los jugadores del Real Madrid celebran el gol de Benzema
Los jugadores del Real Madrid celebran el gol de Benzema - efe
Liga bbva | jornada 4

Un Real Madrid menor sufre para ganar al Granada

El equipo de Benitez se impone a un buen Gránada que protestó la anulación de un gol. Orden, esfuerzo y poco brillo en un Madrid que acabó con muchos cambios en el once.

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Real Madrid190Granada

Los cambios y rotaciones redimensionan al Madrid. Es el Madrid de Lucas Vázquez. Él y Cheryshev parecían en la segunda parte los Mario Bros, mono y llave inglesa, pero más lentos que en el videojuego. Al Madrid ya no le pueden venir con la murga de los currelantes, con misticismos vallecanos ni con romanticismos cholos: una banda Lucas-Carvajal es andamio puro. Sólo les falta cantar por Antonio Molina. Hay runners en el Retiro con la zancada más elegante.

[Así hemos narrado el partido]

El unocerismo ibérico, esforzado y menor, muy menor del Madrid de Benítez se estrenó ayer en el Bernabéu.

Un Madrid que acabó con jugadores terrenales e incluso comarcales ante un Granada fino. Un Madrid con casco y bocadillo bajo el brazo (canapés de mortadela, ¡por fin!).

Un Madrid fiable.

El partido llegaba tras la asamblea, donde pusieron unos atriles que hacían imposible ver a los compromisarios bajitos. En el palco estaba el niño sirio. Ese niño que es todos los niños sirios. El deporte va a volcar en él todo su infinita capacidad para hacer el bien de un modo gratuito y testimonial. Si hubo una caridad berlanguiana («Plácido»), quizás haya ahora un humanitarismo con ramalazo berlanguiano.

Benítez optó por Lucas Vázquez de titular. Bien hecho. El espectador observaba encantado de inicio sus aplicados movimientos. Isco en su mejor sitio, por la izquierda, resultó muchas veces insustancial, fútbol de juguete la mayor parte del tiempo.

Mientras la banda derecha blanca desarrollaba su fútbol chiquitajo, el Granada empezó a «crecer» (que se dice en el argot) por la suya. Por momentos parecía «El Pionono Mecánico». Excelentes Khrin, Rochina y las llegadas de Success.

Ya tuvieron una clara ocasión en el minuto siete entrando por allí.

Viendo el racionamiento, Benzema comenzó a bajar, a descolgarse como un espeleólogo en una gruta. Caía alguna ráfaga esporádica de aplauso asambleario: por ejemplo, cuando Varane cortaba con solvencia.

Al cuarto de hora el Madrid empezó a necesitar un café. Enorme bajada de tensión, aunque siguiera llegando. En el 18’, un robo en el centro permitió una conducción de Isco: abrió a Cristiano a un lado y luego no llegó Benzema. Esta jugada la hemos visto ya estas semanas. Es una contra central a partir del robo inmediato de la pareja de medios. Un movimiento que se va mecanizando.

Es uno de los afluentes del Madrid, el otro son las bandas, tapadas ayer; el tercero es Modric, sus pases lejanos a la delantera. Hubo un par de jugadas así, una de las cuales, en el 30’, acabó con disparo del propio Modric.

Al Granada ya le habían anulado un gol legal. Venía de un fuera de juego previo que no pareció serlo.

Pero es que el Granada tenía la pelota, y el Madrid esperaba y lanzaba unas contras paticortas. Si las lanzaba. Porque hubo una en la que pitaron a Isco por dormirse en las mil vueltas sobre su propio eje, su rotación personal de planetoide bonito.

Lucas Vázquez, emocionante en el aprovechamiento de su zancada mínima, tuvo una ocasión tras rechace genuflexo del portero a chut de Cristiano; luego hubo una llegada en la que demostró una indecisión de conejo.

Hacía ya mucho calor. El sol pegaba en la grada como en un pueblo blanco de Cádiz. Los piperos (piperos kafkianos) se iban transformando en girasoles.

Tuvo un par Success sin éxito (perdón por el chiste) y en otra tuvo que atajar un rapidísimo Navas.

La seguridad de Keylor

Benítez intentaba desatascar la salida de la pelota a voces. Le decia a Benzema que bajara y se echara a una banda. ¿Tienen efectos esas indicaciones puramente personales en la banda? ¿Se arregla el conjunto con un movimiento individual? El Madrid necesitaba la pelota, potencia, brío y un poquito de aceite en la rueda dentada. Acabó la primera parte atolondrado, nervioso, acomplejado ante el Pionono Mecánico.

En la segunda parte controló más la posesión y no dejó de llegar, pero a una frecuencia menor de la habitual. Era una frecuencia correcta de equipo mediano. Cada cinco o siete minutos, una llegada trabajosa.

Success tuvo una buena ocasión tras tacón de El Arabi, instantes antes de que el Madrid marcara: Benzema remató el pase de Isco desde la izquierda. Ese centro vale tres puntos. Benítez le tiene que poner un alambique a la calidad de Isco para filtrarla en puntos.

El Arabi tuvo otra ocasión tras dejar a varios madridistas en el área. Paró Keylor, que se ha agrandado.

El Granada se fue acabando con Success, que fue al banquillo; y el Madrid se convirtió en un Madrid operario, menestral. Se puso el mono azul: Kovacic, Casemiro para hacer sus necesarias ñapas, y hasta Cheryshev.

Las llegadas eran penosísimas, y contras hubo solamente cuando Modric vio el pase para el delantero. Apoyaba Benzema regenerando tejidos con sus toques y el Madrid fue sujetando un partido de un modo esforzado y se diría que nuevo.

Era el Madrid de Lucas, de Lucas Vázquez, pequeño, bajito y humilde. Nada de un portaviones del que salíeran contras relampagueantes. Nada de toques constantes y diálogos como de seminario de filosofía. No, un Madrid currante al que ni llegaban ni llegaba, al que le costaba trabajo sacar la pelota jugada (dos broncas recibieron Vázquez y Cheryshev por su incapacidad, desmontando el mito de que se respeta el esfuerzo).

Durante ese tramo, el árbitro pareció ser algo compensatorio, sancionando con prudencia alguna falta reiterada del Granada.

El Madrid acabó distinto. Transformado en otra cosa. El equipo era Cristiano y lejos de él un montón de jugadores bajitos y proletarios. Gente normal. Casi otros García. Eran un tenor italiano al borde del escenario y lejos de él, al fondo, desentendido, un coro intentando seguir las instrucciones que en una banda le daba el director. Ni rastro de la BBC y su omnipotencia Marvel. Más asteroides que estrellas y algún planeta oscuro. Goterones de sudor. La puerta a cero (aunque el árbitro...). Rigor táctico. Dos líneas juntas. ¿No quisimos esto? Pues caldo para el invierno.

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