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Un acordeonista toca entre la gente que pasea por la Plaza de Ópera - isabel permuy

Los «músicos pirata» dan la nota en el centro de Madrid

Profesionales con permiso municipal denuncian amenazas de artistas espontáneos que no cumplen con la normativa de las actuaciones callejeras

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Su acordeón emite la melodía del tango de «A media luz» de Carlos Gardel. Mientras sus brazos mueven el instrumento, él se pasea entre los clientes de las terrazas de la plaza de Santa Ana. A su término, pide una limosna. Dice que no entiende el castellano. Su origen es de la Europa del Este. Niega con la cabeza cuando se le pregunta por el permiso municipal para tocar en la calle. Niega, pero no se sabe si porque no entiende la pregunta o porque no lo tiene. Desde la Asociación de Músicos de Madrid denuncian este hecho: «Gente que no ha superado las pruebas está tocando en las plazas donde no se puede». Lo han comunicado en varias ocasiones al Ejecutivo de Ana Botella, pero la práctica continúa vigente.

«Es un sistema deficiente que carece de medios para que se ejecute; no tiene mucho sentido. En Santa Ana, que es una zona donde no se permite tocar, la Policía Municipal no hace nada para evitarlo. Sin embargo, los agentes sí piden las concesiones para actuar a la gente que lo tenemos», explica Scott A. Singer, uno de los coordinadores de la asociación.

El Ayuntamiento de Madrid concedió 318 permisos a músicos profesionales en diciembre de 2013 para que solo ellos pudieran tocar en las zonas permitidas de Centro. El objetivo, no molestar a los residentes de estas zonas cargadas de excesiva contaminación acústica. Para ello se llevaron a cabo audiciones porque se quería regular esta actividad en este distrito declarado Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE).

«Es mi territorio»

ABC contacta con dos músicos callejeros autorizados. «Hemos tenido pequeños problemas cuando actuamos en las calles del centro y no sabemos qué podemos hacer. Según el Ayuntamiento, cada músico no puede actuar más que dos horas en el mismo sitio. Pero la gente se pone en el mismo lugar durante todo el día. Cuando se van a comer dejan sus cosas ahí para continuar después. La Policía dice que no pueden hacer nada porque nadie les han dicho qué hay que hacer sobre este asunto», manifiestan.

Narran un episodio que les sucedió en Ópera hace unas semanas. Tocaron dos canciones y un hombre con el acordeón les dijo: «No podéis estar ahí porque es mi territorio». «Lo justificó alegando que llevaba muchos años tocando ahí y que no le podíamos robar el sitio. Nos fuimos porque cantamos por placer y no necesitamos el dinero. Pero no nos parece justo», explican.

Estos músicos que patean las calles aseguran que violinistas, guitarristas y acordeonistas tienen su amplificador «escondido en una maleta», «cuando el Ayuntamiento prohibe claramente el uso de cualquier tipo de amplificación».

La convivencia entre los músicos con permisos y los «pirata» no suele ser muy pacífica. En algunos casos se han llegado a denunciar intentos de agresiones de músicos «sin papeles», que no están dispuestos a cumplir con las normas fijadas por el Consistorio. «No hacen caso de nada —denuncian a ABC—; cuando les dices que no tienen permiso para tocar se ponen violentos y te amenazan con sus instrumentos. Conozco casos de agresiones a personas que tocan en la calle por amor a la música, pero también porque lo necesitan para seguir viviendo», comentan.

La Asociación de Músicos de Madrid, partidaria de regular esta actividad, considera que, casi un año después de la nueva regulación, el sistema se ejecuta «con un criterio arbitrario del policía de turno, en vez de con un criterio de calidad». Además, apunta esta plataforma, «el permiso otorgado es fácil de falsificar» puesto que se trata de un documento que se puede fotocopiar y que no cuenta con ningún sello del Consistorio madrileño.

Estos artistas tienen previsto solicitar una reunión a Ana Botella para trasladarle el problema y pedirle que les exija que cumplan con las normas municipales. No hay que olvidar que los músicos habilitados tuvieron que pasar unas audiciones bajo la lupa de unos expertos durante varios días. También que en vez de dos horas de límite para la actuación se puedan alcanzar las tres. Creen que los espontáneos deberían irse con la música a otra parte.

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