El primer ministro Li Keqiang saluda a Jean-Claude Juncker, en Bruselas
El primer ministro Li Keqiang saluda a Jean-Claude Juncker, en Bruselas - AFP

La UE y China desean cimentar en el clima su alianza estratégica

Pekín busca en Bruselas un socio para defender su política mundializadora

CORRESPONSAL EN BRUSELAS Actualizado: Guardar
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Hace un par de años, tenían tantos problemas políticos y diferencias comerciales que pocos habrían anticipado que nacería una gran alianza estratégica global entre la Unión Europea y China. Ayer comenzó en Bruselas una cumbre al más alto nivel, con la participación del primer ministro chino Li Keqiang, en la que la UE y China lanzaron un mensaje de liderazgo global alternativo a Estados Unidos, basado en el respaldo al acuerdo de París contra el cambio climático que el presidente Trump se dispone a abandonar. China y la UE intentarán evitar que otros países sigan el ejemplo de Washington.

Ha sido una casualidad que la fecha de la cumbre UE-China coincida con la decisión de EE.UU. Pero esa circunstancia ha dotado de una profundidad inesperada a una reunión en la que por primera vez Bruselas y Pekín no centraron el encuentro en discutir sobre prácticas industriales desleales o problemas comerciales, sino en cómo llenar el vacío que está dejando la estrategia política de Trump contra la globalización de la Economía.

De ser el reticente gigante de la contaminación, China ha pasado a apoyar la economía verde y a convertirse en el principal aliado de Europa en este ámbito estratégico.

En la declaración que se perfilaba ayer para ser firmada hoy, China y Europa «confirman sus compromisos hacia el acuerdo de París y se comprometen a mejorar su cooperación para acelerara su puesta en práctica». Los dos firmantes «están decididos a avanzar sobre políticas y medidas concretas en esta dirección».

Cuestión de supervivencia

China es uno de los países con mayor contaminación del mundo, pero al mismo tiempo domina la producción de paneles solares, generadores eólicos y baterías y tiene un mercado interno inmenso. Si para la UE el acuerdo de París es una prioridad estratégica, para Pekín es una cuestión de supervivencia. Desde Bruselas se cuenta con que su fuerte influencia entre los países en vías de desarrollo en Asia y África mantenga la cohesión entre los demás firmantes del acuerdo de París.

El que fuera el representante europeo en las negociaciones de París, el comisario español Miguel Arias Cañete, publicó ayer un tuit en el que afirmaba:«El mundo puede contar con Europa para conservar el liderazgo mundial en materia de clima. Juntos defenderemos París». El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ha advertido a su vez de que el tratado de París contiene obligaciones relevantes y que «no será tan fácil»abandonarlo sin más. «Las cosas no funcionan así», afirmó.

Pero la cooperación que exploran China y la Unión Europea va más allá de la lucha contra el cambio de clima. Desde que la nueva Administración norteamericana empezó a mostrar sus teorías aislacionistas y proteccionistas, Pekín ha vuelto su mirada hacia Bruselas en busca de un socio que mantenga el ritmo de su apertura al mundo.

No hace mucho tiempo los europeos se resignaban a esperar y ver si Washington quería mantener su proyección atlántica hacia el Viejo Continente o prefería orientarse hacia el Pacífico y Asia. Ahora resulta que lo que quiere Trump es dar la espalda a las dos partes, Ayer, el presidente del Consejo, Donald Tusk, le envió a Trump un mensaje por el canal más eficaz que éste conoce (Twitter) diciéndole: «Por favor, no empeore el clima (político)».

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