Gabriela Zapata, expareja de Evo Morales
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Los supuestos a favores a su expareja cuestionan la reelección de Evo Morales

Los bolivianos votarán en un referéndum el 21 de febrero si el presidente puede optar a un tercer mandato, pero un escándalo de tráfico de influencias que lo salpica erosiona su popularidad

Corresponsal en La Paz Actualizado: Guardar
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Hasta el pasado 3 de febrero, el presidente Evo Morales se encaminaba hacia una novena victoria electoral. Al menos así lo anticipaban las encuestas sobre el referéndum de reforma constitucional, que este domingo decidirá si Bolivia abre el paso o no a un tercer mandato consecutivo del jefe de Estado.

Las primeras encuestas anticiparon una cómoda victoria del «sí» y las últimas un resultado ajustado (41%-40%, según Ipsos, y 44,4%-41% según Equipos Mori). Aunque siempre favorables al oficialismo, que ha puesto todo su aparato en funcionamiento para lograr la reforma que permitiría a Morales aspirar de nuevo a la presidencia, esta vez en las elecciones generales de 2019.

El «sí» cayó al 35% de la intención de voto. El «no» logra el 38% en un último sondeo

Pero las proyecciones del voto cambiaron hace dos semanas, cuando estalló un escándalo que involucra a una expareja del presidente boliviano, con quien tuvo un hijo ya fallecido. La expareja fue acusada de tráfico de influencias por su relación laboral con una empresa china que firmó siete jugosos contratos con el Estado boliviano, seis de ellos otorgados por adjudicación directa.

El 3 de febrero los bolivianos supieron de la existencia de Gabriela Zapata Montaño, de 28 años, y sus funciones en la empresa que hace negocios con el Gobierno, la China National Constructional & Agricultural Machinery Import and Export Corporation (CAMC), investigada en Perú por pago de sobornos durante la administración de Alberto Fujimori.

La firma en la que Zapata es gerente comercial, entre 2009 y 2013 firmó siete contratos con el Estado por valor de 573.601.513 dólares. Entre ellos figuran la compra de perforadoras para la petrolera estatal, la construcción de una planta azucarera, de una planta industrial de sales de potasio y la construcción de una carretera.

En las redes sociales

Desde que fue revelada esta relación, las redes sociales se llenaron de burlas, denuncias y mucha información relacionada con este caso. Así se conoció que Zapata vive en una lujosa residencia situada en un barrio rico de La Paz, que conduce un Mercedes Benz último modelo, con el que en dos años cometió catorce infracciones que aún no pagó y que tiene una hermana exdiputada de la oposición, Paola, quien prefirió que fuera Gabriela quien aclarase que pasó con su hijo.

En las redes sociales corre la versión de que el menor, de unos ocho años, fue inscrito en un colegio de La Paz, también exclusivo, donde la educación se imparte en inglés. Hasta la fecha no se ha hecho público el certificado defunción del menor y tampoco se supo si en algún momento hubo un velatorio del hijo del presidente.

Morales confirmó la relación e informó sobre el hijo fallecido cuatro días después de estallar el escándalo. Entonces explicó que no sabía nada de Zapata desde 2007. Sin embargo, horas después se publicaron fotografías de ambos en la famosa entrada del carnaval de Oruro en 2015.

«Cara conocida»

En su intento de aclarar las cosas, el presidente explicó que no la había reconocido y que después le pareció una «cara conocida», frase que se ha convertido en uno de los principales eslóganes de campaña de quienes promueven el «no» en el referéndum del domingo.

El culebrón tiene para largo y lo cierto es que ha afectado al proyecto de prórroga de mandato del jefe de Estado. Una encuesta publicada este lunes por el periódico «Página Siete» concluye que el «sí» cayó al 35% de las intenciones de voto. El «no» logra el 38% y los indecisos suman el 27% de la muestra, tomada en 60 ciudades del país.

Morales reiteró este lunes que detrás de la campaña por el «no» se encuentra el Gobierno de Estados Unidos y señaló al encargado de Negocios, Peter Brennan, como uno de los principales responsables. «Tenemos documentos, nos falta tiempo para explicar, es una conspiración externa, es una conspiración», dijo, y lanzó una advertencia: «No lo vamos a perdonar».

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