Medio millar de lobos murieron en España en 2017, la mayoría por atropello

El número de bajas anuales de la especie es similar a su tasa de reclutamiento

Imagen de archivo de un lobo ABC

EFE

En 2017 murieron entre 500 y 650 lobos en España por diversos motivos, aunque el principal fue el atropello, según el estudio presentado este jueves por la entidad conservacionista Lobo Marley y el Observatorio de Sostenibilidad.

Así figura en el documento 'Las carreteras de la muerte para el lobo ibérico' que detalla las 50 vías, centradas especialmente en la esquina noroeste de la península, donde más ejemplares han muerto en los últimos años.

La ausencia de gestión científica, el desconocimiento de la especie y el secretismo por parte de administraciones y técnicos respecto a datos concretos como territorio, tamaño de manadas o inventario de lobos muertos, entre otros, hacen que estos valores «presenten todavía un cierto margen de incertidumbre», según los promotores del informe.

Para mejorar la situación, ambas organizaciones han propuesto la aplicación de una señalética especializada para carreteras y la construcción de «ecoductos» o pasos de fauna para facilitar el tránsito de la especie.

El naturalista y presidente de esta asociación, Luis Miguel Domínguez , ha asegurado durante la presentación que es «ridículo» mostrar a los lobos desangrados, bien por una bala, bien por un coche que lo ha atropellado, como sucede a menudo en redes sociales.

«Este carnívoro se desplaza con gran naturalidad» por las infraestructuras humanas, por lo que «debemos estudiar el impacto de la actual red de carreteras y adoptar medidas adecuadas para garantizar que la especie se pueda expandir» hacia el este y sur de la península ibérica «sin entrar en conflicto con el ser humano», ha solicitado.

Se trata de una dispersión «necesaria» porque las poblaciones de lobo del sur, más reducidas, «necesitan el aporte de ejemplares» para fortalecer sus manadas según Domínguez.

El director del Observatorio de Sostenibilidad, Fernando Prieto , ha insistido en la importancia de señalizar los 50 tramos de las carreteras españolas afectadas «que pueden llegar a ser como agujeros negros para la conservación del lobo».

Según datos de su institución, el número de bajas anuales de la especie es similar a su tasa de reclutamiento, es decir, el número de individuos que se incorporan cada año a la población.

Respecto a los «ecoductos», ha precisado que garantizan la dispersión de animales clave para el equilibrio del ecosistema y evitan que se fragmenten especies emblemáticas como el oso, el lince o el lobo, por lo que se pueden considerar «una gran oportunidad para la reconstrucción de la biodiversidad».

Prieto ha hecho hincapié en la importancia de «trabajar la coexistencia», proporcionando sistemas de protección de daños a la ganadería extensiva y estableciendo criterios de gestión comunes entre las diferentes regiones españolas, dada la gran diferencia de legislación entre ellas y también con Portugal, donde el lobo ibérico goza de total protección.

El experto en bases de datos del Observatorio de Sostenibilidad, Raúl Estévez, ha añadido la reivindicación de una gestión «basada en criterios científicos» para lo que «es necesario potenciar su estudio y conocer bien sus dinámicas».

El presidente de Lobo Marley ha sentenciado finalmente que «la cuestión del lobo no es ganadera, sino patrimonial» y que España debe proteger a sus depredadores para salvaguardar la salud de los ecosistemas.

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