Taiwán, estado de facto que no reconoce la ONU pero del que depende la tecnología mundial

Taiwán es la vigésimo primera potencia económica del mundo desde un limbo aparente tras su...

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Taiwán es la vigésimo primera potencia económica del mundo desde un limbo aparente tras su separación de la China comunista después de la guerra civil de mitad de siglo XX. No es una región administrativa de Pekín como Hong Kong o Macao y tampoco es reconocida como nación independiente por la gran mayoría de países, entre ellos, Estados Unidos, ni, desde 1971, por la asamblea de la ONU. Solo la reconocen oficialmente trece naciones, además del Vaticano. Aún así, Taiwán funciona como un estado independiente de facto, gracias a su pujante economía desde hace 70 años y sus estructuras políticas y de seguridad, equivalentes a las de las democracias liberales, con constitución y ejército propio, armado, desde hace décadas, por Washington. Su importancia geoestratégica la marca su proximidad, a unos 160 kilómetros, de la costa china, rodeada por un arco de islas, desde Filipinas hasta Japón, bajo la influencia de Estados Unidos. La industria de chips semiconductores taiwanesa, que controla el 65 por ciento del mercado internacional, es otra de las claves del conflicto. El viaje de Pelosi a Taipéi buscaría, entre otros, acuerdos con la isla en este sector estratégico. Tanto es así que hace una semana, el presidente, Joe Biden, bajo el lema "Chips for América", participaba en una mesa redonda con compañías tecnológicas del país y responsables de Comercio, Defensa y Seguridad Nacional. El objetivo estadounidense no es otro que ganar peso en esta vital industria que está dominada en un 98% por empresas asiáticas.

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