DÍA MUNDIAL DEL AGUA

Agua potable: Las asignaturas pendientes

El agua que bebemos depende de la red de distribución y saneamiento. La factura se queda corta para mantenerla adecuadamente

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Cada vez que nos lavamos las manos, un gesto cotidiano que repetimos varias veces al día, utilizamos la nada despreciable cantidad de 10 litros agua. A estas alturas la mayoría ya estamos concienciados de que en el lavado de manos, el cepillado de dientes o la ducha diaria hay que cerrar el grifo mientras nos enjabonamos. Sin embargo, tal vez no seamos tan conscientes de que cada vez que abrimos un grifo hay una labor importante que pasa desapercibida, y que hace posible que nuestros hogares, a diferencia de lo que ocurre en otros muchos lugares del planeta, estén abastecidos de agua. De igual forma, cada vez que vaciamos el lavabo o la cisterna, el agua usada sigue caminos que necesitan también instalaciones y mantenimiento.

«Uno de los problemas básicos es que damos por hecho que tenemos magníficos servicios de abastecimiento de agua que nos resuelven el día a día. Aunque el agua es vital, su precio es barato y no le damos importancia a cómo llega a nuestras casas o cómo se elimina la sobrante», explica Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS). Para hacernos una idea, una familia gasta al año en «agua» solo un 0,8 por ciento de su presupuesto. Apenas nada si se compara con el gasto en vivienda (27,2%), alimentación (13,6) o actividades triviales como comidas fuera de casa (8,2), ocio, cultura y espectáculos (5,9). También el teléfono o la electricidad van muy por delante de la factura del agua.

Cifras astronómicas

Con esa factura han de mantenerse aspectos tan importantes como la depuración del agua que bebemos, el control de su calidad y el saneamiento de la que desechamos una vez utilizada. Además, la red de tuberías y el alcantarillado han de mantenerse en buen estado. Y hay que acometer infraestructuras nuevas. Y todo esto ha de hacerse para los casi 8.200 municipios de nuestro país. Multiplicado, el abastecimiento de agua potable supone nada menos que 160.000 kilómetros de tuberías. Para ponerlo en magnitud, nuestro planeta tiene 12.742 kilómetros de diámetro y 40.000 de circunferencia, lo que significa que un país como el nuestro tiene una red de suministro de agua 4 veces superior a la circunferencia terrestre. Una gran red que hay que mantener para evitar fugas, algo fundamental en un líquido tan preciado y escaso como el agua. La red de alcantarillado no se queda a la zaga. La cifra vuelve a ser la equivalente a tres veces el perímetro de la Tierra. Pasándolo a cifras más asequibles, cada español toca a 3,3 metros de tuberías de distribución y 2,2 de alcantarillado.

Infraestructuras envejecidas

Con la factura del agua no alcanza para mantenerlo todo en perfecto estado, sobre todo si se tiene en cuenta su antigüedad, destaca Morcillo: «En saneamiento está diagnosticado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente un déficit de obra nueva, fundamentalmente en depuradoras en municipios pequeños, y hay que hacer un esfuerzo importante para resolverlo. Otro aspecto básico es el alcantarillado. Es una infraestructura muy robusta, que funciona por gravedad, por tanto aparentemente no requiere mucha labor. Sin embargo, cada vez se va sofisticando más y es más necesario hacer limpiezas preventivas y acciones de mejora. Pero en una infraestructura tan poco visible, esas labores pasan al último lugar de la lista de prioridades. Ahora tenemos una red envejecida, lo que significa que tendremos más problemas en poco tiempo, como roturas, filtraciones hacia el subsuelo o filtraciones desde el subsuelo, que aumentan caudales de depuración», advierte.

Conservación

Desde la Asociación Española de Empresas de Tecnologías del Agua (Asagua), llegan quejas parecidas y destacan como principales problemas la falta de inversiones en infraestructuras y conservación, las deudas de las Administraciones públicas y la ausencia de una normativa global que permita el desarrollo del ciclo urbano del agua para satisfacer las demandas sociales sin consecuencias para el medio ambiente.

Un 15 % del agua se vierte sin depurar. Aunque no afecta a los municipios que se abastecen cerca porque se toman las medidas oportunas, el medio ambiente sí se ve comprometido. En España hemos tenido el inicio de expedientes sancionadores por parte de la Unión Europea por incumplir los plazos establecidos en pequeños municipios. Y también por la falta de una depuración avanzada en zonas sensibles. «La contaminación viene de elementos naturales procedentes de usos habituales, como detergentes, que siguen conteniendo fósforo. Nosotros mismos, a través de nuestros excrementos, somos productores de fósforo y nitrógeno. En la naturaleza estos elementos favorecen el crecimiento de fauna y flora, lo que en principio no es negativo, pero en el agua originan crecimientos excesivos que dan lugar a la eutrofización de lagos», apunta Morcillo.

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