Glorieta, en el barrio vigués de Coia, donde quedará varado el barco el próximo mes de noviembre
Glorieta, en el barrio vigués de Coia, donde quedará varado el barco el próximo mes de noviembre - abc

Un millón para decorar una rotonda

Catorce años después, tras plantearse su desguace, someterse a una restauración y abandonarse de nuevo en el muelle, el Bernardo Alfageme ya tiene nueva ubicación: en pleno corazón de Vigo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En una de las rotondas del barrio vigués de Coia, en la confluencia de la avenida de Castelao con las calles Martín Echegaray y Grove, acabará varado el Bernardo Alfageme. El único barco de altura gallego que se conserva de mediados del siglo XX y cuyo traslado no saldrá gratis al Concello, se exhibirá a partir de noviembre tras unas pequeñas reparaciones, entre las que se incluye el pintado del casco y la retirada del motor.

Destinado a la exposición y a la docencia, principal propósito de su cesión a la ciudad hace ya catorce años por parte de la empresa de nombre homólogo, ahora solo podrá cumplir el primero de sus objetivos. La embarcación de 27 metros de eslora y casco de acero, construida en el astillero olívico Hijos de J.

Barreras en 1944, emprenderá su última travesía desde Cardama —a donde fue trasladado este jueves para su puesta a punto— hasta la conocida como «glorieta del Alcampo» en la citada zona.

Atrás quedan los procelosos mares del Gran Sol, donde faenó la mayor parte de su vida en activo. Si bien, la «peregrina» idea de colocar el barco en una rotonda, tal y como recogía el periodista Dury Alonso en un artículo de opinión publicado el pasado año en ABC, no le evitará «volver a experimentar los temporales de antaño, pero en tierra adentro». «Es la ubicación donde más soplan los vientos de otoño e invierno en nuestra ciudad», anotaba el vigués.

Una decisión no poco meditada, teniendo en cuenta los muchos emplazamientos que se valoraron desde su donación al Ayuntamiento. Incluso se pensó en su desguace, tal y como planteó el gobierno nacionalista de Lois Pérez Castrillo. El primer plan, presentado en el 2000 por la Federación de Vecinos Eduardo Chao adolecía de uno de sus puntos cardinales: la financiación.

El segundo data de la época de Corina Porro. De su gobierno sale la primera partida para restaurar el barco, con el apoyo del PSOE y BNG desde la oposición. Su objetivo era mantenerlo como museo flotante, a semejanza del «Campalans» —construido en los años 30 del siglo pasado también por Barreras y hoy en manos de una empresa privada—; o exhibirlo en tierra, pero siempre en una zona cercana al litoral.

El sitio que se barajó como ideal entonces, el muelle del Museo del Mar, se hacía imposible por su insuficiente calado, aunque también pesaron las fallidas negociaciones con la dirección del centro. Tras años de abandono en el muelle de reparaciones de Cardama, el Bernardo Alfageme se sometía a su primera restauración rondando el medio millón de euros.

La erosión del mar vuelve a hacer mella en el pesquero —declarado patrimonio histórico marítimo de Vigo e incluido en el inventario de bienes del Concello— y en 2008, ya de la mano del bipartito de Abel Caballero (PSOE) y Santiago Domínguez (BNG), se encarga un proyecto de musealización al Colegio de Ingenieros Navales. Se retomaba así la idea deslizada en su día por el PP de Porro para recuperar el barco para la navegación y exposición.

El presupuesto de la actuación no convenció y, descartada esta posibilidad, el Bernardo Alfageme se quedaba amarrado en el muelle de Bouzas, donde no generó pocos gastos durante todos estos años. Entre ellos, la inversión de 18.000 euros que se hizo para garantizar su flotabilidad.

Ya fuera del agua, en Cardama, el pesquero se acicala ahora para presentarse ante los vigueses desde su peana en Coia. Para ello, el Concello tiene que volver a abrir la caja de caudales públicos y contar billetes hasta hacer los 300.000. Es el coste estimado del traslado, e iguala a la cantidad del proyecto que hace seis años se rechazó también bajo mandato de Caballero por su elevada cuantía.

La iniciativa entraña cierta complejidad, pues el buque debe ser levantado por varias grúas y transportado por góndolas especiales. Una vez en la zona se anclará con una estructura especial a la rotonda.

Elevado coste para las arcas

En total, la broma sale por un millón de euros con cargo a la hacienda local, sumados los cerca de 500.000 euros que se invirtieron en la restauración anterior, los gastos de mantenimiento de todo este tiempo, las nuevas actuaciones de acondicionamiento y su traslado final.

«Un despropósito y un despilfarro», según el PP, por parte de un gobierno que se ha destacado por fuertes inversiones en humanizaciones —más de 320 millones de euros, pese a gobernar la ciudad con mayor paro de Galicia—. En esta línea, el concejal popular Antonio Bernárdez, destacó que la decisión supone «un despropósito al gusto paisajístico, un despilfarro de dinero público y un nulo interés por la conservación del patrimonio industrial». Además, «es contraria a las directrices del Plan General».

Tras depositar el barco en la rotonda, difícil tendrán los vecinos reclamar el túnel previsto para descongestionar el tráfico en una de las principales arterias de Vigo; la avenida de Castelao.

Ver los comentarios