Trump acusa a China ante el Consejo de Seguridad de interferir en las elecciones legislativas

El presidente iraní, Hassan Rohani, celebra que el presidente de EE.UU. se haya quedado solo en sus ataques al acuerdo nuclear firmado en 2015

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Como cualquier otro mandatario, Donald Trump utiliza la Asamblea General de Naciones Unidas, la gran reunión anual de líderes internacionales, para impulsar su agenda política doméstica. El martes, en su intervención ante el pleno de la ONU, habló sobre todo a sus bases y votantes al defender una política exterior basada en el patriotismo, frente al multilateralismo que llena las bocas de la mayoría de dirigentes mundiales. Ayer, en el Consejo de Seguridad -el único órgano con auténtico poder de la ONU- hizo lo mismo. Como si estuviera en un programa dominical de análisis político, utilizó el foro para lanzar un ataque a uno de sus principales enemigos: acusó a China de tratar de influir en las elecciones legislativas del próximo noviembre, en las que sus aliados republicanos se juegan las mayorías que gozan en el Congreso y que se tratará como un referéndum a los dos primeros años de Trump en la Casa Blanca. Era la primera vez que el multimillonario ejercía como presidente del Consejo, un cargo rotatorio.

«Por desgracia, hemos descubierto que China ha tratado de interferir en las próximas elecciones de noviembre, en contra de mi administración», dijo nada más arrancar su discurso, ante la sorpresa de los otros catorce miembros del órgano: la reunión estaba dedicada a la no proliferación de armas. «No quieren que yo, o que nosotros, ganemos, porque soy el primer presidente en enfrentarme a China en comercio, y estamos ganando, y en el resto de ámbitos», continuó Trump.

No está claro a qué tipo de interferencia se refería Trump. No concretó si se trataba de ataques informáticos o propaganda en redes sociales, ni ofreció ninguna prueba para respaldar sus acusaciones. Un miembro de su Gobierno aseguró a The New York Times que se refería a las represalias que China ha lanzado contra los aranceles impuestos por la Administración Trump dentro de su guerra comercial con Pekín.

La respuesta arancelaria de China ha tenido entre sus principales objetivos a productos agrarios, que vienen de estados de fuerte implantación rural proclives al voto republicano. Esta misma semana, China publicaba publirreportajes en medios como Des Moines Register, un periódico de Iowa, un estado agrícola. Trump retuiteó ayer uno de esos anuncios, que calificó de «propaganda».

Silencio sobre Rusia

No es la primera vez que Trump o su Administración apuntan a China como fuente de desestabilización de su democracia. Mientras que el presidente de EE.UU. ha contradicho la opinión mayoritaria de su inteligencia sobre la interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales que le llevaron al poder y ha dado más crédito a la opinión de Vladimir Putin al respecto -la última vez, en la cumbre de julio en Helsinki con el presidente de Rusia-, con China no ha dudado tanto. «Todos esos locos tan centrados en mirar a Rusia debería empezar a mirar también en otra dirección, a China», escribió en Twitter en agosto.

La de ayer, sin embargo, fue una acusación de mucha más entidad, por el foro en el que se produjo. De Rusia, que como China tiene asiento permanente en el Consejo de Seguridad, Trump no dijo palabra. La estrategia de la Casa Blanca es enturbiar la interferencia probada de Moscú, ya que le afecta directamente: desde hace casi año y medio, el fiscal especial Robert Mueller investiga si hubo complot entre la campaña de Trump y Rusia en esos esfuerzos y si el presidente trató de obstruir a la Justicia.

China protestó con energía ante las afirmaciones del presidente de EE.UU. «China siempre ha respetado el principio de no interferencia en los asuntos domésticos de otros países», dijo el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, en representación de su Gobierno. «Ni hemos interferido en asuntos de otros países ni lo haremos. Nos negamos a aceptar acusaciones injustificadas contra China».

Sanciones a Irán

Menos sorprendente, pero más agresivo, fue el ataque de Trump a Irán, al que dedicó buena parte de su discurso. «En noviembre, nuestra reimposición de sanciones estará totalmente aplicada. Después, impondremos más sanciones, que serán más fuertes que nunca», amenazó el presidente de EE.UU. El pasado mayo, Trump anunció la salida de EE.UU. del pacto nuclear que en 2015 firmó la Administración de Barack Obama con otras potencias nucleares: Francia, Reino Unido, China, Rusia y Alemania. Las sanciones de noviembre a las que se refirió ayer afectarán a aquellos países y compañías que compren petróleo iraní u operen con el Banco Central de Irán.

«El régimen iraní es el principal patrocinador mundial del terrorismo y alimenta conflictos en su región y más allá», denunció Trump, que criticó que el «horrible» acuerdo de 2015 permitió a Teherán recuperarse cuando estaba en «grandes problemas».

Ayer quedó claro que el asunto aísla a EE.UU. de sus socios tradicionales. En la misma sesión del Consejo de Seguridad, el presidente de Francia, Emanuel Macron, defendió que el acuerdo, a pesar de ser «imperfecto», supone un “paso decisivo” y criticó la política de Trump: «Deberíamos construir juntos una estrategia de largo plazo, que no puede centrarse solo en sanciones y contención», aseguró.

Una posición similar defendió su homóloga británica, Theresa May, que defendió el acuerdo como «la mejor forma» para que Irán no desarrolle armas nucleares.

«Ha quedado claro que EE.UU. está solo», celebró el presidente de Irán, Hasán Rohaní, también de visita en Nueva York, que aseguró que Washington tendrá que volver al pacto «algún día».

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