Aspecto renovado de la vieja nave industrial de Villaverde y a la derecha la nueva torre que complementa el proyecto
Aspecto renovado de la vieja nave industrial de Villaverde y a la derecha la nueva torre que complementa el proyecto - isabel permuy

El renacer tecnológico de la «catedral» de Villaverde

La nave Boëtticher se convertirá en un centro de emprendimiento y nuevas tecnologías tras la firma de un acuerdo de colaboración público-privada

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Entre el viejo proyecto de la Catedral de las Tecnologías y el Madrid Innovation Campus han transcurrido doce años. Más de una década que ha transformado la antigua nave Boëtticher en un gran espacio abierto a la innovación, el desarrollo tecnológico, económico y social de la capital que tendrá, entre sus protagonistas a los emprendedores. La vieja fábrica de ascensores de Villaverde será el laboratorio en el que se proyectará el Madrid del futuro. Tendrá como modelo al MIT de Harvard con la idea de abrirse a toda la sociedad madrileña, a las universidades y compañías multinacionales, y en definitiva, a todos aquellos que estén interesados en «aportar sus ideas, capacidades y su espíritu transformador» para apostar por una nueva ciudad.

Así lo aseguró ayer Ana Botella, alcaldesa de Madrid, tras firmar el protocolo de intenciones que da el espaldarazo definitivo a un complejo que se ideó con Alberto Ruiz-Gallardón como alcalde, en 2003. Botella rubricó el acuerdo de colaboración público-privada que permitirá poner en marcha este centro tecnológico pionero con Telefónica, Microsoft, Intel, la Universidad Politécnica de Madrid, la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones, Cisco, Ferrovial Servicios e Indra.

El Madrid Innovation Campus aspira a ser un centro de referencia internacional. Dispone de 12.317 metros cuadrados repartidos en cinco espacios diferenciados. El «Pabellón», con 5.977 metros cuadrados, ocupa la antigua fábrica abandonada en los años 90, ahora completamente renovada con energía solar térmica y geotérmica, recogida de aguas pluviales para riego, cubierta para uso vegetal, sistemas de red de área local cableada y Wi-Fi, entre otros avances tenológicos.

En una de sus naves laterales existen, además, dos plantas que tendrán uso expositivo. La segunda construcción más relevante será la «Torre», un edificio nuevo situado al noroeste del campus. Tiene casi 2.000 metros cuadrados distribuidos en un vestíbulo y cinco plantas. Ambas instalaciones estarán dedicadas a la innovación. La formación tendrá su espacio en siete aulas de diferentes tamaños, una de ellas con 200 metros cuadrados. Asimismo, se ha levantado un auditorio destinado a eventos con una capacidad para más de 600 personas.

«Contenedores» para ideas

Los emprendedores, además de tutelaje y posibilidades de financiación para realizar sus iniciativas, dispondrán de 26 oficinas con diferentes tamaños –desde los 12 a los 55 metros cuadrados– en los que tendrán un lugar adecuado para trabajar. Se llaman los «Contenedores». Los madrileños podrán acceder a estas instalaciones para conocer los proyectos en los que están trabajando.

El objetivo del campus es que la ciudad se convierta en un «centro neurálgico de la innovación abierta», un referente de la transformación digital y una plataforma para los emprendedores, explicó ayer la alcaldesa. «Queremos tener a mucha gente aquí concentrada creando. Lo más fructífero del esfuerzo viene cuando se está rodeado de más gente haciendo lo mismo, como en el MIT de Harvard», aseguró.

Para el Gobierno local, el campus contribuirá a mejorar la economía de la ciudad, con datos de paro sensiblemente mejores que los de la media nacional aunque aún «inasumibles», en palabras de Botella. «Madrid es la región que más invierte y más personal dedica a la I+D de España. El esfuerzo inversor en 2013 fue de 3.434 millones de euros, lo que equivale al 26,4 por ciento del total nacional, empleando para ello a 47.609 personas, que suponen a su vez el 23,4 por ciento del total de España», desgranó. Además, destacó que la inversión en I+D en Madrid representa el 2,45 por ciento de su PIB. En la capital se concentran las empresas responsables de un 56,7 por ciento de esa inversión; las administraciones, que contribuyen con el 25,1; y las universidades, que aportan el 18,1.

Botella, además, señaló que la apertura de este espacio tiene algo de simbólico tras el cierre de numerosas fábricas en el distrito. «Se abre este campus de la innovación porque responde al espíritu de una nueva época. Esta nave debe representar que lo importante son las instituciones, no las personas, que pasan antes o después, pero las obras deben permanecer», concluyó la alcaldesa.

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