pazguato y fino

Feijóo a París y Caballero a Coia

En la foto de la noticia del año, ese supuesto enemigo de la ciudad de Vigo que es el presidente de la Xunta

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Abel Caballero se desayunó ayer con la firme convicción de poner fin a ese incómodo murmullo de unos cuantos inadaptados de Coia que le distraen de su tarea mesiánica, que es la transformación de Vigo en un gigantesco Monopoly de aceras humanizadas. Cuando se es dueño de una ciudad —o se cree serlo—, un puñado de vecinos descontentos no pueden ser un obstáculo. Allí que mandó a su policía local y propició una escena gamonalesca, un Burgos con ría en la que el alcalde se considera por encima del bien y del mal.

Casi al mismo tiempo que las brigadas uniformadas de Caballero irrumpían en Coia, llegaba la noticia desde París: la PSA adjudica la construcción de la furgoneta K9 y con ello garantiza un horizonte a medio plazo para las miles de familias que comen de la automoción.

Y en la foto de la noticia más importante para la economía local de este 2014, ese supuesto enemigo de Vigo —según la jerga caballeresca— que es el presidente de la Xunta. Así se escribe la realidad desde Vigo.

El héroe es el alcalde, aunque se manifieste en defensa de los directivos de las cajas de ahorros que se jubilaron dando un pelotazo y colocando masivamente preferentes de manera fraudulenta, aunque sea alérgico a la libertad de información de los medios de comunicación que no controla, aunque siembre de enchufados el Concello saltándose los principios de mérito y capacidad, aunque se investigue a concejales suyos por prácticas de escasa o nula transparencia.

Y el villano es Feijóo, el malvado que pertenece a un partido que desbloquea el «tax lease» para los astilleros vigueses, que salva Barreras con la inversión de Pemex, que invierte en el hospital público más grande en construcción en toda España, que evitó que las cajas cayeran en manos de un gigante bancario español y se diluyeran, que planifica una Ciudad de la Justicia a la altura de la ciudad, que se implica para que Citroën tenga presente y futuro en Vigo.

Al final, la elección del vecino es sencilla. Puede elegir al alcalde que impone barcos en rotondas o al presidente que convence para que haya coches en las líneas de montaje. Tan simple como eso.

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