Manuel Erice

Trump provoca y juega a ser grande

Para el presidente, Estados Unidos es la hucha de la que roban todos

Donald Trump EFE
Manuel Erice Oronoz

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¿Qué hay detrás del continuo cierre de filas de Trump con Putin , causa del nuevo encontronazo del «outsider» con el establishment occidental, ahora en el G-7? No se pierdan en teorías de la conspiración como el pago de tributo a una supuesta ayuda electoral del Kremlin. Todo es más simple. El presidente-tahúr, el niño grande que apostó por derrumbar el Washington convencional y convirtió a todos los demás en «losers» (perdedores), sigue jugando al juego que le gusta: reventar cualquier tipo de orden, y, sobre todo, figurar.

La ventaja con Donald Trump es que para entenderle, basta con revisar la campaña presidencial. Su cartel de populista «a la americana», de tipo duro capaz de ridiculizar a Obama por «blando», fue un eficaz mensaje para los «blue collar» (trabajadores blancos) que, habiendo votado siempre demócrata, decidieron darle su confianza. Nada importaba que el icono de su mensaje fuera el líder de Rusia, el eterno enemigo de América. Mejor. Que el establishment bramara contra Moscú era suficiente motivo para convertirlo en amigo. Bastaba con presentarle como ganador, fuerte y defensor de su país, frente a la decadencia de Estados Unidos. Frente al obamismo, el liderazgo autoritario.

Trump no ha cambiado. Pese a la aprobación de sanciones y esporádicas críticas a Moscú, siempre vuelve al rescate de Putin . Sus bases no sólo lo entienden, sino que celebran cualquier bravata contra el viejo orden internacional y contra esa Europa que ya identifican con una pedigüeña. Si Obama se alejó del Viejo Continente por estrategia, Trump lo hace por desafío. Y por su instintiva y personal convicción de que son Putin y Xi Jinping quienes mandan en el mundo. Es la foto en la que quiere estar, y con la que juega a ser grande.

Tras lanzar la guerra comercial contra todos, se trataba de reventar el G-7 exigiendo la vuelta de Rusia. Todo el foco para el provocador. Ayer completó su faena con una de esas hipérboles que conquistan al americano enfadado: «Estados Unidos es la hucha de la que roban todos». Así funciona su «America First».

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