La victoria de los liberales en Holanda da alas a la UE

La coalición de gobierno ha caído y el liberal Rutte tendrá que buscar una alianza con democristianos, centristas y otras fuerzas de lo más heterogéneo

ENVIADO ESPECIAL A LA HAYA Actualizado: Guardar
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Concluido el recuento se confirmó ayer, con correcciones menores, el resultado de los sondeos a pie de urna. El primer ministro, el liberal Mark Rutte, logró que su partido el VVD quedara como el más votado con 33 escaños y dejó atrás con 20 a su principal rival, el derechista Geert Wilders que había liderado las encuestas hasta días antes de las elecciones.

Este resultado, que otorga a Rutte automáticamente el encargo de iniciar negociaciones de gobierno ha sido recibido con alivio por el resto de partidos al margen de su propia suerte. Y con entusiasmo nada disimulado en las capitales europeas y en la UE donde había pánico a que Wilders pudiera ratificar los sondeos de hace unas semanas y convirtiera a su partido en el más votado.

Dentro y fuera del país se había hecho campaña contra Wilders para que Holanda no fuera «otra pieza en el dominó del populismo después del Brexit y de la elección de Donald Trump», tal como decía Rutte y la inmensa mayoría de la prensa nacional y extranjera. La Comisión Europea estaba tan preocupada por Rutte que en la misma jornada electoral en el Parlamento Europeo desfilaron todos los mandos para defender el papel del gobierno de Holanda en la crisis con Turquía, lo que no era otra cosa que un gran capote electoral al primer ministro.

Este ha sabido aprovechar la escalada del conflicto verbal y diplomático con expresidente turco Recep Tayyip Erdogan para arrebatarle a Geert Wilders el papel de adalid de la defensa de la soberanía de Holanda. Con firmeza frente a las pretensiones de Turquía como país islámico y con dureza policial frente a las manifestaciones de inmigrantes turcos.

El primer ministro ha sabido así sacar máximo beneficio a cinco días de brutal intercambio de golpes verbales entre Ankara y La Haya. Erdogan llegó a niveles inauditos. Tachó a Holanda de guarida de nazis y amenazó con usar contra el pequeño ejército holandés a sus 400.000 turcos inmigrantes que vino a considerar abiertamente su quinta columna en el país anfitrión. Rutte había expulsado a dos ministros turcos que, pese al veto expreso del gobierno holandés, habían intentado celebrar mítines en favor de la nueva constitución autoritaria de Erdogan. Este conflicto retransmitido permanentemente por todas las televisiones dio un impulso a la presencia del primer ministro como gestor de la crisis que ha sido a la postre decisivo.

Decepción

Wilders reconoció que este resultado está lejos «de los treinta diputados que esperaba» pero advirtió a Rutte de que erraba si creía que podía olvidarse de él. Lo cierto es que frente al entusiasmo que fuera del país se ha apoderado de líderes políticos y medios que han titulado con rotundas afirmaciones como «Holanda pone freno al populismo» o «El populismo se acaba en Holanda», las cosas son algo más complicadas. Que tuviera éxito en arrebatarle a Wilders el protagonismo en el pulso con la prepotencia de Erdogan y de cierta inmigración nacionalista turca no puede ocultar la realidad terca que es el colapso de la coalición gobernante presidida por Rutte.

Largas negociaciones

El partido del primer ministro ha perdido nueve escaños de los 41 que tenía y su socio socialdemócrata el PvdA se ha hundido y pasa de 38 escaños a 9. Es decir, la coalición gobernante ha perdido prácticamente la mitad de sus escaños y ha muerto. Aunque en ese estado puede tener que seguir mucho tiempo porque la negociación para una mayoría de gobierno podría ser muy complicada, de difícil encaje y tener como resultado un gobierno muy frágil e inestable. Tendrá que sumar al menos cuatro o cinco partidos, lo que lo hará poco operativo y siempre tendrá enfrente a Wilders y su PVV que será previsiblemente el beneficiario de los problemas que se anuncian cuantiosos.

Han entrado nada menos que trece partido en el parlamento de 150 escaños y para la mayoría de los 76 harían falta o los cuatro más votados o cinco o incluso seis si uno de ellos, como es el caso del segundo, el PVV de Wilders, no es invitado a participar. O si otro se niega. Esto ya es una referencia para entender el grado de dificultad que va a tener Rutte para conseguir hacer un gobierno que funcione y no estalle en la primera dificultad. Un hecho importante que muchos olvidan con su entusiasmo con que el «populismo» no fuera la fuerza más votada es el colapso de la izquierda. La socialdemocracia tradicional del PvdA sucumbe perdiendo tres cuartas parte de sus votos y escaños. El socialista PS también retrocede. Suben, eso sí, de forma espectacular los verdes de Groenlinks dirigidos por el joven Jesse Klaver que tenían 4 y llegan a 14. Los animalistas tienen escaño y la minoría turca, atención, logra entrar en el parlamento con tres diputados.

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