Kamala hace historia y Obama advierte de que Trump amenaza la democracia de EE.UU.

El último presidente demócrata hizo un llamamiento a los votantes a no permitir que se deteriore el sistema democrático

Todo sobre las elecciones en EE.UU. 2020, en el Especial ABC

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El silencio forzado por la pandemia recibió este miércoles una frase para la historia: «Acepto la nominación para la vicepresidencia de EE.UU.» Lo dijo Kamala Harris , la elegida por el candidato a presidente Joe Biden , en el cierre de la tercera noche de la convención demócrata. La senadora por California dejó dos segundos en el aire, como para recordar que, en un tiempo normal, ahí se escucharía una ovación de miles de personas. La importancia histórica es la misma: Harris es ya la primera mujer negra en un 'ticket presidencial' de uno de los grandes partidos (también la primera de origen asiático, como dejó claro en referencias abundantes a su madre, que nació en India). Y aspirará a ser la primera vicepresidenta del país.

Eso se decidirá en las urnas el 3 de noviembre, pero ayer Harris mostró que será un activo decisivo en la pelea de los demócratas por expulsar a Donald Trump de la Casa Blanca. La candidata, de 55 años, será un complemento de energía a Joe Biden, de 77 años, y que en las primarias mostró que no está sobrado de fuerzas en la carrera electoral .

Fue la gran presentación en sociedad de Harris, que ganó cierta relevancia nacional como candidata a la presidencia en las primarias (precisamente, por acusar a Biden de colaborar con legisladores segregacionistas), pero en las que se desinfló pronto. Por ello, habló mucho de su vida, de su entorno, de sus padres inmigrantes, que se enamoraron en marchas políticas en los años sesenta, las mismas que ella vivió desde la silleta. De su familia, de su marido, de su labor como fiscal, primero en el distrito de San Francisco, después como fiscal general de California, el mayor estado del país. De ahí, su salto a Washington como senadora y ahora, el asalto a la Casa Blanca junto con Biden, de quien alabó su compromiso en las grandes causas sociales.

Harris dibujó el EE.UU. multicultural, tolerante, inclusivo, equitativo en las oportunidades con el que sueña, y desgranó las injusticias económicas, sanitarias y educativas que lo lastran. En las protestas por la muerte de George Floyd en Mineápolis, el último episodio de abusos policiales contra la minoría negra, fue muy activa, en el Senado, en las redes y en las calles. Este miércoles habló del racismo estructural y de los desafíos que plantea: «Ese virus no tiene ojos, pero sabe exactamente cómo nos vemos los unos a los otros y cómo nos tratamos. Y seamos claros: no hay vacuna contra el racismo. Tenemos que hacer el trabajo».

Lanzó dardos personales puntuales a Trump -«sé quién es un depredador cuando lo veo», deslizó- pero sobre todo habló de la necesidad de cambio. «Estamos en un punto de inflexión», dijo. «El caos constante nos deja a la deriva. La incompetencia nos da miedo. La insensibilidad nos hace sentirnos solo», apuntó en referencia a la gestión de la Administración de Trump. «Podemos hacerlo mejor y merecemos mucho más».

El gran problema que tuvo Harris es que habló inmediatamente después de Barack Obama . El último presidente demócrata no tiene rival en oratoria, y ayer utilizó esa capacidad para ejecutar un juicio sumario contra la presidencia de Donald, algo que muchos han esperado de él y que Obama solo ha hecho con cuentagotas.

El expresidente, desde la cuna de EE.UU.

Fue un discurso cargado de gravedad y de urgencia. Habló desde Filadelfia, la cuna de la democracia estadounidense, para alertar que, con Trump y sus aliados, ese sistema político está amenazado en EE.UU.

«Deberíamos esperar que el presidente fuera un custodio de esta democracia. Deberíamos esperar que, con independencia del ego, la afición o las creencias políticas, el presidente debe preservar, proteger y defender las libertades y los ideales americanos», dijo. «Él nunca lo ha hecho», dijo de Trump, al que acusó de tomar la presidencia «como otro show de telerrealidad para atraer la atención que necesita».

«Donald Trump no ha crecido en el cargo porque no puede», dijo con crudeza, en un guiño a las palabras que su mujer, Michelle Obama, dijo el lunes sobre la incapacidad de Trump para gestionar: 'It is what it is' (Es lo que hay).

Las consecuencias de ello, prosiguió, se ven ahora con l a crisis económica y sanitaria de la pandemia, con la pérdida de la reputación del país a nivel internacional y con la «amenaza a las instituciones democráticas».

Obama hizo un llamamiento a los votantes a no permitir que se deteriore el sistema democrático con Trump, que se ha negado con insistencia a decir si reconocerá los resultados de noviembre y ha dicho que si pierde las elecciones «será por amaño». «No les dejéis que os quiten vuestro poder, no les dejéis que os quiten vuestra democracia», apeló entre denuncias sobre los intentos de limitar el derecho de voto, como las trabas para el voto por correo durante la pandemia.

El expresidente pareció emocionado al hablar de la lucha de anteriores generaciones en los movimientos por los derechos civiles de la minoría negra, cuando los activistas eran linchados, escupidos o insultados por oponerse a la segregación. Obama conectó ese activismo con las protestas contra el racismo de este verano en todo el país y llamó a trasladar esa energía a las urnas. Es decir, al voto a Joe Biden y Kamala Harris. «A ellos de verdad les importa cada estadounidense. Y les importa profundamente esta democracia».

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