Soldados turcos marchan durante el funeral de algunas de las víctimas del golpe de estado fallido del 15 de julio
Soldados turcos marchan durante el funeral de algunas de las víctimas del golpe de estado fallido del 15 de julio - REUTERS

Turquía, decidida a alejar de su frontera a yihadistas y kurdos

Tras el atentado de Gaziantep, el Ejército turco redobla su actividad en la frontera con Siria, con el objetivo prioritario de que las YPG continúen fortaleciendo su presencia

Corresponsal en Jerusalén Actualizado: Guardar
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Artillería desde un lado, morteros y cohetes katiusha desde el otro. La tensión crece en la frontera entre Turquía y Siria y el Gobierno de Ankara parece decidido a cumplir la palabra dada tras el atentado de Gaziantep de erradicar la presencia del grupo yihadista Estado Islámico (EI) de la zona. Aunque en realidad el objetivo es doble, ya que según reveló a la agencia AFP Rami Abdel Rahmane, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), estos últimos bombardeos turcos quieren sobre todo «impedir el avance de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF, por sus siglas en inglés) hacia Yarablús», y evitar así que los kurdos ganen más posiciones en la frontera. Esta localidad incrustada en plena línea fronteriza es el último bastión que les queda a los yihadistas y las SDF, lideradas por kurdos, pero también con presencia de árabes, están listas para su asalto y liberación, tal y como demostraron en Manbij hace una semana.

Los ataques de artillería turcos del lunes fueron contra el EI, pero también contra estas SDF creadas con el respaldo de Estados Unidos, y Turquía parece ahora dispuesta a desplegar a 1.500 rebeldes sirios que ha entrenado y equipado para que se adelanten a los kurdos en la toma de Yarablús.

Tras cinco años de permisividad con los yihadistas, que después de atravesar Turquía cruzaban la frontera sin problemas camino de la guerra santa en Siria, Ankara cambia de estrategia alertada por la fuerza que han adquirido en estos años las Unidades de Protección Kurdas (YPG), el brazo armado del Partido de la Unión Democrática (PYD), formación hermana del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Siria. Las YPG son la columna vertebral de las Fuerzas Democráticas Sirias, que cuentan con 300 soldados estadounidenses en sus filas como asesores y mentores. Ellos han sido hasta ahora la principal fuerza de choque contra el EI y han golpeado sin descanso al califato, pero las autoridades turcas insisten en que no están dispuestas a permitir una región autónoma kurda fuerte al otro lado de la frontera y menos a manos de una formación hermana del PKK.

Alto el fuego en Hasake

El poderío kurdo ha vuelto a quedar claro en los combates que se han producido en los últimos días en Hasake, la ciudad más importante del Kurdistán sirio o Rojava, en kurdo. El golpe de estado en Turquía ha llevado al presidente Recep Tayyip Erdogan a acercarse a Rusia e Irán, aliados del régimen de Damasco, y una de las consecuencias directas se ha traducido en los primeros bombardeos del régimen sirio sobre poblaciones kurdas desde el estallido de la guerra. Un frente que Damasco abrió «para defender la integridad territorial», según el comunicado del Ministerio de Defensa. Los aviones de Assad bombardearon Hasake, al noreste del país, pero la respuesta de los milicianos kurdos ha sido contundente y, cuando estaban a punto de echar del todo a los enviados de Damasco de la ciudad, llegó el anuncio de la tregua.

«Un acuerdo final de alto el fuego fue cerrado bajo los auspicios de responsables militares rusos», afirmó un comunicado de la región autónoma kurda y la televisión oficial siria también confirmó el acuerdo. Tras estos combates, que causaron la muerte de 29 personas, entre ellas 15 niños, los kurdos controlan el 90 por ciento la ciudad mientras que las fuerzas gubernamentales sólo ocupan el centro, donde se hallan los edificios oficiales, aseguraron los responsables kurdos.

Visita de Biden

En medio de este ambiente bélico y con los kurdos encendidos tras el atentado del sábado contra la boda en Gaziantep que dejó más de 50 muertos, Turquía recibe al vicepresidente de Estado Unidos, Joe Biden, el primer dirigente occidental que acude a Ankara desde el golpe de estado de que intentaron sin éxito los militares el 15 de julio. Ha pasado más de un mes y los turcos pondrán sobre la mesa del enviado de la Casa Blanca la petición de extradición del clérigo Fetulá Gulén, a quien acusan de ser el responsable de la asonada. Pero tampoco se olvidarán de cuestionar a Biden sobre el apoyo estadounidenses a las YPG kurdas, a quienes Ankara coloca las misma etiqueta de «terroristas» que al PKK.

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