Pazguato y fino

Pasen y griten

La futura casa de Feijóo en Moaña será el Campo de la Protesta donde hacerse oír

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Asisto, no sin cierto asombro, a la proliferación de informaciones sobre la vivienda que Alberto Núñez Feijóo tiene previsto construirse en Moaña. Dado que aparentemente ha solicitado los permisos, presentado el proyecto y seguido el procedimiento marcado por la ley, la noticia no debe estar ahí. La prensa especializada en humanizaciones y aeropuertos ha encontrado el elemento noticioso: los metros cuadrados del chalé, la distribución de las habitaciones, la profundidad de la piscina y, si me apuran, las calidades de los baños. La información, eso sí, es rigurosísima: se detalla concello, parroquia, lugar, calle, número de la parcela y, por si les quedan dudas, fotografía para que sepan dónde es. Agradecemos incluso saber que Feijóo y su pareja no van de visita al solar.

El problema surge cuando quien se levanta el chabolo —grande o pequeño— no es el presidente de la Xunta, sino el «ciudadano Feijóo». Es decir, cuando la casa forma parte de la esfera privada del ciudadano y no del apartado público. Los políticos no son carne del papel cuché por muy públicos que sean, no venden su intimidad y tienen el mismo derecho a la privacidad que usted y que yo. A nadie le interesa dónde vive o deja de vivir cualquier responsable político, cuál es su refugio para disfrutar de su tiempo libre. Y menos todavía cuando, de un tiempo a esta parte, se han cruzado líneas rojas en este sentido con los dirigentes de la derecha, a los que se puede acosar e insultar en su domicilio sin cita previa. La futura casa de Feijóo en Moaña será el Campo de la Protesta, un «pasen y griten» de cualquier colectivo radical o debidamente radicalizado por los de siempre para hacerse oír. Porque contra el PP ya se sabe que todo vale.

Ya verán ya, cómo ese Parlamento tan nuestro acoge chascarrillos de la siempre leal oposición sobre la superficie de la casa y lo contraponen con las críticas que Feijóo hacía al «sultanato —este sí— del bipartito». Ya verán ya, cómo hay una escalada por ver quién es el más ocurrente en el chisme de peluquería, en la patada a la decencia. Si ya andamos preguntando quién pernocta en Monte Pío, esto no va mucho más allá. Ya veo a Marisol Soneira manos a la obra.

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