Entrada a la Biblioteca Concepción Arenal, en el campus sur de la Universidad de Santiago
Entrada a la Biblioteca Concepción Arenal, en el campus sur de la Universidad de Santiago - M. Muñíz

De la Universidad al futuro

Galicia afrontará en septiembre un nuevo curso con cambios en las titulaciones y polémicas financieras

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Con la llegada e instalación de la crisis económica, una de las decisiones quee tomó la administración gallega fue la de mantener el precio de las tasas universitarias para aliviar la carga que pudiese suponer el coste de los estudioss a las familias. Esta política «educativa y social», como se define desde San Cae- tano, buscó garantizar las posibilidades de formación de los habitantes de la Comunidad independientemente de su situación financiera. De hecho, ell secretario xeral de Universidades, José Alberto Díez de Castro, señaló a ABC que «Galicia pasó de ser la cuarta Comunidad con las tasas más baratas en 2012 a ser la primera en 2015».

Entre las ideas más repetidas tanto por los responsables políticos como por los gestores de las instituciones siempre se ha encontrado la de la necesidad de adaptar la formación a lo que demanda el mercado laboral, una salida que se antoja más importante que nunca en estos tiempos.

Con este fin se somete a los planes de estudio a revisiones y se actualiza periódicamente la oferta educativa. Un claro ejemplo ha sido la proliferación en los últimos años de las dobles titulaciones, que permiten a los alumnos hacerse con dos títulos en cinco o seis cursos. La Universidad de Santiago de Compostela (USC) entrará con fuerza en esta materia en el nuevo año con ocho nuevos dobles títulos, entre los que destacan Ingeniería Informática y Matemáticas o Física y Química, novedosa en la Comunidad. El vicerrector de Comunicación y Coordinación compostelano, Xosé Pereira, apunta que esta nueva oferta nace «buscando mejorar la empleabilidad de los alumnos más destacados» ya que en los primeros años de implantación contaránc con pocas plazas, lo que implicará notas de acceso más altas.

Una institución que no es novata en estos formatos es la Universidad de Vigo, que ha basado en los proyectos de investigación y en sus carreras técnicas su pujanza. Además, como cuenta su vicerrectora de Organización Académica, Ana Graña, mantiene abiertos programas de apoyo a sus titulados emprendedores que pretenden facilitar su inserción en el mundo laboral gracias a sus propias ideas.

La sombra de la financiación

El principal conflicto que enfrentan los equipos de gobierno en la actualidad es su financiación. Con las negociaciones todavía en transcurso para los próximos ejercicios, el objetivo de los rectores es sacudirse los tan esgrimidos «planes de ajuste» en las cuentas y la Xunta busca al mismo tiempo dotarlos de unos recursos acordes al contexto de recuperación presupuestaria y que no olviden la importancia de captar ingresos externos.

Durante el contexto económico desfavorable, la exigencia que se planteó a las universidades no fue esencialmente diferente al resto de las administraciones públicas, la de «hacer más con menos». De hecho, Díez de Castro apunta a que incluso hubo una situación de relativo «privilegio» frente a otras instituciones. «Las universidades tenían blindado su presupuesto para cinco años, una situación totalmente excepcional».

La polémica la ha servido la Universidad de La Coruña en las últimas semanas al llevar a los tribunales al Ejecutivo gallego por discrepancias en el reparto, hasta el punto de que tuvo que intervenir el propio presidente, Alberto Núñez Feijóo, para aclarar que en los primeros contenciosos la Justicia dio la razón a su administración y recordar que la coruñesa fue «la única de las tres universidades gallegas que interpretó así los criterios». También salieron al paso desde la USC, cuyo rector, Juan Viaño, afirmó que la distribución, con todos los desacuerdos que pudiesen existir, fue negociada entre las partes.

El camino de futuro parece marcado y todos los actores están de acuerdo que la recuperación de prestigio internacional vendrá de la mano de la inversión en investigación y la especialización de los siete campus gallegos, sin apartarse del trabajo de cooperación entre áreas. En este sentido, la Comunidad ha avanzado en la denominación de Orense como campus del agua, Santiago el de la ciudadanía, Ferrol como el industrial y Vigo como referente en el sector tecnológico, entre otros.

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