confieso que he pensado

Periodismo de andar por casa

Políticos, empresarios, medios de comunicación y periodistas pseudototémicos llevan años compartiendo los cenáculos en los que se adoptan las grandes decisiones y se reparten los trozos del pastel

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Años ha, cumpliendo el encargo del periódico para el que trabajaba de entrevistar a un empresario de peso, incluí entre mis preguntas una que, dada la candente actualidad, ni era asunto baladí ni debía faltar en el cuestionario, so pena de parecer un entrevistador de andar por casa.

Para mi sorpresa, y mi disgusto, cuando inquirí al interfecto al respecto me indicó, con una amplia sonrisa y cierta altanería, que para manifestar sus opiniones sobre el particular ya le pagaba a fulanito, un periodista pseudototémico de gran influencia en la opinión pública. Cuando escuché aquella confesión no me inmuté. Seguí a lo mío. ¿Acaso me había descubierto algo que no supiera, cuando menos que no imaginara?

Los indecentes contratos suscritos por la radiotelevisión pública autonómica con empresas del periodista Francisco Padrón han permitido airear un fenómeno del que los medios de comunicación de las islas apenas se han hecho eco durante décadas: la connivencia entre empresas periodísticas y poderes públicos por un lado y entre periodistas y poderes públicos por otro.

La permanente recurrencia a ese viejo lema que reza "perro no come carne de perro" justifica, según buena parte de los implicados, tan sonoro silencio. Sin embargo, a fuer de ser sinceros, justo es reconocer que probablemente ni uno solo de los diarios, radios y televisiones se halle moralmente habilitado para lanzar la primera piedra. Y muchos de los periodistas, tampoco. Poderoso caballero es Don Dinero, que decía otro Francisco, en este caso De Quevedo y Villegas.

Políticos, empresarios, medios de comunicación y periodistas pseudototémicos llevan años compartiendo los cenáculos en los que se adoptan las grandes decisiones y se reparten los trozos del pastel. No pocos de los "honrados" informadores han aparecido en sumarios policiales como adláteres de cargos públicos de dudosa reputación, cuando no de sobradamente asquerosa reputación, lo que no ha sido óbice para que sigan asumiendo un papel protagonista en la vida pública y sermoneando sobre lo divino y lo humano.

Muchos de ellos ni siquiera lo disimulan. Se jactan antes propios y extraños de sus productivos coqueteos con el poder. "No es ninguna vergüenza tener la cara sucia, la vergüenza es no lavársela nunca", dijo Truman Capote. Pero ni eso.

Que alguno de los periódicos cometiera hace años el desliz de referirse a todo un presidente del gobierno regional, en un titular de primera página, por el nombre de pila; que el compadreo en entrevistas televisivas y radiofónicas se haya convertido en un clásico, hasta el extremo de haberse consolidado el género periodístico "de chochos y moscas"; que unos de los tres diarios que se editan en Tenerife haya ocultado a sus lectores, días atrás, la apertura del juicio oral de uno de los casos de corrupción más graves de Canarias, el de Las Teresitas en Santa Cruz, no son sino evidencias de que la vida sigue igual.

"Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala", dijo Camus. Y Camus, como Quevedo y Capote, estaba en lo cierto.

Ver los comentarios