Rojas-Briales, en la Albufera, un espacio con gran biodiversidad, muy vinculado a la actividad humana
Rojas-Briales, en la Albufera, un espacio con gran biodiversidad, muy vinculado a la actividad humana - Mikel Ponce

Eduardo Rojas-Briales: «Muchos espacios naturales son una creación humana»

El nuevo decano de los Ingenieros de Montes no puede evitar mirar el monte con un criterio profesional, aunque le cautivan las puestas de sol

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Eduardo Rojas-Briales (Valencia, 1962) acaba de ser elegido decano del Colegio de Ingenieros de Montes. No duda en escoger la Albufera como el sitio de su recreo. «Es el parque natural más próximo a Valencia y lo disfruto a diario. Es también el primer espacio natural protegido que se creó en la Comunidad Valenciana, en 1986, y el más emblemático. La paella surge de esos arrozales», explica. Además, cuenta con otro «valor añadido»: «Cuando se ha intentado considerar este lugar como parque nacional, es obvio que no encaja. Y esto debería servir de revulsivo intelectual interesante para destacar que hay espacios con gran biodiversidad, como la Albufera, que están muy vinculados a la actividad humana», resalta.

Y es que este paisaje, inmortalizado en la novela «Cañas y barro», de Vicente Blasco Ibáñez en 1978, surge de la lucha del hombre por ganarle la partida al mar, como explica Rojas-Briales: «Debería ser un lago salado.

Sin embargo, para transformarlo en un espacio cultivable, se establecieron compuertas para que no entrara el agua marina. Y eso ha generado un espacio único, muy singular, porque estas zonas suelen ser saladas. Puede haber mucha biodiversidad en un espacio donde el ser humano interactúa desde hace cientos de años, como éste. Muchos paisajes que hoy consideramos naturales, en realidad han sido modelados por la acción del hombre».

Sostiene que tenemos una visión de los parques nacionales un tanto alejada de la realidad, importada del modelo americano, con grandes espacios vírgenes, una idea que también considera cuestionable, en el Viejo Continente, al menos: «Quizá tenemos una visión de los parques de Estados Unidos como espacios vírgenes que no se adapta a Europa. Nos han trasladado, con la figura del oso Yogui, una idea que tampoco es real, porque en Yelowstone los indígenas utilizaban el fuego para hacer el entorno más habitable para ellos. Lo utilizaron como estrategia de gestión, quemando pequeñas zonas para evitar que se produjeran fuegos incontrolables. Así creaban un paisaje en mosaico con una pluralidad de condiciones que no cargaba mucho el ecosistema de combustible y le hacía más resiliente. Además, ese paisaje que modelaron, favorecía una gran biodiversidad y permitía una mayor densidad de búfalos, de cuya caza vivían».

Y es que los primeros pobladores de territorios que hoy

«El ser humano ha controlado siempre el paisaje a través del fuego»

consideramos vírgenes eran en realidad selvicultores que utilizaban el fuego en su provecho. «El ser humano ha controlado siempre el paisaje a través del fuego». Sin embargo, señala, después llegó la moda de no actuar: «Tanto en Estados Unidos como en Australia, los colonizadores expulsaron a los aborígenes y cada vez hay más problemas con los incendios, porque ya no hay paisajes en mosaicos, más relisientes al fuego».

Hablando de fuego, y ante la proximidad del verano, es obligado preguntarle cómo se presenta la campaña. «Es difícil de decir. La vegetación mediterránea cargada de humedad es menos combustible. Y cuanto más se alargue este periodo sin calor, más se acorta el verano. Pero hay una franja de España donde no ha llovido prácticamente desde hace cuatro años, de Castellón hasta Almería. Aquí pinta peor. Sin embargo, el noroeste es por donde ardemos, hay problemas ligados a la ganadería. En Galicia, la Administración forestal ha hecho un buen trabajo al analizar por parroquias y época del año y se han visto zonas tranquilas y otras muy conflictivas, que permite hacer trabajos focalizados. Fuera de esta zona, el problema de los incendios no es especialmente grave».

Mirada experta

Reconoce que en sus salidas al campo la visión que predomina es la del experto, que le lleva a estar pendiente de detalles que puedan alertar sobre problemas: «Las salidas al campo me permiten conectar con todo el ciclo de las estaciones, el no perder el norte, viendo la luz que hay y la inclinación del sol se puede saber la hora. Suelo interpretar el estado de la vegetación de acuerdo con la meteorología de las últimas semanas...»

¿Y disfrutar de la naturaleza? «A lo mejor lo disfruta más el profano, porque no considera tantos elementos. Es cierto que se respira mejor, se escuchan sonidos diferentes a los de la ciudad..., pero tengo un cierto sesgo, te fijas en detalles que a los neófitos les encanta que les cuentes. La capacidad de verlo en su conjunto es más para el profano. Igual que le pasa a un experto en arte cuando ve un cuadro. El neófito mira si le gusta o no en su conjunto y disfruta más. El profesional se queda en los detalles», admite.

Pese a todo, hay escenas que sobrecogen incluso la mirada experta: «Las puestas de sol suelen ser espectaculares. Hay algunos lugares muy especiales, por ejemplo en las Islas Baleares y el Pirineo». Su vocación orientada a la naturaleza llegó en la adolescencia. «Siempre me interesó la meteorología, hacer rutas, salir al campo, incluso con los mapas tan malos que había entonces... Cuando tenía 15 años, en el 77 se publicó "Los bosques españoles", de Francisco Ortuño y Andrés Ceballos. El libro estaba muy bien en cuanto a información y de alguna manera me inclinó hacia la carrera forestal, aunque no había antecedentes en la familia», recuerda.

Después se formó como ingeniero de Montes por la Universidad de Friburgo, en Alemania, y obtuvo el doctorado por la Politécnica de Madrid. En 2010 fue elegido director forestal de la FAO. Ha sido también del Collaborative Partnership on Forests (2010-15) y copresidente de ONU-REDD (2014), una iniciativa para reducir las emisiones de la deforestación y la degradación de bosques en países en desarrollo.

El nuevo decano de los Ingenieros de Montes quierecentrarse en tres funciones básicas: «Conseguir que la profesión asegure a la sociedad la preservación, restauración y uso sostenible de los recursos naturales de la forma más eficaz y justa posible; hacer hincapié en los beneficios que esos recursos aportan a la sociedad, y defender un marco social, económico e institucional adecuado y equitativo para la viabilidad de los recursos naturales». Aboga por ser realistas y aprovechar al máximo esos recursos: «En España, dos tercios de las renovables provienen del bosque, de la madera y la biomasa. Sin embargo, no reciben atención alguna. No se puede dejar de prestar atención a las renovables, ni dar un frenazo, como se ha hecho, cuando estábamos avanzando».

Respecto al cambio climático, huye de puntos de vista «cuaresmáticos, de flagelación de cuaresma. Contribuimos todos con nuestra forma de vida y flagelarte no lleva a nada. Hay que ver cómo le damos la vuelta, porque empieza a ser preocupante. Pasada la época de negación, hay que plantearse una alternativa renovable al modelo de combustibles fósiles, que agotaremos, y en el que el petróleo está distribuido en países conflictivos. Será interesante sobre todo para Europa».

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