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El anuncio de Lotería de Navidad, rodado con calor y nieve «de mentira» en Madrid

El fiasco de 2013 ha dado paso a un indiscutido éxito en el que el bar de verdad se llamaba La Muralla, y la temperatura durante el rodaje hubo que maquillarla de invernal

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La Lotería de Navidad ha optado este año por apelar a las lágrimas, a lo entrañable (literal de entrañas) para despertar el espíritu navideño «Queda lejos, lejísimos del spot de 2013, y también de todos los anteriores. No hay luces. Nada brilla. No hay cancioncitas ni bolas de cristal, y tampoco aparece nadie famoso. Es una calle cualquiera, cerca de ‘El Bar de Antonio‘», describía en su post de « Un anuncio y volvemos» el publicista Álvaro Anguita.

«Cuando el equipo creativo me contó la idea, me puso la piel de gallina. Y cuando ya la adornas con imágenes y música, es inevitable que te emociones», confesaba a ABC Chiqui Búa, presidenta la agencia de publicidad Leo Burnett, creadora del anuncio de la Lotería de Navidad

de este año.

El cambio de concepto, después de un exitoso lustro con el calvo de la Lotería, y un pequeño resbalón con el elenco de estrellas al canto de «na, na, na, na. Na, na, naaaaa», «este año han conseguido más y han dado un paso más allá: le han dado un toque humano. Han creado y contando una historia cercana para llegar a todo el mundo. Transmitiendo, como el spot de John Lewis, el espíritu navideño de solidaridad y cariño por los demás. Personalmente, me ha encantado. La historia, el actor principal y la música consiguen la perfecta armonía», decía Anguita.

Unanimidad imposible

«Unanimidad nunca hay en una campaña, es imposible. Además, no sería saludable. Lo que sabemos es que hay una gran mayoría de gente, medio país, encantada y emocionada. ¡Es una barbaridad!», decía orgullosa Búa, incapaz de contabilizar las felicitaciones en su móvil y en persona.

Y esa música y esas imágenes de las que hablaba la directiva de Leo Burnett, tenían truco añadido. El anuncio se rodó entre el viernes 17 de octubre y el martes 21, en un bar llamado La Muralla, que fingió ser el Bar Antonio y pintando de frío invierno el veranillo que se empeñó en permanecer sobre Madrid en esas fechas. Todo un ejercicio de fotografía y realización a cargo de Santiago Zanou para transformar el azul del cielo de Madrid en el frío navideño y las flores aún resistiéndose a cerrar su ciclo vital por ojas secas y nieve artificial.

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