Crónicas atlánticas

En el problema puede estar la solución

La gran frondosidad de nuestros montes, que hace tan fáciles los incendios, puede ser una herramienta útil para luchar contra el abandono del rural

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Entre pirómanos, descuidos y abandono del monte cada año- gobierne quien gobierne- nos trae disgustos en forma de llamas, humo, hidroaviones, viviendas sitiadas por el fuego e incluso heridos y fallecidos, como los dos brigadistas que perdieron la vida en Fornelos de Montes, en agosto de 2010, cuando trabajaban en las labores de extinción de un incendio.

En este asunto no hay varitas mágicas, el reto es conseguir que nuestros montes sean rentables. Si lo logramos seguirá habiendo incendios provocados por tormentas o por algún descuido, pero muchos menos que ahora, y serán además los propios dueños los que vigilen que ningún desalmado se lleve por delante su sustento.

Mientras tanto, seguiremos persiguiendo a los pirómanos y deteniendo a los propietarios a los que se les vaya de mano una quema controlada, pero que nadie se engañe, las investigaciones en un terreno calcinado son muy difíciles.

Es muy sencillo lanzar la botella con gasolina y escapar sin que a uno lo vea nadie.

Por fortuna, como ocurre en muchas situaciones de la vida, en el problema podría estar la solución. La gran frondosidad de nuestros montes -que hace tan fáciles los incendios- puede ser una herramienta útil para luchar contra el abandono del rural. Ejemplos por el mundo los tenemos de sobra, basta ver cómo bosques como los nuestros soportan en Finlandia uno de los mejores estados de bienestar del mundo.

No hay remedios milagrosos que transformen de repente una situación en otra, pero sí sabemos cómo remar en la buena dirección: apostar por plantaciones de madera con alto atractivo comercial, luchar contra la fragmentación de la propiedad para fortalecer la posición de los vendedores, apostar por la biomasa como fuente de energía y, por qué no, fomentar actividades alternativas como la micología o el aprovechamiento cinegético.

Conseguir que la masa forestal sea uno de los pilares que sustenten nuestra economía es un reto ambicioso y va a llevar tiempo, pero paso a paso se hace el camino. Y mientras tanto, tolerancia cero con los incendiarios, porque ponen en peligro nuestras vidas y también nuestro futuro.

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