José Ángel Arranz y Guillermo Palomero durante la repoblación de árboles en Rabanal de Luna
José Ángel Arranz y Guillermo Palomero durante la repoblación de árboles en Rabanal de Luna - ical
medio ambiente

La población de oso pardo experimenta una recuperación importante

El proyecto LIFE permitirá la plantación de 68.000 árboles para reforzar la conectividad y generar alrededor de 200 bosques de paso que favorezcan el asentamiento de ejemplares

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La población de oso pardo en el corredor cantábrico ha experimentado un crecimiento importante en los últimos años, lo que favorece hablar de una recuperación notable de esta especie en la que, además, se ha constatado la mejora de la conectividad entre las poblaciones de las zonas oriental y occidental de la cordillera Cantábrica. Así lo ha puesto de manifiesto la Fundación Oso Pardo (FOP), que apunta a la presencia de alrededor de 250 ejemplares, aunque se sigue trabajando para que el corredor sea «más permeable» y se pueda hacer alusión a un «hábitat permanente» del oso pardo.

Se trata, según explicó el presidente de la FOP, Guillermo Palomero, de que los osos «se queden a vivir en zonas de gran potencialidad» y así poder hablar dentro de unos años de «una población única» que se encuentre distribuida en toda la cordillera Cantábrica y contar con «una población estable» de osos.

A pesar de los datos positivos, todavía no puede hablarse de una especie recuperada, algo que es posible «cuando es capaz de salir adelante sin ayuda», algo que se espera que sea posible cuando haya una relación constante entre los ejemplares de las dos comunidades.

Para conseguir estos objetivos, se continúa trabajando en el proyecto LIFE que desarrolla la FOP en colaboración con la Dirección General de Medio Natural de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León que se llevará a cabo hasta junio del próximo año, en especial en la zona sur del corredor interpoblacional del oso pardo cantábrico, con un presupuesto de 1,2 millones de euros. El objetivo principal de este proyecto es el de asegurar la viabilidad a largo plazo de la población cantábrica de oso pardo, desfragmentando el corredor interpoblacional y consolidar el intercambio genético y demográfico entre las dos subpoblaciones.

Para ello se acometerá la plantación de 68.000 árboles de especies como mostajo, serbal de cazadores, cerezo, pudio, arracián o abedul, en puntos estratégicos para favorecer esa conectividad, repartidos en 200 bosques de paso y también especies productoras de comida en los municipios de Sena de Luna, Los Barrios de Luna, La Pola de Gordón y Valdelugueros. Por este motivo se han contratado, al igual que el año pasado, a una decena de personas en situación de desempleo, que serán quienes lleven a cabo las tareas de reforestación.

Tal y como explicó Palomero, la zona de la provincia de León situada entre La Magdalena y el límite con Asturias y hasta Campomanes es en el que se detecta una mayor necesidad de intervención, en especial en la zona sur para mejorar las potencialidades del hábitat para el oso pardo cantábrico, con principal ahínco en la zona situada más al sur, donde se harán «más esfuerzos» dado que es una zona menos boscosa que la perteneciente a la comunidad asturiana.

«Buena situación» de la especie

El director general de Medio Natural, José Ángel Arranz, insistió en la «buena situación» de la especie con un crecimiento constatado en los últimos años, en los que se ha pasado de las dos o tres osas con crías contabilizadas en el año 1991 a las casi 14 de las que se tuvo constancia el año pasado. Además, se ha podido demostrar que la presencia de la actividad humana es «perfectamente compatible» con la conservación del oso y también de otro tipo de especies naturales.

Tal es así, que se tiene constancia de la presencia de osas con crías en algunas localidades del corredor, como es el caso de Cabrillanes o Sena de Luna. Hasta ahora se conocía que había individuos macho que cruzaban el corredor, pero el problema de «endogamia excesiva» se está solucionando y se confía en que se conviertan en zonas en las que el oso se quede «de manera permanente».

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