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POR LAS EMISIONES DE CO2

La acidificación del océano obliga a las bacterias a gastar más energía

Las bacterias marinas juegan un papel crucial en el ciclo de elementos químicos clave para la vida, como el carbono, el nitrógeno y el fósforo

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La acidificación del océano afecta a las bacterias marinas, ya que altera su metabolismo y éstas se ven obligadas a invertir más energía para poder activar mecanismos bioquímicos capaces de contrarrestar el estrés que supone la acidificación. Así lo asaegura un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Linnaeus University de Kalmar (Suecia) que ha publicado sus resultados en la revista Nature Climate Change.

Cuando las algas u otros organismos mueren, son degradados por las bacterias

Las bacterias marinas juegan un papel crucial en el ciclo de elementos químicos clave para la vida, como el carbono, el nitrógeno y el fósforo. Actúan como degradadores primarios de la materia orgánica producida por las algas microscópicas de los océanos a través de la fotosíntesis, o de la materia que llega al mar a través de ríos y de las aguas residuales.

Cuando las algas u otros organismos mueren, son degradados por las bacterias. A través de este proceso de degradación las células bacterianas liberan al agua elementos esenciales para la red trófica, como el nitrógeno o el fósforo.

«Las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono (CO2), además de provocar el calentamiento global del planeta, alteran la química de las aguas de los océanos, conduciéndolas hacia una progresiva acidificación. Esto tiene importantes repercusiones para los organismos marinos, sobre todo para aquellos que construyen caparazones o esqueletos de carbonato cálcico, como los corales, los moluscos, algunas especies del fitoplancton y, como hemos visto ahora, también para las bacterias», comenta la investigadora del CSIC Cèlia Marrasé, del Instituto de Ciencias del Mar.

Adaptación molecular

Las emisiones antropogénicas de CO2 tiene importantes repercusiones para las bacterias

Los investigadores establecieron varios experimentos con agua de la bahía de Blanes, y manipularon el contenido en nutrientes y la acidificación, inyectando CO2. Inicialmente, cuando sólo se analizó la composición de especies, los científicos pensaron que la respuesta de las bacterias era muy modesta. Pero el análisis posterior para ver qué genes se activaban mostró que se producía una adaptación molecular a la acidez que conllevaba un coste energético para las bacterias, explica el CSIC en una nota.

«Tal adaptación molecular se traduce en cambios en la cantidad de carbono que éstas deben procesar para cubrir sus necesidades metabólicas. Por poner un ejemplo, es un poco lo que le pasa a un humano en condiciones de mucho frío: tiene que gastar energía para calentarse. Pues bien, las bacterias tienen que gastar energía para adaptarse a las condiciones más ácidas», añade Marrasé.

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