Comprar el primer coche a nuestros hijos no es siempre una decisión sencilla
Comprar el primer coche a nuestros hijos no es siempre una decisión sencilla

«Papá, quiero un coche»

Cuando llega ese día en que nuestro hijo o hija, ya con el carné en el bolsillo, pide un vehículo asaltan un millón de dudas. ¿Accedo? ¿Me espero? ¿Que eche mano de uno usado o de casa con años a cuestas...? En estas líneas despejamos algunas incógnitas

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Como en tantas facetas de la vida, no es fácil afrontar que nuestro hijo o hija se ha convertido en conductor. Pero ese día llega, a menudo cuando cumplen poco más de 18 años y aún los vemos «pequeños».

Y es entonces cuando muchos se plantean qué hacer. ¿Le compro un coche como pide? ¿Me espero dando largas, aún a riesgo de soportar «caras largas»? ¿«Tiro la casa por la ventana» y me embarco en un regalo en toda regla, a capricho? Según la OMS los accidentes de tráfico son la primera causa de muerte entre los jóvenes de todo el mundo, y la segunda razón de discapacidad por detrás de la depresión. Un dato que invita a pensar que la seguridad a bordo del nuevo vehículo tiene que ser la prioridad fundamental a la hora de plantearse la compra.

Como norma, lo bueno cuesta caro. Pero no siempre es necesario comenzar por un modelo de altas cilindrada y potencia, ni tampoco por un exclusivo descapotable que, a buen seguro, terminaría acarreando más problemas que satisfacciones. Por otra parte, el ímpetu de la juventud casa mal con la falta de experiencia, de modo que a más caballos mayores velocidad y riesgos innecesarios.

Sobre todo, utilitarios medios

Ante todo, es imprescindible determinar qué uso hará del vehículo el recién estrenado conductor. Normalmente, ir de casa a la universidad, a un primer trabajo y salir con los amigos serán los destinos recurrentes. También algún que otro viaje vacacional.

Así que estamos describiendo un modelo utilitario medio, de 3 ó 5 puertas, preferiblemente con motor de gasolina pequeño -unos 75 CV- y caja de cambios manual. Un modelo como ése, con aire acondicionado, radio-CD y Bluetooth, viene a costar, nuevo, unos 10.000 euros. Además, implica una serie de gastos más o menos asumibles, como un gasto en torno a 7 l/100 km.

Si el vehículo es nuevo, lo habitual es asegurarlo a todo riesgo, al menos durante un año. La póliza será una de las partidas más gravosas: un joven piloto conduciendo un coche deportivo pagará una prima muy superior -incluso habrá quien directamente no le asegure- a la de un usuario de mayor edad a los mandos de un sedán familiar. Cuestión de estadística: el primero es mucho más sensible a la siniestralidad que el segundo.

De ahí que muchos padres opten por asegurar el coche como tomadores de la póliza, siempre, claro, haciendo constar como conductores habituales a sus vástagos. Hacerlo encarece la prima, pero no tanto como si el asegurado fuese directamente una persona de 18 años.

Ojo: no basta con consignar a un conductor veterano omitiendo al menos experimentado, pues si surgen problemas la compañía aseguradora no se hará cargo de los daños y la parte contraria tendrá motivos para litigar y ganar.

Eterno dilema

En casos como el que nos ocupa, es inevitable plantearse la compra de un automóvil de segunda mano frente a la de uno nuevo cuando nuestro hijo o hija debuta al volante. Un coche que ya está en casa en buen estado, aunque tenga años a cuestas, puede ser una solución perfecta.

Por su parte, el mercado de ocasión ofrece alternativas muy razonables, aunque en muchos casos cambio de compras al contado. Por ejemplo, un utilitario de segmento –el más popular– bien cuidado suele oscilar entre 3.000 y 8.000 euros.

La última es una cifra incluso superior a la de algunas propuestas nuevas, como la del fiable Dacia Sandero, que la firma rumana de Renault publicita desde 6.400 euros, aplicando todos los descuentos posibles. Y es que, ante ciertas propuestas usadas, una buena financiación de coche nuevo puede ser más tentadora, fiable y sensata. Además, estos últimos aparejan una garantía completa. Eso sí, ¿quién no valoraría entonces asegurarlo a todo riesgo o pagar por una plaza de garaje?

Si eres novel recuerda que...

Un conductor novel debe tener en cuenta algunos aspectos importantes. Sin ir más lejos, y como recuerdan desde DonCar, durante los dos primeros años tras la obtención del permiso B la tasa de alcoholemia pasa de 0,25 mg/l en aire espirado a 0,15 mg/l. En sangre también se reduce de 0,5 g/l a 0,3 g/l. Otra cosa: en los test antidroga las pruebas de saliva detectan sustancias estupefacientes hasta pasadas 5 ó 6 horas desde su consumición.

Está demostrado que la actitud de los padres es importantísima. Y que, según las estadísticas, los jóvenes multados son hijos de padres habitualmente sancionados por infracciones de tráfico: de «padres gatos hijos mininos». Con todo, es recomendable que los primeros meses los nuevos conductores se pongan al volante acompañados por alguien que tenga experiencia, a ser posible sus padres. Según distintos informes de aseguradoras, los jóvenes suelen sufrir más accidentes a los tres años de la obtención del permiso.

Dicho de otro modo: cuando ganan algo de confianza y pierden el respeto inicial. Y es que el primer año llevamos la «L» y respetamos las normas, el segundo vamos confiándonos a marchas forzadas y ya el tercero creemos saberlo todo y conducir perfectamente...

Ojo a los móviles y no digamos a la moda «selfie». Poner la música alta o destilar arrogancia y osadía frente a terceros no conduce a nada bueno.

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