El presidente de Venezuela Nicolás Maduro (c) ofrece declaraciones después de votar hoy, domingo 6 de diciembre de 2015, en un centro de votación en la ciudad de Caracas (Venezuela)
El presidente de Venezuela Nicolás Maduro (c) ofrece declaraciones después de votar hoy, domingo 6 de diciembre de 2015, en un centro de votación en la ciudad de Caracas (Venezuela) - EFE

Venezuela espera que las urnas le devuelvan la democracia

El presidente, Nicolás Maduro, tacha a la oposición de golpista y llega a comparar la situación de su país con el Chile de Salvador Allende

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Todos los sondeos dan una victoria a la oposición en las elecciones que se han celebrado este domingo en Venezuela y cuyos resultados se esperan para esta madrugada. Por primera vez en 17 años el chavismo está a punto de perder la mayoría en el Parlamento tras una jornada electoral que hasta media tarde se habían celebrado sin mayores incidentes. Mientras, eso sí, no cesaban los rumores y los temores de posibles enfrentamientos callejeros al cierre de los colegios electorales. Se reportaron, como es habitual en las elecciones venezolanas, centenares de irregularidades menores de diverso tipo, que iban desde fallos en las máquinas de votación, el voto de muertos o intimidaciones de diverso grado por grupos chavistas a las puertas o cercanías de los colegios.

Varios miembros de la cúpula del régimen como el presidente de la Asamblea, Diosdado Cabello, violaron abiertamente la ley electoral. Pero eso casi no tiene importancia a la vista de la masiva violación que suponían todos los programas televisivos militantemente chavistas con programas de exaltación de Chávez y el socialismo y demonización del imperialismo, de la derecha nacional e internacional y del capitalismo. Y los portavoces militares no dejaron escapar ocasión de anunciar su máxima disposición y alerta ante cualquier amenaza golpista de la derecha contrarrevolucionaria.

La tensión subía de grado a medida que se acercaba la hora del cierre de los colegios electorales, cuando algunos colectivos chavistas exigían que se mantuvieran abiertos los centros de votación para acarrear a electores a los que tradicionalmente conminan a seguir sus instrucciones. La oposición lanzó durante todo el día un mensaje de optimismo y confianza en la victoria. Aunque las especulaciones sobre el fraude eran muchas. Habían incluso quienes hablaban de la posibilidad de que el resultado diera una mayoría a Maduro lo que todos los sondeos excluyen. Ese escenario es uno de los más temidos porque la rabia por el fraude evidente podría generar graves disturbios. Y posibilidad de una trágica evolución.

El presidente Nicolás Maduro fue a votar a las 14.21 en el populoso barrio de Sucre en Caracas, siempre enfocado en las televisiones con un plano cerrado para que no se percibiera que las multitudes en su entorno apenas eran unos grupos de centenares de activistas y sus propios acompañantes oficiales. Pocos aplausos para un Maduro que, según últimas informaciones, no solo es el enemigo a batir por una oposición que se ve ya vencedora en la batalla por los 167 escaños de la asamblea, sino también por sectores chavistas y militares que buscan una fórmula pacífica de salir del naufragio económico, político y social y del aislamiento internacional.

Preguntas preparadas

En su largo discurso presentado como respuesta a cuatro preguntas preparadas, Maduro ni mencionó la posibilidad de que su Gran Polo Patriótico (GPP) del oficialismo pudiera perder el poder en la Asamblea ante la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Pero sí insistió en que la victoria del chavismo es la única garantía de la paz. Y dejó claro que mantiene voluntad inquebrantable de proseguir con los «avances» del socialismo, de una revolución que habían comenzado ayer hace 17 años y que, según el presidente, es hoy «el ancla de la estabilidad de América Latina», «la pieza clave de una América realmente independiente» por primera vez en su historia. Los únicos aplausos que logró ayer arrancar Maduro a los suyos fueron respuesta a alabanzas al caudillo muerto y omnipresente, a Chávez, al «padre, al maestro y líder redentor», como dijo.

Maduro tenía en la jornada electoral un mensaje claro que difundir más allá del llamamiento a vencer a la fuerte desmovilización que ha sufrido el oficialismo. El presidente quiso transmitir que más allá de los resultados de estas elecciones, Venezuela tiene un compromiso inquebrantable con la revolución que abrió una época que acaba de comenzar y que es guía y ejemplo para toda Latinoamérica en su lucha contra «el imperialismo y contra la derecha parasitaria y el golpismo. Si pasara algo en Venezuela sería grave para toda América. Por eso lo ha intentado esa derecha». «Somos víctimas de un ataque inclemente». «Es lo mismo que le hicieron a Allende en Chile». Según dijo, los ataques al régimen son una ofensiva orquestada contra todas las fuerzas progresistas en Latinoamérica con la que explicó absolutamente todos los problemas que aquejan actualmente de forma brutal a Venezuela. Según Maduro esa conspiración derechista contra Venezuela como punta de lanza del progresismo es la causante de la caída del precio del petróleo «por motivos geoestratégicos», de los sabotajes en la producción, del desabastecimiento y de una infinidad de artimañas de esa «derecha parasitaria» que quiere impedir a toda costa que triunfe el socialismo. Pese a ello, dijo, él ya ve en un futuro próximo una recuperación para «volver al crecimiento», a la producción y a la superación de los actuales problemas. Maduro se atrevió a decir en Sucre que si Venezuela mantiene el rumbo no estará lejos la superación de la terrible situación de angustia que sufre toda la sociedad. En realidad la inmensa mayoría de la población, según los sondeos, opina exactamente lo contrario.

Escasa vigilancia

Mientras Maduro no salía de su habitual llamamiento a luchar contra el permanente golpe de Estado de la derecha, la oposición intentaba multiplicar su presencia para reducir a un mínimo las irregularidades. Pese a que la ausencia de observadores internacionales acreditados para inspeccionar los colegios volvieran a hacer mucho más difícil dicho control. Los únicos observadores convenientemente acreditados eran los de Unasur, la mayoría de países de influencia chavista. Algunos hicieron declaraciones elogiosas del chavismo en las televisiones oficiales en plena jornada electoral. El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo ayer que él tenía confianza en los observadores de Unasur. En todo caso esa confianza no era compartida por la oposición venezolana. Cuando la mujer de Loepoldo López fue a votar no le pudieron acompañar algunos de los observadores independientes como el expresidente colombiano Andrés Pastrana. Observadores oficialistas como Patricia Rodas, exministra hondureña, agitaron ayer al máximo contra la prensa extranjera, contra las democracias occidentales, el capitalismo y las mentiras contrrarevolucionarias.

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