Soria, Navarro, Roldós y Cardona, la noche del domingo 24
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Motivos para una debacle: El PP de Canarias ante el momento más difícil

La pérdida casi completa de todo poder local en las Islas, reflejo de una crisis de identidad de los populares isleños

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No hubo otra pregunta que «¿qué nos ha pasado?» desde el domingo por la tarde en el Partido Popular (PP) de Canarias. Los resultados desvelan una debacle sin precedentes, una derrota sin paliativo alguno, clara y contundente, que se manifiesta en la pérdida casi total de cualquier parcela de poder importante en el Archipiélago.

Si bien la queja acerca del sistema electoral de las Islas está a la orden del día —no solo en el PP—, no debe perderse de vista que unos 120.000 canarios han decidido darle la espalda a las siglas, tras haberle concedido su voto hace cuatro años.

«El hecho de que Podemos ganase las elecciones en Las Palmas de Gran Canaria debe llevar a una seria reflexión, porque es un síntoma de un estado de cosas», afirma un viejo militante, que ya no ocupa cargos de responsabilidad, pero «pone el hombro» cada vez que es necesario.

«No se puede ir con discursos ambiguos, buenistas, casi calcados a los de nuestros adversarios», apunta una exdiputada autonómica, a la que nada le gustó el hecho de que algunos candidatos escondiesen las siglas en sus campañas publicitarias. «Ha habido algunos que hablaban sin que se supiera si eran de los nuestros o de la plataforma de Ada Colau», añade con sorna. «Al final, para votar soluciones socialdemócratas, mejor ir a por la versión original y no a la falsificación made in PP», remata.

Se trata de un tipo de debilidad en materia de ideas que no es patrimonio exclusivo de los populares isleños, ya que las voces críticas apuntan casos similares en muchos dirigentes nacionales, «que tanto podrían estar con nosotros como en cualquier otro partido, unos oportunistas... ¡y encima tienen buenísima imagen!».

Travesía por el desierto

Los populares canarios tienen ante sí cuatro años en los que no controlarán ninguna institución de peso. Descartado el Gobierno de Canarias por la inminente renovación del pacto CC-PSOE, perdido el Cabildo de Gran Canaria y el ayuntamiento de la capital grancanaria, tampoco se puede mirar a Tenerife, donde CC y el PSOE volverán a pactar todo lo que puedan, estableciendo —incluso casi sin proponérselo, en algunos casos— un «cordón sanitario» de hecho contra el PP. Solo quedan los casos aislados de fenómenos hiperlocales en municipios pequeños de las Islas, con alcaldes con verdadero tirón propio.

Por el lado de Fuerteventura y Lanzarote, la presencia parece casi testimonial, lo mismo que sucede en El Hierro y La Gomera. La Palma, otra vez, aparece como una buena noticia, con Asier Antona liderando la única circunscripción electoral que crece, de dos a tres diputados. Eso refuerza al dirigente palmero como un valor electoral seguro allí, aunque «no tenemos que olvidarnos de que es el que se supone lleva el partido en ausencia de Soria», critica otro militante, mientras trata de digerir el mal trago.

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