Una joven sostiene un cartel de apoyo a las víctimas de los atentados en París
Una joven sostiene un cartel de apoyo a las víctimas de los atentados en París - REUTERS

Viernes 13 en París, relato de una matanza

Los terroristas escogieron como objetivo calles conocidas por ser punto de encuentro para la gente joven, normalmente atestadas un viernes por la noche, céntricas y próximas a la plaza de la República, al canal Saint-Martin o la Bastilla

Madrid Actualizado: Guardar
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Los atentados contra la revista satírica Charlie Hebdo y el supermercado kosher de París en enero encendieron todas las alarmas sobre el peligro que el terrorismo yihadista supone para Francia. Las reacciones de condolencia se materializaron en las llamadas «marchas republicanas», las manifestaciones que recorrieron todo el país para condenar el terror y defender la libertad de expresión. Once meses más tarde las precauciones tomadas ante una nueva oleada de violencia ni siquiera permiten ese tipo de actos para expresar el dolor. El miedo volvió a apropiarse de las calles de la capital el viernes por la noche: la espiral de ataques comenzó en el Estadio de Francia, ubicado al norte de la capital, donde una personas perdió la vida.

Uno de los terroristas intentó acceder sin éxito. La selección gala y la alemana disputaban un partido de fútbol cuando sonaron dos explosiones. El presidente François Hollande, espectador del evento deportivo, tuvo que abandonar las instalaciones de inmediato. Los jugadores germanos prefirieron no hacerlo: su temor a abandonar el recinto les empujó a dormir en los vestuarios. Corrían las 21:30 de la noche y la tragedia no había hecho más que empezar.

En París, los terroristas escogieron como objetivo calles conocidas por ser punto de encuentro para la gente joven, normalmente atestadas un viernes por la noche, céntricas y próximas a la plaza de la República, al canal Saint-Martin o la Bastilla. Primero dispararon contra el restaurante Le Petit Cambodge —situado en la rue Bichat, donde dejaron 14 muertos—, y luego contra establecimientos de la rue Charonne —18 muertos—, de la rue Fontaine le Roi —5 muertos— y del boulevard Voltaire, donde abatieron a otra persona. El episodio más dramático se vivió en la sala de espectáculos Bataclan, un popular teatro construido a finales del siglo XIX escenario de la peor matanza: los terroristas tomaron como rehenes a los espectadores del concierto del grupo de rock «Eagles of Death Metal», un secuestro de casi tres horas que se saldó con más de un centenar de muertos. Entre ellos Juan Alberto González Garrido, un hombre español de 29 años y una mexicana con nacionalidad española, Michelle Gil Jaimes. Las cifras oficiales de fallecidos reflejan con claridad el drama sufrido este viernes: al menos 129 personas perdieron la vida y 352 están heridas. De entre esos supervivientes, posiblemente 99 mueran por la gravedad de sus heridas. Los hospitales parisinos están colapsados. Rémy Nizard, médico en el centro Lariboisière, calificó la situación en declaraciones a «Le Monde» de «cirujía de guerra».

Los ciudadanos de París hicieron gala de su solidaridad. A través de sus perfiles en la red social Twitter, algunos habitantes de la capital francesa ofrecieron acoger en sus hogares a las personas afectadas por la violencia bajo el «hashtag» #porteouverte (puerta abierta). Los taxistas brindaron sus servicios gratis y Facebook habilitó un botón para que los residentes pudieran confirmar que se encontraban sanos y salvos.

La pista yihadista

Siete de los ocho autores conocidos de los atentados de París se inmolaron después de provocar las matanzas, un acto kamikaze sin precedentes en Francia. Los terroristas cometieron sus crímenes armados con rifles de asalto AK-47 y organizados en tres equipos de actuación diferentes. Los yihadistas de Estado Islámico reivindicaron este sábado los ataques: «Ocho hermanos ataviados con cinturones explosivos y ametralladoras atacaron objetivos seleccionados con precisión en el corazón de la capital francesa», aseguraron mediante un comunicado, donde se felicitaron por la acción violenta. François Hollande no dudó en calificar los ataques de «acto de guerra contra Francia», un hecho ante el cual «el país debe tomar decisiones apropiadas». «Estaba preparado, organizado y planificado desde el exterior y con complicidades interiores que la investigación establecerá», subrayó el presidente este sábado.

Los investigadores siguen ahora la pista que liga los ataques con el terrorismo islámico. Cerca del cadáver de uno de los asaltantes apareció un pasaporte sirio. El Gobierno griego confirmó este sábado por la tarde que pertenece a un refugiado de entre los miles que atravesaron su frontera en octubre, en concreto a través de «la isla de Leros, donde fue identificado siguiendo la normativa de la Unión Europea». Los testimonios de los supervivientes aportan más información en ese sentido. Según han señalado, los atacantes dispararon al grito de «Allah Akbar» —«Alá es grande», también proferido por los hermanos Kouachi durante el atentado contra Charlie Hebdo— o hicieron referencia a la interveción militar gala en Siria e Irak. Hablaban en francés, nacionalidad de otro de los yihadistas identificados, antiguo delincuente común. El presidente sirio Bashar Al Assad comentó sobre la jornada de violencia: «Las políticas erróneas adoptadas por los países occidentales en la región, especialmente Francia, han contribuido a la expansión del terrorismo». La guerra civil en el país árabe ha provocado más de 300.000 muertos desde su inicio en 2011, un conflicto agravado por la irrupción del grupo terrorista Estado Islámico.

«Bastante jóvenes y seguros de sí mismos», describieron otros supervivientes a los causantes de los atentados. Sus edades oscilaban entre los 15 y los 18 años. Los cadáveres de los asesinos ahora se encuentran en el Insitituto Médico Legal de París. Las autopsias, los estudios de ADN y de las huellas dactilares aportarán más información sobre los autores de la masacre. La coordinación con los servicios de inteligencia extranjeros, especialmente europeos, resulta clave para el avance de las pesquisas. Las muestras de apoyo internacional se sucedieron a lo largo del sábado. «Todos somos Francia», afirmó Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno, que compareció en el Palacio de la Moncloa, también anunció que el ministro del Interior convocará el Pacto Antiyihadista para reforzar las medidas de seguridad en España, que por ahora mantendrá el nivel 4 de alerta antiterrorista. Lo cierto es que las operaciones policiales se extendieron por diferentes países europeos durante por temor a nuevos atentados.

Arrestos y alarma

El miedo a nuevos ataques terroristas marcó la actualidad del sábado. El aeropuerto londinense de Gatwick fue desalojado por la mañana, después del arresto de un francés de 41 años con un arma. David Cameron, el primer ministro británico, anunció una revisión de las precauciones para garantizar la seguridad. En Holanda, un avión de la compañía francesa Air France en el aeropuerto de Ámsterdam preparado para volar a París tuvo que ser evacuado por amenaza terrorista. En el distrito de Molenbeek, situado en el oeste de Bruselas, se produjeron varias detenciones por su presunta vinculación con la cadena de atentados perpetrados en la capital francesa. «Las detenciones están conectadas con el vehículo Polo de color gris encontrado frente al teatro Bataclan, que fue alquilado en Bélgica», indicó Koen Geens, el ministro de Justicia belga. Un coche alquilado por un ciudadano francés, según puntualizó más tarde el procurador de la República en París, François Molins.

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