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Donald Trump, durante una rueda de prensa este miércoles en Nueva York, junto a los informes financieros de su imperio empresarial - Reuters

Trump se resiste a despedirse de sus negocios

Sus hijos gestionarán su imperio empresarial y se compromete a estar aislado de las decisiones de negocios, lo que muchos ven como insuficiente

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En una comparecencia agitada, atiborrada de gente, con bullicio de chasquidos de los «flashes» de los fotógrafos y de gritos de los reporteros para interpelar al presidente electo, el contrapunto lo puso una montaña inerte de documentos. Trump la colocó a su derecha, en el escenario de su primera rueda de prensa desde la victoria electoral, sobre una tarima de la Trump Tower de Nueva York. Eran los informes financieros de su imperio empresarial y las estipulaciones que detallan cómo, mientras esté en la Casa Blanca, estará apartado de los negocios.

Trump explicó que cederá el control de la gestión de sus empresas a dos de sus hijos y que él quedará al margen de cualquier decisión.

La dificultad de compaginar la presidencia con una extensa red de intereses empresariales, con presencia en las cuatro esquinas del mundo, ha sido una preocupación desde que Trump ganó las elecciones del pasado noviembre.

Ningún candidato había llegado a la Casa Blanca con una fortuna comparable a la suya. Lo habitual es que los presidentes coloquen sus activos en un denominado «fideicomiso ciego», en el que un gestor independiente maneja las inversiones sin que su propietario tenga conocimiento de ellas.

Desde el principio, Trump ha defendido que el electorado de EE.UU. conocía sus intereses empresariales cuando le votó. Este miércoles recordó que la normativa no contempla el conflicto de interés para el presidente. «No tengo por qué entregarlo», dijo sobre la transferencia de la gestión de sus negocios a sus hijos, «pero no me gusta como quedaría», añadió para explicar su decisión.

La legalidad de la exención del conflicto de interés para el presidente no quiere decir que esto no será un problema constante. Los detalles de cómo se aislará el presidente de sus intereses los dio su abogada, Sheri Dillon. Explicó que todos sus activos irán a un fondo gestionado por sus dos hijos mayores, Donald Jr. y Eric Trump. Ellos dos y AllenWeisselberg, un ejecutivo de la Trump Organization -el holding que agrupa sus negocios-, tomarán todas las decisiones sin ninguna intervención del presidente. Habrá un asesor ético que deberá aprobar cualquier operación empresarial. Todos las transacciones pendientes de aprobación serán canceladas y se prohibirán inversiones en el extranjero (Trump fanfarroneó sobre su reciente renuncia a un negocio «de dos mil millones de dólares» en Oriente Medio para cumplir con estas exigencias). Las operaciones domésticas deberán tener el visto bueno del asesor ético y Trump solo se enterará de ellas «por las noticias».

Para muchos, estas provisiones son insuficientes para evitar el conflicto de interés. Incluso si se da por buena la presunción de que no hablará de sus negocios con sus propios hijos -que ya han sido sus asesores durante la campaña y parte de su equipo de transición presidencial-, el presidente tomará decisiones gubernamentales sobre sectores en los que sabe que tiene intereses. Además, Trump conservará muchos negocios en el extranjero que le pondrán en problemas. Por ejemplo, si EE.UU. tiene una disputa internacional con Panamá, se examinará si cualquier decisión por su parte estará influenciada por la buena marcha del hotel y complejo residencial que tiene en el país caribeño.

Tras su victoria, ha habido exigencias de que venda su conglomerado empresarial y lo sitúe en un «fideicomiso ciego», lo que supondría desmontar el imperio que ha construido desde que emergió en los años 70 como un joven y ambicioso empresario inmobiliario. Él se ha negado desde el principio y su abogada explicó este miércoles que eso tampoco eliminaría los problemas de conflicto de interés.

Trump podría buscar al menos ofrecer más transparencia sobre la extensión de sus conflictos de interés si revelara su declaración de impuestos, algo a lo que se volvió a negar este miércoles asegurando que «solo os interesa a los periodistas».

Sospechas continuas

Hay un último problema: la Constitución de EE.UU. impide a los cargos públicos recibir «emolumentos» de gobiernos extranjeros. Con la diversidad de negocios de Trump dentro y fuera de EE.UU., esto podría significar que el presidente podría vulnerar la Constitución una y otra vez. Un informe de la Brookings Institution interpreta que esto podría suceder si un mandatario extranjero se aloja en uno de sus hoteles o si cualquiera de sus empresas obtiene un beneficio en una operación con un Gobierno extranjero. Dillon aseguró que, para acabar con cualquier duda, la Trump Organization donará al Tesoro cualquier pago de un servicio a un mandatario extranjero, como la reserva de una habitación en uno de sus hoteles. A pesar de ello y del resto de provisiones, las sospechas sobre conflicto de interés y la cuestión sobre qué son «emolumentos» saltarán a cada paso para un futuro presidente que no quiere despedirse de su imperio.

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