La violencia en Afganistán aleja una posible nueva tregua para el Eid

La entrada en escena del EI complica aun más las cosas para el Gobierno de Kabul, incapaz de mantener la seguridad ni en la capital

Miembros del Ejército afgano patrullan los alrededores del Directorio Nacional de Seguridad en Kabul EFE

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No hay tiempo para el duelo en Kabul. Las familias de las víctimas del atentado suicida del miércoles contra un centro un educativo enterraron a sus seres queridos entre disparos y explosiones de fondo. Dos hombres armados con fusiles y lanzagranadas irrumpieron en un centro de entrenamiento del Directorio General de Seguridad (NDS, por sus siglas en inglés), la agencia de inteligencia afgana, y durante seis horas se hicieron fuertes en el interior del edificio. El Ejército rodeó la zona y Kabul vivió un día más imágenes de auténtica guerra en una jornada que estaba llamada a ser un día de luto por los 34 estudiantes asesinados la víspera en una operación que reivindicó el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

Pasadas las cuatro de la tarde, la Policía afgana informó de que los dos autores del ataque fueron abatidos y el silencio volvió a una capital que se ha convertido en el objetivo número uno de la insurgencia. Al cierre de esta edición ningún grupo había reivindicado este asalto a un lugar que el EI ya atacó el pasado diciembre.

El aumento de la violencia en la última semana, marcada por la ofensiva de los talibanes contra Ghazni, que ha costado la vida a más de 150 civiles, y los golpes en Kabul, aleja cualquier posibilidad de repetir un alto el fuego durante la fiesta del Eid Al-Adha , que los musulmanes de todo el mundo celebrarán la próxima semana. Talibanes y Gobierno lograron una tregua temporal en junio con motivo de la otra gran fiesta musulmana, el Eid Al-Fitr, pero fue solo un espejismo. La inestabilidad creciente deja también en el aire las elecciones parlamentarias, previstas para octubre.

Golpe a la educación

La entrada en escena del EI complica aun más las cosas para el Gobierno de Kabul, incapaz de mantener la seguridad ni en la capital, que se supone debería ser la ciudad más controlada. Los seguidores del califa Ibrahim reivindicaron el atentado suicida del miércoles contra la academia Mawoud a través de un comunicado difundido por la agencia Amaq, en el que señalaron que el «hermano mártir Abdulrauf al Jorasani» fue el responsable de detonar su cinturón de explosivos en un «centro de apóstatas renegados». Esta es la forma empleada por el grupo yihadista para referirse a la comunidad hazara, seguidora de la secta chií del Islam, que es minoritaria en Afganistán.

Tras este atentado, Naciones Unidas informó de que más de mil escuelas permanecen cerradas en el país debido a la falta de seguridad y que en lo que llevamos de año se han destruido 86 centros a causa de ataques de la insurgencia . «Los ataques a centros educativos por parte de los grupos islamistas radicales es una de las agresiones más horribles de las que sufrimos», denunció el ministro de Interior, Ahmad Barmak. En el caso del EI los ataques de este tipo siguen patrones puramente sectarios y golpean de forma sistemática a la minoría hazara a la que consideran herética.

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