MATANZA DE ESTUDIANTES EN MÉXICO EN EL 68

«Tlatelolco era una trampa»

Mañana se cumplen 50 años de la matanza en la plaza de las Tres Culturas de México, con la que el Gobierno mexicano acalló las protestas estudiantiles del 68

Un joven es detenido durante un mitin celebrado el 2 de octubre de 1968 en la plaza de Tlatelolco
Susana Gaviña

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«Tlatelolco era una trampa. Como una bestia enorme y con ojos desorbitados, el Gobierno daba zarpazos, y en su festín macabro hería la noche y asesinaba a sus hijos». Así recuerda Cutberto Hernández la matanza que tuvo lugar el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas , conocida también como de Tlatelolco. Era el golpe definitivo del Ejecutivo priista, presidido por Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), contra el movimiento estudiantil que, influido por la revolución cubana, la liberación de Argelia del poder colonial, el mayo del 68 francés, las protestas en EE.UU. contra la guerra de Vietnam..., reclamaba la democratización del país y mejoras sociales (ese año se contabilizaban 7,7 millones de analfabetos en un país de 46 millones de habitantes, y la pobreza extrema afectaba al 16% de la población).

Las movilizaciones amenazaban con ensombrecer la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos (el 12 de octubre ), que irónicamente el gobierno bautizó como las «Olimpiadas de la paz», y que iban a convertir a México en foco internacional. El presidente Díaz Ordaz ya había anunciado que no dudaría en «disponer de la totalidad de la fuerza armada permanente... No quisieramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario, hasta donde estemos obligados a llegar, llegaremos...». México fue el único país que pagó con decenas o cientos de muertos -la cifra no se conoce- los sueños de una joven generación que ese mismo año, 1968, se había levantando en otros países.

Portada del libro

Mañana se cumple medio siglos de una fecha que muchos en México no pueden ni quieren olvidar, y que supuso un antes y un después en su historia. Más de un centenar de actos y varias publicaciones recuerdan esta matanza. Entre ellos, el libro «La noche interminable» (Siglo XXI Editores) que que no pretende ser un alegato político ni academicista que reúne los testimonios de una familia que vivía a «tres cuadras de la plaza».

«Es un retrato intimista de gente de a pie que participó. No es la visión de los líderes del movimiento ni del gobierno. De eso ya se ha escrito mucho», explica a ABC, Greco Hernández , que ha recopilado los recuerdos de siete de sus hermanos, con edades comprendidas entonces entre los 20 y los 6 años. El más relevantes es del mayor, Cutberto. Estudiante en la Escuela Superiorde Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del Politécnico participó «en carne, hueso, alma y espíritu en el movimiento estudiantil que la tarde-noche del 2 de octubre tuvo la que quizá es la fecha más desgarradora, brutal y triste de la historia del México moderno. Yo asistí al mitin de Tlatelolco y sobreviví a la masacre perpetrada por el Gobierno», señala en el libro, un testimonio que ha tardado cinco décadas en aflorar. «Mi hermano nunca quisó hablar de aquello, como mucha gente. Fue una masacre y fue muy doloroso. Una experiencia traumática», explica Greco.

«Búsqueda frenética» de Cutberto

A lo largo de los años, Greco, que aquel día tenía solo dos años, consiguió que su madre, Consuelo, le fuera contando retazos de aquellos días de sangre y plomo. Hoy, perdida la memoria, han sido los hijos los que han reconstruido sus recuerdos, deteniéndose en el momento más «doloroso»: los diez días «de búsqueda frenética» de Cutberto, desaparecido junto a cientos de estudiantes. Lo hizo acompañada de su marido, Manuel, y su hermano, Guillermo, que, vinculado a la Marina, tenía acceso a cárceles y hospitales. En esa búsqueda vio como en el Campo Militar número 1 habían construido un horno para hacer desaparecer a los detenidos del mitin. «Al entrar veo cómo a un chavo muerto ahí lo estaban quemando. El chavo se para y se queja porque en realidad sólo estaba malherido, pero aún así lo metieron vivo, lo quemaron vivo», recoge uno de los hermanos de Cutberto en el libro.

Cartón publicado por la publicación satírica "El nieto del Ahuizote", editada por los estudiantes, en la que colaboraba Cutberto Hernández como dibujante SIGLO XXI EDITORES

A día de hoy se desconoce el número exacto de muertos, entre los que no solo había estudiantes, también ancianos, mujeres embarazadas.., según comentó a su familia Consuelo, tras volver de buscar en las morgues a su hijo. «Nadie sabe, pero todo el mundo dice que murió mucha gente, entre 600 y 700 personas», señala Greco. El Gobierno de Díaz Ordaz situó la cifra en 26 , que la Comisión de la Verdad, creada en 1993, subió a 70. Documentos desclasificados de la embajada de EE.UU. en México hablan de entre 150 y 200 personas, y exmilitanes del Consejo Nacional de Huelga, que tomaron parte en las movilizaciones, lo situán en 325 muertos.

Peor cincuenta años después

La gran pregunta, medio siglo después, es si aquellas movilizaciones y la matanza cambiaron algo en México. «Algunas cosas para bien, y otras para mal. Hay mucha corrupción, degradación y violencia. Hoy por hoy es un país que está en un baño de sangre por el narcotráfico, derivado de la corrupción de los políticos. Pienso que estamos peor, aunque en otros aspectos no: hay una democracia consolidada. Antes no había partidos políticos. Solo había uno: el PRI. No había libertad de expresión. La Policía te agarraba por todo. No podías dejarte el pelo largo porque te llevaban a la cárcel», explica Greco.

«Ha emergido una democracia que está mejorando». Lo demuestra la elección de López Obrador . «Ha sido un giro importante porque no se han robado las elecciones. Se respeta la decisión del pueblo. Y yo creo que esto es algo derivado del 68, y de otras protestas como la del 71. Este es el triunfo del pueblo».

Este 50 aniversario coincide con otra movilización estudiantil, la que tiene lugar en Nicaragua desde el pasado mes de abril y que se salda ya con 326 muertos y cientos de detenidos, como consecuencia de la represión del gobierno sandinista de Daniel Ortega . «Sí, se parece mucho. Hay pobreza, corrupción y un monopolio del poder». Greco reconoce que tanto la revolución sandinista –a la que se afilió Cutberto durante unos años– como la cubana, que en aquel entonces «representaba el resplandor de un nuevo amanecer», se «desvirtuó». «Ortega se ha vuelto un dictador. Y en Cuba ha sucedido lo mismo. La gente pensaba que era un paraíso, cuando estaba tomado por los Castro y era otro país opresor. La gente pensaba que el socialismo era el camino a seguir, y a nosotros nos pasó lo mismo».

La gran diferencia es que «al menos, en aquella época , los jóvenes tenían sueños. Hoy se han dado cuenta de que no se trata de quién está a la izquierda o la derecha, sino de quién está arriba y quién está abajo económicamente. Los sandinistas y los Castro decían que eran de izquierdas, pero la realidad es que estaban abajo y ahora están arriba. Con los años se han vuelto represores como sucedió con la Unión Soviética. Es el poder del partido único que reprime a los de abajo. El problema es el ser humano, no el color ideológico», concluye.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación