Trump rompe con la Unesco por su «continua discriminación» a Israel

El presidente israelí, Benjamin Netanyahu, anunció también la salida de su país del organismo internacional por su «politización» 

Donald Trump, presidente de Estados Unidos REUTERS

MANUEL ERICE

Con su particular batalla contra las organizaciones internacionales, de las que aleja a EE.UU. a velocidad de crucero. Tras la ruptura con el pacto comercial TransPacífico, la amenaza al TLCAN con México y Canadá, la anunciada con el Acuerdo contra el Cambio Climático de París y la previsible denuncia, hoy mismo, del Acuerdo Nuclear con Irán, su Administración ha comunicado hoy la salida de la Organización de la Unesco . Aunque cuenta con un precedente casi idéntico protagonizado por Reagan en 1984, la decisión comunicada este jueves confirma un distanciamiento más de EE.UU. de sus aliados europeos. La decisión de Trump obedece a razones similares, 33 años después: la politización de la organización, centrada en este caso en la denuncia de «discriminación de Israel», y su mala gestión y despilfarro, cuestionados repetidas veces por el actual presidente, que exige «profundas reformas».

Además de su labor en numerosos programas de promoción cultural, educativa y científica, la institución perteneciente a la ONU es particularmente conocida en todo el mundo por la designación periódica de monumentos, lugares e iniciativas con el título de Patrimonio de la Humanidad.

Ingreso de Palestina

El principal motivo de la marcha de Estados Unidos tiene su origen preciso en el año 2011, cuando la Asamblea de la Unesco admitió a Palestina como estado miembro en una polémica pero muy mayoritaria decisión, promovida por Francia. Entonces, 107 países votaron a favor y 14 en contra, entre ellos Estados Unidos y su tradicional socio israelí. El Reino Unido se abstuvo, junto con otras 51 naciones. La histórica votación abrió unas heridas que aún no se han cerrado, prueba de lo cual el Departamento de Estado tachaba de «permanente» el denunciado comportamiento antiisraelí por parte de la institución cultural.

Obama , que no se caracterizó precisamente por su estrecha relación con Israel durante los ocho años de mandato, recortó la mayor parte de la aportación estadounidense, con una retirada de 60 millones de dólares, lo que le granjearía en 2013 la pérdida de su voto en la Asamblea de la Unesco. Pero el varapalo fue para la Unesco, que vio reducido su presupuesto en casi una cuarta parte. Aunque el discurso de la Administración demócrata consistió en atribuir la decisión a una ley aprobada por el Congreso durante la etapa de Bill Clinton, en 1990, según la cual toda organización que aceptara a Palestina como miembro de pleno derecho, dejaría de ser financiada por Estados Unidos.

La llegada de Donald Trump y la recuperación de las buenas relaciones con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, muy interesado en contrarrestar la victoriosa campaña política palestina de 2011, han desembocado ahora en la determinación de la Casa Blanca de romper la baraja. Horas después del comunicado del Departamento de Estado norteamericano, el propio Netanyahu anunciaba que había dado orden de seguir los pasos del país amigo e iniciar los trámites para la salida de la Unesco. El jefe del Gobierno israelí se apoyaba en la recomendación de su representante ante la organización, Carmen Shama-Hacohen, quien remitió un informe al presidente asegurando que «la Unesco se ha convertido en una organización extraña, que ha perdido la senda profesional en pro de los intereses políticos de algunos países».

La cruzada del actual presidente contra la mala gestió n de las grandes organizaciones internacionales también está detrás de la decisión, según el Departamento de Estado. Como ha venido denunciando desde la campaña presidencial, con la mentalidad del hombre de negocios que intenta hacer rentables las inversiones de su país en el exterior, aunque imbuida de un proteccionismo aislacionista que riega todo su discurso, el impago por parte de los socios sigue siendo «casus belli». Así lo reivindicó también ante la OTAN, donde afeó que sólo cinco países cumplan con su aportación , y también ante Naciones Unidas, para la que exige una mayor eficiencia.

Pérdida para la ONU

El comunicado remitido por el Departamento de Estado precisa que la salida de Estados Unidos de la Unesco se hará efectiva el 31 de diciembre de 2018. Aunque la cancillería estadounidense asegura que su país pretende continuar como «estado observador , aportando puntos de vista, perspectivas y experiencia a la protección del herencia mundial, defendiendo la libertad de prensa y promoviendo la colaboración científica y la educación». Un mensaje para el que hace un requerimiento expreso a su directora general, Irina Bokova.

La máxima responsable de la organización aseguró minutos después «lamentar la decisión de Estados Unidos» y recordó las «afinidades entre la misión de la Unesco y los valores fundamentales del pueblo estadounidense. Tras recordar los numerosos proyectos todavía en común, calificó la salida del país como una «pérdida para la familia de la ONU».

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