La transhumancia

Está amenazada por la tendencia a producir más en detrimento de la calidad

La transhumancia BARCA

Javier Hidalgo

Las migraciones de los animales silvestres están motivadas fundamentalmente por la disponibilidad de alimento y de hábitats adecuados para la reproducción así como la necesidad de adaptar ésta a los picos de productividad natural en las diferentes latitudes y estaciones del año, factores fuertemente relacionados con el clima. Así, el abejaruco, a título de ejemplo, pasa la temporada de cría y saca adelante a su familia en la primavera y verano mediterráneos y, llegado el otoño, se marcha a África, donde no le faltarán durante el invierno europeo las abejas y las avispas que constituyen la base de su dieta.

Desde que el hombre domesticó los primeros équidos, óvidos y bóvidos , el traslado de sus ganados, en busca de los mejores pastos y los climas adecuados, ha sido una actividad continua, homóloga en buena medida de los desplazamientos de las especies salvajes. Nuestra piel de toro está surcada por una red de vías pecuarias, caminos de ganados que suelen mantener una trayectoria norte-sur, por donde transitan aquellos entre los pastos de invierno-primavera, en tierras bajas de la mitad sur de España, y los de verano de la mitad norte, en terrenos montañosos generalmente. A veces los movimientos son muy locales, como de los valles a las montañas adyacentes y viceversa, o entre los prados serranos y las rastrojeras.

Llega junio y el enigmático reloj biológico pone en marcha a piaras de ovejas, cabras y vacas, acompañadas frecuentemente por caballos. Han pasado el invierno y la primavera en dehesas extremeñas, andaluzas y manchegas y ahora, cuando los pastos se agostan en la región meridional, viajan hacia el verde veraniego de las sierras castellanas, leonesas y cántabras, para permanecer allí, aprovechando la hierba del verano, hasta que el frío les induce a volver a las tierras bajas en el otoño.

Es la transhumancia, el traslado tradicional del ganado entre pastos de invierno y pastos de verano .

Aunque cada vez en menor escala, esta actividad ganadera se sigue realizando. Los animales, conducidos por sus propietarios, caminan a veces durante semanas a lo largo de cañadas, veredas y cordeles . En el recorrido encuentran pastos para su sustento diario, así como abrevaderos y extensiones adecuadas para pernoctar en medio del campo. El objetivo del ganadero es que no pierdan un kilo de peso durante el viaje.

En otro tiempo, el poderoso Concejo de la Mesta , creado por el Rey Alfonso X el Sabio en 1273 y desaparecido en el siglo XIX, administró y cuidó estos caminos públicos que hoy se encuentran con frecuencia mermados, invadidos por construcciones, utilizados como basureros, usurpados por la actividad agrícola.

Presenciar el paso de ovejas y vacas por algunos puntos señalados de su recorrido, como la travesía de algunos pueblos o la coronación de puertos como el del Pico (en la sierra de Gredos) a través de su calzada romana, constituye un espectáculo cargado de tradición . Van dirigidas por experimentados vaqueros y pastores, a pie y a caballo, miembros de familias ganaderas que durante generaciones han guiado el recorrido de sus animales. Son largos días de viaje pues el ganado progresa muy lentamente, con frecuentes paradas para pastar y beber en la vereda. Los que van a su cuidado acampan y comen en el camino, a base de menús característicos y asociados a esta actividad, en los que no falta la carne producida por los propios animales ni los vinos locales. Acompañarlos es una experiencia única que ayuda a comprender y amar la vida en el campo, hoy en día tan denostada y olvidada. Yo procuro hacerlo cada año, viajando con la piara de vacas avileñas de Alonso Álvarez de Toledo, Marqués de Villanueva de Valdueza, quien las pone en el camino entre Alburquerque (Badajoz) y Piedrahíta (Ávila) en su permanente intento por preservar los valores y la continuidad de esta tradición.

La transhumancia ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial en 2017. Los problemas a los que hoy se enfrenta su versión original comienzan con el generalizado abandono del campo por parte de sus habitantes y la fractura del relevo generacional entre los que la practican. Y siguen con la extendida tendencia a producir más en detrimento de la calidad. Resulta más rentable la estabulación de los animales que mantenerlos en régimen extensivo en prados, marismas y dehesas.

La ilegal alteración y usurpación de las vías pecuarias , mencionadas antes, son consecuencia de la reducción de esta práctica ganadera.

Publicado en ABC el viernes 1 de junio de 2018

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