COP24

Katowice, la cumbre de las diferencias

Financiación, transición justa y diferencias entre países, escollos a limar en los acuerdos ministeriales

Katowice, la cumbre de las diferencias ABC

D. Moreno

Con temperaturas máximas de cero grados y mínimas de menos cinco se cierra hoy la Cumbre del Clima (COP24) en Katowice , localidad polaca en la que durante doce días se han podido vivir las altas temperaturas de unas negociaciones con la responsabilidad, nada más y nada menos, que de cambiar el futuro del planeta.

Los delegados de 190 países -con ausencias destacadas como Ángela Merkel, Emmanuel Macron o Putin- han abordado la crucial tarea de acordar un texto con las reglas básicas para cumplir con los compromisos marcados en el Acuerdo de París y que, al cierre de esta edición, y en el ecuador de la cumbre, seguían sin tener en mano. Otros puntos que han centrado el debate han sido cómo lograr una mayor ambición climática a partir de 2020 y la financiación de las ayudas a las naciones pobres, así como el papel del comité facilitador, que estará encargado de orientar (nunca con sanciones ya que es algo voluntario) el camino de los países menos cumplidores.

En la capital francesa, el histórico acuerdo con el que casi 200 países se comprometieron a mantener el calentamiento global a final de siglo por debajo de 2º centígrados sobre los niveles preindustriales y, si es posible, por debajo de los 1,5º, incluía también que tendrían que presentar sus contribuciones nacionales de acción climática. Y la Cumbre de Katowice ha sido el lugar para ponerlo en práctica. Propuestas desiguales y heterogéneas con soluciones como un uso menos intensivo de la energía, reducir la deforestación, las emisiones... Promesas que hay que traducir en cifras claras de reducción de emisiones y en toneladas de C02, y que exige el mismo compromiso de transparencia a países más o menos desarrollados.

Transición justa

Durante la semana pasada, los delegados pusieron el acento en elaborar borradores de acuerdos y reducir al mímino un texto casi inabarcable sobre el que los ministros de cada país han discutido a lo largo de estos últimos días. El concepto de «transición justa» ha sido otro de los grandes conceptos que ha marcado la agenda, máxime cuando frente a abstractas las medidas de reducción de emisiones la realidad a pie de calle se ha debatido entre las masivas manifestaciones contra el calentamiento global en ciudades como Bélgica o Katowice, y las protestas de los «chalecos amarillos» de París, frente a la subida de los impuestos a los carburantes. Un muerto, 263 heridos y más de 400 detenidos han sido suficientes para que uno de los mayores implicados en la lucha contra el cambio climático, el presidente francés Emmanuel Macron , haya tenido que poner freno a las medidas.

El presidente de la COP24, Michal Kurtyka, y viceministro de Medio Ambiente ha insistido en todo momento en la necesidad de «asegurar un cambio estructural justo» que permita «proteger el clima y a la vez mantener el desarrollo económico y el empleo». Una preocupación que tiene bien presente, teniendo en cuenta que a solo dos horas de Katowice se encuentra la central térmica de Belchatow , que genera electricidad a partir de la quema de carbón y que encabeza el listado de las plantas y fábricas de toda la Unión Europea que más gases de efecto invernadero expulsan a la atmósfera. Convertida en bastión del carbón, en Polonia más de 110.000 personas dependen de él y se espera que en la región donde se ha celebrado esta COP24, más de 40.000 personas pierdan su empleo como consecuencia de la descarbonización. Por ello, e impulsado por Polonia, en esta Cumbre se ha adoptado la «Declaración de Silesia sobre Sodaridad y Transicion Justa» donde se deja claro que el cambio climático es uno de los mayores retos, pero insiste en que «en primer lugar es necesario asegurar la seguridad social de los trabajadores cuyos trabajos van a ser eliminados o transformados».

Compromiso español

España ha marcado esta Transición Justa como una prioridad en su agenda energética. En su intervención en Katowice, Pedro Sánchez avanzó ambiciosas reducciones de CO2 para 2030 y 2050 . Así, se propone reducir un 37% los niveles actuales y rebajarlos en al menos un 90%. El jefe del Ejecutivo español, que acudió junto a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, subrayó que es necesario actuar más deprisa con las medidas para reducir emisiones. No obstante, señaló ser consciente de la necesidad de una transición ecológica justa, por ello aseguró que España va a ser pionera en el diseño de una estrategia que tenga en cuenta el impacto en zonas como las comarcas mineras.

Pero además de la Declaración de Transición Justa, se han promovido otras dos: la Declaración para la Electromovilidad y la de Bosques para el Clima . La primera tiene en cuenta que el transporte representa globalmente el 14% de las emisiones y tiene el objetivo de crear de forma conjunta las condiciones económicas, sociales, culturales y legales para el desarrollo de la movilidad eléctrica, y potenciar modelos de transporte innovadores y sostenibles. La segunda, llama a los países a conservar e incrementar los sumideros naturales de CO2.

Divisiones y zancadillas

Otro de los grandes escollos se encuentra en cómo repartir el coste que generará la lucha contra el calentamiento global. El dinero y las reglas para financiar las medidas contra el cambio climático han dividido a los países desarrollados y no desarrollados. Los primeros tienen el compromiso de aportar 100.000 millones de dólares al año para programas climáticos. Los países en desarrollo han pedido garantías claras sobre el dinero con el que podrán contar y en qué forma lo recibirán, y defienden que cuánto más claro esté esta ayuda, más podrán profundizar en medidas contra el cambio climático. Otro problema son las Contribuciones Nacionales, ya que los países en desarrollo quieren estar sujetos a reglas menos estrictas, mientras que el Tratado de París establecía reglas iguales para todos.

Por otra parte, Estados Unidos, Rusia Arabia Saudí y Kuwait sellaban durante el fin de semana una alianza para minimizar las preocupantes conclusiones del estudio del IPCC que se convertían en antesala de la COP24. Una zancadilla que beneficia a la industria de los combustibles fósiles y no a un documento para beneficiar al mundo. Cerramos este suplemento a martes 12, a la espera de que en las sesiones finales se produzca una declaración política o una resolución que demuestre la ambición climática global por encima de divisiones, bloques e intereses. Una nueva hoja de ruta en la que los países pongan sobre la mesa sus promesas de acción climática para 2020 con el objetivo común de salvar el planeta.

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