«El niño de El Puerto», Joaquín Sánchez, arrasa con el estreno de su nueva serie

Los que lo conocen desde pequeño aseguran que era «un niño travieso» y que pasaba más horas en la calle que en casa frente a los libros. «Qué malo era en el colegio», cuenta el portuense. Aunque más que de calle, fue más de plaza. De plazoleta. En concreto, de la Plaza de la Zarzuela, en El Puerto de Santa María. Allí mismo se ha grabado parte de la primera entrega de 'La penúltima y me voy', donde sus vecinos han hablado muy bien de él y se han alegrado de volver a verle pasear por la tierra que le vio crecer.

Adoraba a su madre y en declaraciones en la nueva serie ha contado que estuvo tomando el pecho de su progenitora hasta que cumplió seis años. «Con esa edad me escondía para hacerlo porque me daba vergüenza», ha contado.

De su infancia también ha recordado que nació con un defecto en uno de sus testículos. Los médicos le recomendaron tomar el sol con todo el cuerpo cubierto excepto el testículo que necesitaba tratamiento. «Tenía que pasar 20 minutos con el huevo fuera», ha asegurado.

Y de su padre también ha hablado. «Ha trabajado de todo para sacarnos adelante. Ha luchado para que sus hijos tuvieran un buen futuro«, cuenta. El bético ha confesado también que la ilusión de su padre siempre fue tener un hijo futbolista. Y así fue. Aunque su hermano Ricardo también tuviera papeletas para despuntar en el deporte del balón. «Siempre se dice eso de si vieras jugar al hermano... en este caso es verdad. Yo he visto jugar a Ricardo y era un espectáculo«, afirmó Joaquín rotundo. Sin embargo, todos reconocieron en el documental que el bético era más »vistoso«. No se olvidó, por supuesto, de recordar el apoyo y la ayuda de su tío, quien falleció, y ha rememorado emocionado.

Con El Puerto como set de rodaje, Joaquín ha conseguido que la tele le vuelva a decir «quédate», aunque en el fútbol para él todavía haya espacio. Porque en palabras del centrocampista, «siempre es la penúltima». ¿Penúltima temporada, quizás?