El empresario Gerardo Crespo, en una imagen de archivo
El empresario Gerardo Crespo, en una imagen de archivo - abc
«operación zeta»

«Las facturas están hinchadas por la gran inventiva de nuestro jefe»

Correos interceptados revelan que los empleados de Crespo conocían el fraude

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La Policía encontró en la locuacidad de los trabajadores de Gerardo Crespo y su red de empresas el mejor testimonio de las prácticas de la trama del grupo Azetanet. Sin rubor, los empleados hablan de prácticas fraudulentas, falsificación de facturas y justificantes de cursos y pago de comisiones con dinero de subvenciones públicas a terceros que, o bien conseguían los cursos de formación, o participaban del conglomerado investigado y denunciado por la propia Xunta a la Fiscalía.

En un correo electrónico de enero de 2010, la entonces directora financiera del grupo, Natalia Abeal, traslada a la directora general de Azetanet, Margarita Ordoñez, un detallado relatorio de las «incidencias en las justificaciones económicas presentadas» para cobrar los cursos subvencionados: las contrataciones no se corresponden con las horas de formación efectuadas, las empresas tampoco son las adecuadas, se presentan «facturas de manera ilegal» por referirse a «negociaciones con proveedores de cosas que luego no se cumplen».

Como corolario de este correo electrónico, tres afirmaciones lapidarias: «Las empresas nuevas no tienen personal contradado y facturan mogollón», «las empresas que facturan de alquilar de aulas y ordenadores no disponen de ello » y, a modo de resumen, «los importes de las facturas están desfasadamente hinchados debido a la gran inventiva de nuestro jefe». «Todo ello dificulta nuestro trabajo de manera notable», advierte la responsable de las finanzas.

Un año antes, otra empleada le remitía un email a la directora general cuestionando la legalidad de unas directrices recibidas. «¿Te das cuenta de que estoy a punto de llamar a diferentes academias para que me hagan facturas falsas?», pregunta, y echa en cara de Margarita Ordóñez que «no sólo te has quedado con los mejores años de mi vida, ahora también con mi honradez».

Los correos también repartían directrices para engañar a la Inspección de la Consellería de Traballo en el caso de que aparecieran para fiscalizar el uso de las ayudas públicas concedidas. Así queda patente en un email de febrero de 2012, en el que una trabajadora de Fundefo — otra de las empresas de Gerardo Crespo— se dirige al resto de empleados «para evitar posibles complicaciones». «Es importante que recordéis que Iván es Iago, cuando haya una inspección, y que si en algún momento se habla de un Iván, es otro compañero de Fundefo pero no está en estos momentos», alecciona. La investigación ha revelado que los empleados desempeñaban un papel importante en el entramado, ya que se prestaban a aparecer como administradores y socios de las empresas fantasma creadas por Azetanet para que presuntamente le facturasen de manera fraudulenta por actividades que nunca se realizaban. De nuevo, Marga Ordóñez se dirige a un asesor legal para consultarle la constitución de «empresas de paja, sin beneficios» y que estarían integradas por personal del grupo. Eso sí, buscando la fórmula « para que la responsabilidad que exista sobre esas empresas no recaiga sobre ninguna de ellas».

La Policía constató que «unos días antes de la ejecución de los registros» en las sedes de Azetanet «se formalizaron cuatro nuevas mercantiles cuyos administradores eran empleadas de Crespo (...) se crearon para facturar al grupo y que así no se le achacara vinculación alguna en relación a las subvenciones recibidas».

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