Cartel de la fiesta mortal de la que hoy se cumplen dos años
Cartel de la fiesta mortal de la que hoy se cumplen dos años - ABC
Madrid Arena

«Todo lo que podía fallar, falló»

«Hubo una actividad criminal por parte de todas aquellas personas que tenían que haber velado por la seguridad» en una noche «de despropósitos», indica el juez encargado del caso

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«En el evento (fiesta de Halloween) falló todo lo que podía fallar por la negligencia de unos y otros, hubo una inactividad criminal por parte de todas aquellas personas que tenían que haber velado por la seguridad y se produjo el trágico resultado que todos lamentaron pero ninguno, al parecer, previó y mucho menos evitó».

Así relata el titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, Eduardo López-Palop, los hechos ocurridos en el pabellón municipal la madrugada del 31 de octubre en el auto en el que da carpetazo a dos años de investigación. El resultado de tanta desidia provocó la muerte de cinco jóvenes de entre 17 y 20 años.

«La aglomeración interior, el cierre de vomitorios y el botellón exterior fueron determinantes en la tragedia que, posteriormente, hubo que lamentar», agrega en su escrito.

«En el vomitorio donde ocurrió la tragedia, las fallecidas se vieron atrapadas por una auténtica muralla humana que ejerció tal presión sobre sus cuerpos que ocasionaron gravísimas lesiones» con un mortal resultado.

La promotora del concierto: Diviertt

Miguel Ángel Flores «era el responsable de toda la organización del evento y tuvo directísima participación en el número de entradas que se vendieron». Fueron 23.000, frente a las 10.620 autorizadas, ocultando urnas y los ordenadores en los que todo ello se reflejaba, «denotando mala fe», señala en su escrito. «Ese sobreaforo es resultado de su desmedido afán de beneficios económicos, sacrificando la seguridad». E incluso, «en algún momento de la noche, da instrucciones para que la requisa de elementos peligrosos deje de hacerse para que puedan acceder al recinto la totalidad de las personas que esperaban para hacerlo».

La seguridad: Madridec y Seguriber

En su auto, el magistrado arremete contra Francisco del Amo, coordinador de proyectos de Madrid Espacios y Congresos (Madridec). «Ignora prácticamente todo lo que ocurría en el evento y es imposible inferir qué entiende por coordinar». Considera que, «hay indicios abrumadores acerca de que fue la persona que dio la orden telefónica de abrir el muelle de carga (cota o, habilitado para el tráfico de mercancías), por donde, no menos de 3.000 jóvenes en un más que evidente estado de embriaguez entraron sin control alguno directamente a la pista central» con las «nefastas consecuencias que provocó».

Arremete también contra el director general, Santiago Rojo, por no hacer nada cuando oyó la orden de abrir el portón, y excusarse con «que no tenía competencias».

El magistrado acusa a Miguel Ángel Morcillo, jefe de personal de barras de mentir acerca de sus funciones: «la colocación de las barras que no debían cerrar las salidas de evacuación y que debían haber servido para evacuar la pista central, y que estaban bloqueadas total o parcialmente». El Ministerio Fiscal le acusa también de abrir poco después las puertas de cristal de otra salida de emergencias, denominada muelle mónico, en la cota 5, por la que entró más gente.

En cuanto a Seguriber y su jefe de Emergencias, José Antonio Díaz Romero, encargado de que «no se introduzcan personas por accesos no autorizados» y de los correspondientes controles y requisas, le acusa de que a pesar de calificar de «barbaridad» la apertura del portón, nada hizo para impedirlo. Ni él ni sus compañeros, indica el juez en el auto.

Control de cámaras

Imputa a Roberto Mateos, el encargado del control de las cámaras y emergencias del recinto, «algunas, una carcasa como la del vomitorio donde ocurrieron los hechos». López-Palop dice que la sala «estuvo abandonadaen diversos tramos de la noche», como cuando se procedió a la apertura del muelle mónico, y «en cuando ocurrió la avalancha mortal».

Policía Municipal

Critica al exjefe de la Policía Municipal, Emilio Monteagudo, por los escasos medios policiales -«una docena de agentes frente a los 60 0 70 de otros eventos»- y por su «negligencia» como responsable máximo del Cuerpo, al considerar que la presencia policial fue «contemplativa, insuficiente, esporádica». «No evitaron ni paliaron los botellones», explica, en alusión a los tres que se extendían desde la salida del Metro del Lago, en una distancia no inferior a un kilómetro.

Caos por la multitud

El juez señala en el auto que, «coincidiendo con el inicio de la actuación del Dj Steve Aoki, las personas que se encuentran en el interior del pabellón, sobre todo en la pista central, se ven sin posibilidad de moverse, empujadas y zarandeadas por una auténtica multitud ("procedente del macrobotellón") de personas que acceden al lugar de forma tumultuaria y sin control». Todo elo se produjo por la apertura del muelle de carga «indebidamente abierto en un despropósito más de una noche de despropósitos».

Palop explica que las personas del exterior «acabaran siendo determinantes en la causalidad de la tragedia». «A partir de un determinado momento, ya no cabe hablar de sobreaforo ni de falta de control u organización: todo lo que hay es un caos que culminará cuando parte de las personas de la pista central, incapaces de soportar la presión a la que están sometidas, intentan salir por uno de los vomitorios».

Enfermería

En cuanto los doctores Simón Viñals, de 77 años entonces, y su hijo, Carlos, funcionario municipal, el primero se hizo cargo del servicio en un «cuarto trastero improvisado, sin agua, sin ventilación ni luz suficiente», «carente de medios humanos y materiales para realizar cualquier emergencia médica en un evento multitudinario»

Sólo había dos camillas y un desfibrilador, «ningún medio para hacer una reanimación cardiopulmonar avanzada ni ninguno de los empleados durante la misma». El magistrado agrega que, cuando llegó el supervisor del Samur, dijo: «Toda la noche atendiendo a borrachos y ahora me traen esto», en alusión a tres de las cinco fallecidas. «Estaba en la puerta, sin atender a ninguna niña. Transmitía la sensación de impotencia y no dijo nada de lo que les había hecho o estaba por hacer», tal y como relató el médico del Samur. «Estaban en parada. Sin atender. Tenían la ropa puesta y el desfibrilador no se puede usar así», declaró el facultativo de Emergencias. Por ello, califica su actuación de «negligente y temeraria».

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