La Lotería de Navidad: el secreto español para vencer a los franceses en la Guerra de la Independencia

El sorteo nació en 1812 para sufragar la lucha contra Napoleón Bonaparte. La primera rifa se sucedió en Andalucía, principal reducto contra el invasir

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26590, el Gordo de la Lotería de Navidad 2019

El Sorteo de la Lotería de Navidad 2019, sigue el Gordo en directo

Manuel P. Villatoro

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Decir que los comienzos del siglo XIX fueron turbios en España es quedarse corto. Tras una guerra insufrible contra Gran Bretaña que casi logró acabar en una debacle para nuestra Armada , a Napoleón Bonaparte no se le ocurrió otra cosa que entrar, en 1808, por los Pirineos con su «Grande Armée» . Y con intenciones nada halagüeñas, todo sea dicho. Aquel acto vil fue el inicio de un lustro de enfrentamiento que, a la postre, pasó a la historia como la Guerra de la Independencia ; un período en el que toda ayuda era poca. En ese contexto nació, allá por 1812, la Lotería de Navidad . No como una mera rifa, sino con el objetivo de recaudar oro para el maltrecho tesoro hispano y poder expulsar al invasor galo.

Pero, como le ocurre a toda buena historia, lo mejor es empezar por el principio. Y, en este caso, este se halla en el año 1808. El mismo en el que el «Pequeño corso» consiguió convencer a Manuel Godoy (valido del rey) de que le permitiese atravesar la frontera con sus fuerzas armadas. En defensa del cándido Manolito habría que decir que, aunque por las bravas, hasta entonces nuestro país se había visto obligado a mantener relaciones cordiales con «la France». De hecho -lo que son las cosas- durante aquellos años en la que rojigualdos y tricolores íbamos cogidos de la mano se sucedieron derrotas navales tan grandes como la del cabo Trafalgar (acaecida poco antes, el 21 de octubre de 1805 ).

¿Quién diantres iba a imaginar que arribaban pensando en hacerse con España? A nivel oficial, al menos, Bonaparte afirmó que pretendía llegar hasta Portugal y que dejaría a la «Espagne» tranquila. Por si fuera poco, engatusó a Godoy prometiéndole un trocito de terreno luso para él. El resultado fue el que cabía esperar: la firma del Tratado de Fontainebleau y la entrada, sin oposición, de los franceses en nuestro país. Había comenzado la Guerra de la Independencia . En un breve período de tiempo, el país quedó dividido en dos partes: la francesa (a las órdenes de José, el hermano de Napoleón ) y la anti-gala (organizada desde Andalucía y adalid de la resistencia contra el invasor).

Más dinero

El problema era que, a pesar de contar con un gran espíritu nacional, lo que no tenían nuestros compatriotas era una moneda con la que equipar a sus hombres. ¿Cómo podían lograr liquidez? La solución a este dilema llegó de la mano de Ciríaco González Carvajal, ministro del Consejo y Caámara de Indias , en 1811, tres años después de la llegada de la « Grande Armée ». Este presentó ante las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz un proyecto para organizar una Lotería como un «medio de aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes». O, lo que es lo mismo, hacerse con el máximo beneficio sin desangrar al pobre contribuyente hispano.

Ciríaco González Carvajal también dispuso que el sorteo fuese similar al que había creado en 1771 Carlos III en Nueva España, pues había funcionado a la perfección. Con estos mimbres se presentó el ministro ante sus superiores, quienes la aceptaron de buen grado el 23 de noviembre de 1812 . Y sin un voto en contra. Tan solo un mes y dos días después arribó a nuestro territorio la futura «Lotería de Navidad» . Pero, eso sí, lo hizo con el nombre de «Lotería Moderna» . Y es que, la idea era que se diferenciara de la «Primitiva» , que había sido creada medio siglo antes por Leopoldo de Gregorio , ministro de Carlos III y más conocido como el Marqués de Esquilache.

La rifa llegó, además, acompañada de este texto el 25 de diciembre:

«Las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación, enteradas del proyecto que les fue presentado de una Lotería que se ha de nominar Nacional, y ha de ser igual a la que hace muchos años se halla establecida en Nueva España; se sirvieron autorizar al Consejo de Regencia de España e Indias para que lo llevase a efecto del modo que considere más útil y conveniente. En consecuencia, S. A. […] atendiendo a que los fondos que se versen en este juego sean manejados con fidelidad, sin agravio ni perjuicio del público interesado; para que estos fines se consigan, ha tenido por conveniente autorizarla».

Expansión.. y otra guerra

De esta guisa se celebró el primer sorteo de la futura «Lotería de Navidad» en tierras andaluzas, uno de los últimos bastiones contra los franceses. A su vez, se determinó que el Gordo estaría dotado con la nada desdeñable cifra de 8.000 reales (el sueldo anual de un catedrático). El ganador del segundo premio se llevaría a casa 4.000 reales y, a partir de ese punto, los galardones más pequeños serían dos de 1.000 reales; dos de 500; dos de 300; dos de 200; diez de 150; cincuenta de 100; ochenta de 50 y cien de 25. El total entregado a los afortunados sería de 30.000 reales y el Estado se haría con 10.000, el 25% de la recaudación.

En pleno 2019 se desconoce quién fue la persona que ganó aquel Gordo. Tan solo se sabe que el número galardonado fue el 03604 . Sin embargo, ese sorteo de 1812 consiguió algo más que repartir billetes por doquier; logró sumar un importante capital a las arcas de un maltrecho estado necesitado de fondos. Poco después, la retirada paulatina de las tropas de Napoleón de España permitió que la «Lotería de Navidad» , circunscrita en principio a Cádiz y San Fernando , pasara por Ceuta , casi toda Andalucía y, al final, Madrid . A esta última ciudad arribó en 1814 con un novedoso sistema de bombos y bolas, y allí permanece desde entonces.

A partir de aquel 1814, ahora hace más de dos siglos, nuestra castiza « Lotería de Navidad » ha sobrevivido a un cambio de nombre (fue el 23 de diciembre de 1892 cuando recibió el actual) y a una Guerra Civil . Aunque, a partir de 1936, la rifa quedó dividida en dos: una republicana y otra nacional . Por entonces, en mitad de un enfrentamiento fraticida que se cobró el ánimo de los ciudadanos, la ilusión por llevarse el Gordo no decayó. Así lo demuestra el que la venta de los décimos representara un 1,1% del Producto Interior Bruto . El final de la lucha llevó a su reunificación. Desde entonces hemos pasado de pagar 40 reales a 20 euros. Pero lo que no ha cambiado es la emoción de escuchar girar los bombos.

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