Auto de fe celebrado en la Plaza Mayor en 1680 en presencia de Carlos II. Óleo de Francisco Rizi conservado en el Museo del Prado
Auto de fe celebrado en la Plaza Mayor en 1680 en presencia de Carlos II. Óleo de Francisco Rizi conservado en el Museo del Prado - wikimedia

El lago que Felipe II mandó secar para levantar la Plaza Mayor de Madrid

Este célebre enclave de la capital se ubicaba, en sus inicios, en el extrarradio. Los monarcas acudían a cazar patos, después fue un mercado e incluso el escenario de ejecuciones públicas

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Cuesta imaginar que a finales del siglo XVI la laguna de Luján copara el espacio sobre el que hoy se levanta la célebre Plaza Mayor de Madrid. Más inverosímil parece que este enclave de la capital estuviera ubicado en el extrarradio de la incipiente Villa, cuando ahora lo visualizamos abarrotado de turistas y a un paso del kilómetro 0 de las carreteras españolas. La plaza –al principio denominada «del arrabal» por crecer en extramuros– fue ideada como una reforma del Rey Felipe II y llevada a cabo por sus sucesores: Felipe III y Carlos II. Situada junto a la popular Puerta del Sol, ha rivalizado en protagonismo urbano y social con ella por ser un punto comercial y de reunión.

Cuando todavía era un pequeño lago, los monarcas solían acudir a practicar la caza sobre los patos incautos que revoloteaban en el lodo.

Junto a ella, y ya desde los tiempos de los Reyes Católicos, se comenzaban a colocar pequeños tenderetes en donde se vendía comida. Un lugar casi siempre embarrado que Gómez de Mora –arquitecto oficial de Felipe III– reconvirtió en unos de los lugares centrales tras designarla ciudad capital en tiempos de Felipe II. Para ello utilizó un modelo que ya se había probado en Valladolid y que, en el fondo, respondía al modelo de foro romano de plaza porticada.

La plaza del Arrabal poseía un carácter desordenado de mercado de diversas mercancías y alimentos. En 1565 el corregidor Francisco de Sotomayor escribe una «Memoria de las Obras de Madrid» y describe la necesidad de reformar el espacio de la Plaza con ampliaciones debido al aspecto avejentado de algunas casas. En su informe menciona una casa dedicada a la panadería y otra a la carnicería. La Plaza es famosa por la celebración de las primeras procesiones del Corpus Christi.

Según la periodista Isabel Gea Ortigas, especializada en temas de Madrid, durante la Inquisición se celebraron en esta plaza los autos de fe. A los reos a los que el tribunal condenaba a la pena capital y eran decapitados por hacha o cuchillo se les ponía mirando frente a la Casa de la Panadería. A los de garrote vil, frente a la Carnicería. En 1805, las ejecuciones se trasladaron a la plaza de la Cebada, aunque en este emplazamiento permanecieron pocos años, ya que durante la dominación francesa, entre 1808 y 1814, volvieron a la Plaza Mayor.

Los tres incendios sufridos en los edificios del perímetro de la plaza en los años 1631 (Juan Gómez de Mora), 1672 (Tomás Román) y 1790 (Juan de Villanueva) fueron transformando su aspecto inicial a causa de la obra y el rediseño de diversos arquitectos. A lo largo de su historia, la transformación arquitectónica debida a las reformas realizadas permite afirmar que posee ejemplos de clasicismo, barroquismo, romanticismo, historicismo, etc. A lo largo de toda su historia, el poder político y estatal se vio identificado con este espacio público. Y en la actualidad es uno de los iconos de Madrid. No hay turista que no retrate la Plaza Mayor.

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