Dongo camina con una silla de ruedas desde hace dos años
Dongo camina con una silla de ruedas desde hace dos años - abc

Dongo, el perro impedido que sobrevivió dos noches a la intemperie buscando su casa

Caminó un kilómetro por un coto de caza para buscar agua. Lo encontró lleno de magulladuras un perro vecino con el que había tenido disputas, pero esta vez compartió su comida con él

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Dos hernias discales, con sus respectivas y complejas operaciones, dejaron al perro Dongo impedido, pero no por ello menos válido. Este Tekel de ocho años se perdió el lunes en la campiña que separa Olmeda de las Fuentes y Villar del Olmo, en la comarca de Las Vegas de Madrid. Dongo sobrevivió al frío de dos noches de diciembre a la intemperie en medio del campo. Rodeado de cotos de caza. Sin comida. Con la movilidad reducida. Y totalmente desorientado. Sin embargo, sus ganas de vivir lo salvaron cuando incluso su propio dueño, Óscar Ibañez, «había perdido toda la esperanza de encontrarle».

Hace dos años que Dongo camina ayudado por una silla adaptada para canes, pero ni su dueño ni él quisieron que renunciara a sus habituales paseos por las vías pecuarias.

«Los perros no son robots y Dongo siempre ha sido un perro muy vivo y alocado. Para él el campo es su pasión, por eso no le ato, para que disfrute», cuenta Ibañez. Pero un despiste bastó para perderse. «Creí que se había adelantado por otro camino, pero no fue así. Llevo dos noches sin dormir de la desesperación de no encontrarle», lamenta su amo y «amigo».

Pese a todo, el instinto de supervivencia y su olfato canino le hicieron encaminarse más de un kilómetro por el prado raso y árido por las heladas. Sabía muy bien lo que hacía: buscaba agua. Sin ella, no podría aguantar un día más.

Solidaridad perruna

Ya con las vendas de las patas deshechas y lleno de magulladuras ocurrió el milagro: el perro de un vecino reconoció su olor y acudió en su ayuda. Lo paradójico es que el animal que le lamió las heridas y ladró con fuerza para que su dueño acudiera en su rescate era el mismo con el que en otras ocasiones había tenido riñas. Cuando este hombre encontró a ambos perros no se podía creer la estampa que estaba viendo. «Siempre habían sido enemigos, pero esta vez le ha dejado incluso comer en su plato. Y ahora gruñen juntos a otros perros que pasan por la calle», dice Ibañez, asombrado.

Si la solidaridad canina es sorprendente, en esta ocasión, la de los animales humanos tampoco se quedó corta. Desde que su dueño difundió una foto de Dongo por las redes sociales para recabar pistas, ha recibido cientos de llamadas para ayudarle a formar un equipo de búsqueda. «Han contactado conmigo gente de todas las comunidades autónomas. En pocas horas, gracias al apoyo de una asociación, decenas de voluntarios se presentaron para hacer una batida nocturna por el campo», relata. «Estas cosas te devuelven la fe en el ser humano».

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