Kroos saca el carácter y sufre la cuarta amonestación

El Real Madrid regresaba a San Mamés con el recuerdo de la expulsión de Cristiano Ronaldo hace un año y con el sabor amargo del empate a un gol que vivió en el remozado estadio del Athletic. Carlo Ancelotti volvía a Bilbao con esa manifestación de su mano floja ganadora de tres Champions y unas críticas que fueron contestadas por la conjura de sus jugadores, que demostraron su apoyo al técnico en un semana difícil.

El italiano solo realizó un cambio respecto al once que no pasó de la igualada frente al Villarreal, Illarra, en detrimento de Lucas Silva. Y el guipuzcoano estuvo mal, en su tono gris natural, sin fuerza, sin genio. Jugó sin alma, como la generalidad del conjunto blanco.

En verdad, solo Kroos y Pepe demostraron el espíritu que exige el Madrid. A ellos se añadió la lucha de Carvajal. Y poco más.

En un equipo apagado, el alemán sacó el carácter. Recibió una patada en el pecho, no señalada por Undiano, y en la siguiente jugada entró con fuerza para cortar un balón y sufrió una amonestación. Es la cuarta tarjeta amarilla, por lo que no disputará la próxima jornada, frente al Levante en el Bernabéu, con el fin de estar en el Camp Nou el día 22.

El ejemplo de Toni Kroos solo fue seguido por Pepe, que mandó desde atrás, gritó y pidió a la defensa adelantar metros. Pero sus compañeros no le obedecieron. Varane y Marcelo no se atrevieron. Tuvieron miedo de la contra local.

El ardor de Kroos se contagió al resto del equipo en los minutos finales del primer tiempo. Había que reaccionar y sacar las uñas si se quería puntuar en la jaula de los leones.

La exigencia de Ancelotti en el descanso fue rotunda. O se combatía cuerpo a cuerpo y se buscaba mostrar la calidad o se perdía el liderato. Pepe fue el hombre que pidió entrega hasta el fin A Kroos no hacía falta decírselo.