Trump recula y el G-7 no se reunirá en su hotel de Miami

Hasta los republicanos pidieron al presidente que desistiera por las sospechas de enriquecimiento ilícito

Cadillac aparcados a la puerta del hotel Trump Nacional Doral en Miami EP
David Alandete

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El presidente de EE.UU. pensó que le hacía un favor a la nación al alquilarle a su Gobierno, a precio de coste, su hotel en Miami para que se celebrara la cumbre del G-7 entre el 10 y el 12 de junio de 2020. Finalmente, el desagrado que semejante decisión ha provocado en su propio partido ha llevado a Donald Trump a cancelar esos planes apenas dos días después de anunciarlos.

Pocas decisiones de Trump, alguien dado a polemizar, han sido tan criticadas. Tan intenso ha sido el rechazo en el Capitolio y el círculos conservadores, que, algo insólito, el presidente ha rectificado. El sábado ordenó a sus subalternos que estudien otras opciones, incluida la residencia presidencial de Camp David, que en 2012 albergó la última cumbre de ese grupo en EE.UU.

Aunque la elección del hotel Trump en Miami la comunicó el jueves el jefe de gabinete del presidente, el desistimiento lo anunció este último en Twitter. «Pensaba que hacía algo realmente bueno por nuestro país ofreciendo el hotel Trump Nacional Doral , en Miami, para alojar a los líderes del G-7», dijo Trump, quien confirmó que quería hacerlo «a precio de coste o gratis».

La versión del presidente contradice la de su jefe de gabinete, quien el jueves afirmó que una comisión creada por la Casa Blanca estudió decenas de localizaciones y al final escogió el hotel Trump porque «parece que se hubiera construido para albergar este tipo de reuniones». «A su lado, Camp David parece miserable», dijo Mick Mulvaney sobre la residencia donde han tenido lugar algunas de las cumbres más importantes de la historia de EE.UU.

Tras el anuncio, los demócratas advirtieron de que le investigarían por violar el artículo de la Constitución que prohíbe aceptar emolumentos de funcionarios extranjeros sin permiso del Congreso. Al fin y al cabo las delegaciones extranjeras deberían costearse sus propias habitaciones, y eso al final supondría un pago a la empresa de la familia Trump. Organizar el G-7 en la localidad francesa de Biarritz el mes pasado costó 36 millones de euros.

Cuidar las apariencias

«El presidente no puede aprovecharse de su cargo para enriquecimiento personal», dijo el jueves el candidato demócrata Joe Biden. Lo problemático para Trump es que los republicanos comenzaron a sumarse después. Uno de ellos, el diputado Francis Rooney, de Florida, le recomendó al presidente que, además de cumplir la ley, «cuide las apariencias». «Sería mejor que no elija su propio hotel», añadió. La gota que colmó el vaso fue un duro editorial del Wall Street Journal, referente del Partido Republicano, en el que afirmaba: «El G-7 debe reunirse en otro hotel».

Trump compró su hotel en Miami, que tiene campo de golf, en 2013, y lo renovó con 250 millones. Dos años después se celebró allí la gala de Miss Universo, cuyos derechos tiene el presidente. En años recientes el negocio ha registrado pérdidas, según los registros contables, y hace unos meses recibió denuncias de inquilinos picados por chinches.

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