Los socialistas de Portugal gobernarán con pactos puntuales

António Costa da por terminada oficialmente la «geringonça» con los comunistas y el Bloco de Esquerda, pues su holgada victoria en las elecciones lo deja cerca de la mayoría absoluta

El recién elegido primer ministro y secretario general del Partido Socialista, António Costa EFE
Francisco Chacón

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Portugal no sabe aún (sic) el escrutinio definitivo de las elecciones legislativas del pasado 6 de octubre , pues faltan cuatro escaños por adjudicar correspondientes al voto emigrante, pero la holgada victoria socialista hace que el primer ministro, António Costa , se permita dar por finalizada la fórmula gubernamental conocida como «geringonça» (artilugio).

Después de conseguir (de momento) 106 diputados, a solo 10 de la mayoría absoluta , se aceleraron los contactos con las diferentes fuerzas políticas y, ya en la madrugada del 10 al 11 de octubre, el Consejo Nacional tomó la decisión: no se repetirá oficialmente esa estrategia (que no coalición), según la cual se plasmaba en un escrito el acuerdo con los comunistas y el Bloco de Esquerda, vigente desde que tumbaron de manera conjunta al conservador Pedro Passos Coelho.

La mayor fluidez se da con el BE de Catarina Martins, pero los socialistas no quieren priorizar ni «jerarquizar» las relaciones con los demás partidos, es decir, consideran que no están obligados a soportar los vaivenes de una izquierda radical que no ha dudado en dejarlos tirados en más de una ocasión.

El PS habló igualmente con el PEV (los Verdes), el PAN (Partido Animalista) y con Livre, pero al final sale por la tangente y confía en las negociaciones esporádicas para sacar adelante su programa.

Esas formaciones le han dejado claro a Costa que están dispuestas a aprobar los próximos presupuestos, y él reconoce: «Todos los partidos manifestaron la voluntad de trabajar para que haya cuatro años más de estabilidad política, algo esencial para el desarrollo del país, para impulsar la confianza que genera crecimiento y para nuestra credibilidad externa».

Por eso, en los círculos políticos de Lisboa se interpreta que «no quiere una «geringonça», quiere varias» y se le recuerdan al primer ministro sus palabras en la noche electoral: «Más «geringonça», eso es lo que votaron los portugueses».

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