En la imagen, tomada ayer, una de las puertas principales de acceso al San Juan Evangelista, okupado desde hace un año
En la imagen, tomada ayer, una de las puertas principales de acceso al San Juan Evangelista, okupado desde hace un año - Belén Díaz
madrid/universidad

La Complutense negocia recuperar el «Johnny» como colegio mayor «propio»

El centro cerró sus puertas hace un año. Doscientos okupas lo han convertido en un auténtico vertedero

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«Tal y como está es un peligro. Tememos que pueda pasar cualquier cosa y vamos a buscar una solución». Carlos Andradas, rector de la Universidad Complutense (UCM), tiene previsto reunirse en los próximos días con Unicaja, la antigua concesionaria, para sacar del limbo judicial al «Johnny», el emblemático colegio mayor «San Juan Evangelista» que, ahora hace justo un año, echó el cerrojazo. Hoy, el centro permanece okupado por, al menos, doscientas personas. Hay un grupo bastante agresivo que impone su propia «ley». Una de las soluciones que maneja la Universidad es recuperar el centro como colegio mayor «propio», es decir, de los gestionados directamente por la UCM. Sería el sexto.

El peligro al que se refiere el rector quedó a la vista ayer.

Además de la degradación de todo el edificio –con 400 habitaciones aproximadamente más las zonas comúnes, deportivas e, incluso, una piscina que, lógicamente, no se puede usar–, la basura se hace fuerte en cada rincón. No hay mal olor porque, en verano, están todas las ventanas abiertas, pero nos encontramos restos de vómitos y de comida por los pasillos. No hay pared que no tenga la marca de una pintada. Es un una «torre de Babel» en forma de vertedero. Al menos, lo que nos dejan ver.

Infiernillos cerca del colchón

Los okupas aseguran tener agua corriente –¿de dónde y quién la paga?– y fluido eléctrico enganchado de forma irregular. Las cortinas revelan que los «inquilinos» están ahí. También se ve ropa tendida. La mayoría son inmigrantes –muchos sin papales– de diversa procedencia. Nos aseguraban ayer que ya no hay niños pequeños porque «esto se ha enrarecido mucho». Pero los ha habido. Y cuentan, con miedo y fuera de cámara, que hay, incluso, gente enferma tirada en colchones junto a bombonas de butano y rozando infiernillos eléctricos.

El futuro del «Johnny» es incierto y con una salida, cuando pronto, a medio plazo. La actual situación responde al enquistamiento de las dos partes que tienen que ver con el colegio. De una parte, la Complutense como propietaria del suelo. De otra, Unicaja que, como entidad financiera y aunque haya tenido otros nombres, ha venido gestionando el centro. Ambas andan enzarzadas en los tribunales de lo Contencioso Administrativo.

Las llaves, al notario

Unicaja tenía una concesión para explotar el colegio mayor de 50 años. Al llegar la renovación –hace más de un año– se concede una prórroga de doce meses para «ajustar» las condiciones del contrato. Según fuentes de la UCM, se lleva a Consejo de Gobierno para aprobar otra prórroga por otros 25 años pero, según la Universidad, Unicaja quería otros 50, algo que la legislación vigente no permite pues pone en 75 años el tope de este tipo de concesiones, denominadas demaniales.

«Unicaja –dice el rector– acude a los tribunales. La Complutense no podía prorrogar otros 50 años porque es ilegal. Y, así, la entidad coge las llaves del colegio, se las lleva a un notario y se va dejando el centro desatendido. La Complutense interpreta ese comportamiento como abandono por parte del concesionario e inicia su litigio, también en el ámbito Contencioso Administrativo». Andradas, que se encontró este «marrón» cuando llegó al Rectorado a mediados de mayo, confia en que los tribunales «nos den la razón». Su teoría es que Unicaja «ha incumplido sus obligaciones». Si la sentencia es favorable a la Universidad, el rector pedirá daños y perjuicios. «Hace un año, el edificio estaba en perfecto estado. Después de un año con los okupas, habría que invertir 6 millones de euros».

De no haber acuerdo con Unicaja, el Rectorado maneja varios planes «B». Por ejemplo, pelear por la titularidad del edificio o llegar a acuerdos extrajudiciales con la misma Unicaja o con otras entidades interesadas para la explotación del centro. La actual Fundación San Juan Evangelista podría ser una de ellas. El «Johnny» parece seguir destinado a colegio mayor. ¿Cuándo? Ese es otro cantar.

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