May y Juncker logran avances de última hora en su larga reunión

Las negociaciones del Brexit se complican por la posición de España sobre Gibraltar y Merkel amenaza con no asistir a la cumbre del domingo

Un miembro del personal ajusta la bandera británica cuando la primera ministra británica Theresa May y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, llegan a la sede de la CE en Bruselas REUTERS

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La primera ministra británica Theresa May y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hicieron «buenos progresos» en la reunión que celebraron ayer en Bruselas para preparar la decisiva cumbre del domingo en la que se pretende cerrar el acuerdo sobre la retirada del Reino Unido de la UE. En las horas que faltan para esta reunión extraordinaria del Consejo Europeo, las negociaciones se han extendido para tratar de cerrar las vías de agua que han aparecido y que se suman a la inestabilidad de la situación política interna en Londres. La exigencia de España para dejar claro que debe intervenir decisivamente en cualquier decisión que afecte a Gibraltar es la más importante de esas complicaciones sobrevenidas, pero no la única. Hasta el punto que la canciller alemana Angela Merkel ya ha hecho saber que si no está claro que vaya a haber un acuerdo el domingo, está dispuesta a ignorar la reunión y no venir a Bruselas.

La reunión de May con Juncker pretendía avanzar en la declaración política sobre las relaciones de este país con la UE una vez que haya salido del club. Desde un principio, Bruselas había insistido que no aceptaría negociar el futuro antes de haber pactado las condiciones del divorcio, pero May necesita cierta claridad en esto para contener las críticas de sus enemigos políticos –los partidarios del Brexit más radical– en el seno de su propio partido. En la cumbre del domingo se pretende aprobar el tratado de salida y una declaración política sobre el porvenir, de la que se conoce bien poco.

Los dos líderes se dieron la mano frente a las cámaras de televisión en la sede de la Comisión, pero se negaron a contestar preguntas o hacer declaraciones. En estas circunstancias, lo que menos desean es contribuir a la confusión, teniendo en cuenta que todos los factores del acuerdo están en el aire.

Miedo

Las reclamaciones del Gobierno español sobre las garantías de que nada que afecte a Gibraltar podrá ser decidido por la UE sin su consentimiento se han convertido en el principal foco de incertidumbre para los que está preparando la cumbre y han suscitado críticas de otros países que creen que la actitud de Pedro Sánchez debilita las posiciones de todos los demás frente a Londres. Otros países han llamado la atención sobre aspectos que no les agradan, como han hecho los que tienen frontera marítima con el Reino Unido como Francia, Bélgica, Holanda y Dinamarca, que no ven claras las condiciones bajo las que se regulará ahora el acceso a la pesca, pero ninguno de ellos lo ha planteado en términos de ultimátum. Lo de Gibraltar tiene otra dimensión más compleja, a pesar de que ayer mismo el Gobierno español anunció que había cerrado con éxito la negociación el protocolo bilateral con el Reino Unido sobre el futuro de la colonia. Sin embargo, la primera ministra británica había reiterado antes de partir hacia Bruselas que no piensa dejar a Gibraltar fuera de la negociación con la UE, lo que España considera inadmisible, por lo que en este otro campo las posiciones no han cambiado.

La postura de Sánchez se considera muy arriesgada, porque puede poner en peligro todo el proceso de negociaciones y llevar a un Brexit sin acuerdo, que sería catastrófico para todos. Nadie ha explicado bien cómo se ha podido incluir el famoso artículo 184 del acuerdo de salida en el texto sin que haya sido pactado antes con España, así que lo más previsible es que los «sherpas», los funcionarios que llevan a cabo las labores técnicas, tendrán mucho trabajo en las próximas horas para cerrar los últimos detalles. Y en este caso, Bruselas tiene el mayor interés en apoyar a May antes que a España para reforzar las posiciones en Londres de la primera ministra, porque la única alternativa sería un Brexit sin acuerdo que sería mucho peor.

Cerrarlo antes del sábado

A cambio, la «premier» propone resolver el asunto irlandés extendiendo a todo el Reino Unido el periodo de transición en el que se pensaba que solamente Irlanda del Norte estaría en la Unión Aduanera y bajo las regulaciones europeas. Este es uno de los puntos que quería clarificar precisamente con Juncker, que quiere asegurarse de que esa posición intermedia –aunque sea temporal– no sea perjudicial para la competitividad de las empresas que operan en la UE bajo las reglas del mercado único.

En todo caso, el objetivo es cerrar todo el paquete antes del sábado, porque nadie se espera una cumbre en la que sean los jefes de Gobierno los que discutan.

Cuando convocó esta cumbre extraordinaria, Donald Tusk se refirió a la posibilidad de que se produjese «un acontecimiento realmente extraordinario» que cambiase todo el panorama. Por ahora, lo que está previsto es que May venga a Bruselas el domingo por la mañana, que hable a los demás jefes de Estado o de Gobierno durante una hora y que después los Veintisiete sigan las deliberaciones por su cuenta mientras ella vuelve sola a Londres y sin poder participar.

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