Las explotaciones ganaderas han aumentado su productividad en los últimos años
Las explotaciones ganaderas han aumentado su productividad en los últimos años - F. Heras

El incierto futuro del sector lácteo

Los ganaderos gallegos se enfrentan a un sistema sin cuotas donde la estructura y la transformación son la llave del éxito

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Treinta años atrás, una explotación ganadera gallega con 200 vacas frisonas era tan sólo apta para soñadores. No había manos, ni mecanismos, ni mucho menos horas del día suficientes para ordeñar y alimentar a tantas cabezas. Hoy, 200 hasta parecen pocas. Aunque con más retraso que sus colegas nórdicas, las granjas de la Comunidad han empleado estos años dentro del sistema de cuotas lácteas — que desaparecerá el 31 de marzo de 2015— en tecnificarse y, en consecuencia, endeudarse.

Los vaivenes de los precios, controlados por una industria cada vez más desarraigada —tan solo Feiraco y Leche Río sobreviven en el maremágnum extranjero—, potenciaron una economía de subsistencia, en donde los ahorros eran tan o más importantes que las vacas para sobrevivir a los reveses.

Del último se cumplen ahora dos años. En noviembre de 2012, el sector convocó una huelga de entregas ahogado por los elevados costes de producción, en dirección contraria al precio de la leche en origen: 28 céntimos por litro. La presión apuró a los gobiernos, que dieron el empujón final al Paquete Lácteo y, por ende, a los contratos entre productores e industria. Con un final de 2013 como ya no se recordaba —casi 40 céntimos—, se intuía una última campaña con cuotas alentadoras para empezar con esperanza un período incierto.

Primer escollo: los precios

Pero llegó otro revés. En caída libre desde enero, septiembre acaba de cerrar a 33,59 céntimos el litro. Y las previsiones para final de año y comienzos del próximo no son mejores, apuntan fuentes del sector. Las mismas vaticinan una «tremenda volatilidad de los precios» en un mercado «ultraliberalizado».

La coyuntura sería comprensible —y hasta normal— si no fuese porque sólo ocurre en España y, singularmente, en Galicia. La Comunidad gallega es la mayor productora de leche dentro del Estado —de los 6,5 millones de toneladas asignadas a España, 2,3 se los lleva la región— y sin embargo, sus ganaderos perciben los precios más bajos.

Desde Xóvenes Agricultores, su secretario Francisco Bello apunta hacia un problema de «logística de transporte importante» para intentar ilustrar el desfase. Para su homólogo en Unións Agrarias, Roberto García, se trata de una situación «muy difícil de explicar» teniendo en cuenta que «España es deficitaria» en productos lácteos, pues se consumen 9,5 millones de toneladas al año. Ello favorece que otros países como Francia coloquen aquí sus excedentes, a través incluso de prácticas prohibidas como el «dumping», es decir, vender a pérdidas. Así, mientras en el mercado francés el cartón de leche más barato alcanza los 80 céntimos, en el español apenas supera los 50, resalta García.

Con el afán de aportar algo de seguridad a un ámbito de por sí volátil, la Xunta pone a disposición de ganaderos y factorías una herramienta informática ( Xacobea) de referenciación de los precios de la leche valorando varios índices de mercado. Los sindicatos, sin embargo, van un paso más allá e insisten en la necesidad de negociar un nivel mínimo con la industria a través de las Organizaciones de Productores.

Sin productos elaborados

Pero no solo el precio genera incertidumbre en este cambio de modelo. Entre las 20 vacas antaño ordeñadas a mano y las 200 que hoy en día pasan por una sala totalmente tecnificada hay una diferencia notable: la modernización de unas explotaciones cada vez menores en número, pero mayores en volumen de producción (como muestran las gráficas). Diferencia notable, y única. Porque las reses siguen alimentando estómagos a base de leche, pero nada más. Los ganaderos gallegos no se han atrevido —sí lo han hecho, de nuevo, sus colegas nórdicos— con la transformación.

Tanto Bello como García coinciden en el diagnóstico. «En los productos elaborados está el valor añadido», asegura el primero. «Tenemos un modelo de industria basado sólo en la leche y dejamos que inventen otros», apunta el segundo. Es el gerente de la Asociación Gallega de Cooperativas Agrarias ( Agaca), Higinio Mougán, quien profundiza en el análisis. Para él, la transformación del producto primigenio (ya sea en leche en polvo, mantequilla, quesos o yogures) es la clave del futuro del sector y la llave para poder exportar a otros países. Ya no se trata sólo de capitalizar el mercado español —«no existe eso», sino un «mercado europeo y cada vez más global», alega Mougán—, sino de poder llegar a saciar los millones de bocas chinas o indias. Y para ello resulta básica la implicación del ganadero en la comercialización y transformación.

A diferencia de sus homólogos europeos, los gallegos «no tenemos hábito de invertir. Nunca fue una necesidad. Siempre esperábamos por alguien para que nos arreglara la situación», señala. El problema va parejo a la todavía desestructuración del sector. Galicia alberga unas 50 cooperativas de gran nivel; en Dinamarca sólo existe una, unida a otra sueca. «Para un danés es tan importante la cooperativa como su explotación, pero aquí casi no tienen nada invertido en su cooperativa», revela.

Retos pendientes

De ahí que tampoco haya proyectos colectivos empresariales a gran escala. En este sentido, el secretario de Unións Agrarias receta: «Se deben impulsar fórmulas de concentración cooperativa con apoyo público». También considera vital el revelo generacional en el campo, posible si se asegura «calidad de vida». Los contratos de larga duración —obligatorios una vez se termine de reformar el Paquete Lácteo— o los controles de la Administración pública —hoy se reúnen las comunidades de la cornisa cantábrica, entre ellas Galicia, para incrementar las inspecciones a las industrias— son otros factores determinantes.

—El futuro parece negro...

—No tanto. A pesar de las dificultades, competimos. Imagínese competir con igual estructura y transformación.

Mougán confía con reservas. Al igual que los que soñaban con 200 vacas.

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