Sarkozy al término de su declaración a la prensa tras las elecciones regionales del domingo
Sarkozy al término de su declaración a la prensa tras las elecciones regionales del domingo - AFP

Sarkozy gira al centro político para no perder sus opciones en la carrera al Elíseo

El tirón de Le Pen y la desunión de la derecha francesa podrían apear al expresidente, que fue el más votado el domingo

PARÍS Actualizado: Guardar
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Nicolas Sarkozy y su partido, Los Republicanos (LR), temen ser víctimas de la «pinza» de las izquierdas unidas de François Hollande y la extrema derecha del Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen. El domingo pasado, 8.082.582 electores votaron a las izquierdas, 7.263.567 votos para el socialismo (PS)y el resto para sus aliados ecologistas, comunistas y de extrema izquierda. Aritméticamente, el PS apenas tiene unos 400.000 votos más que el FN de Marine Le Pen, en toda Francia.

Con ese capital electoral, el PS pudo conquistar 5 de las 13 regiones de Francia, por dos razones. Muchos electores de centro y derecha dieron su voto a los candidatos socialistas, con el fin de derrotar a los candidatos del FN; y, finalmente, la unión electoral de las izquierdas favoreció a los candidatos del partido del presidente Hollande.

Por su parte, 10.127.196 electores votaron el domingo a las listas de centro y derecha de Los Republicanos (LR), el partido de Nicolas Sarkozy, confirmado como el gran partido nacional francés, que superó a las listas de la izquierda unida en unos 400.000 electores.

Por su parte, 6.820.147 electores votaron el domingo a las listas del FN de Marine Le Pen, confirmada como segunda o tercera fuerza política nacional, con un poder extremadamente desestabilizante.

La totalidad del voto conservador (LR) o ultraconservador (FN) suma 16.947.343 electores. Una mayoría sociológica excepcional, que tiene efectos políticos perversos para la derecha tradicional que lidera Nicolas Sarkozy, que confirmó el domingo su hostilidad radical a cualquier entendimiento o negociación táctica con la extrema derecha.

Con la segunda y definitiva vuelta de las elecciones regionales quedó cerrado un ciclo electoral. En las próximas elecciones francesas, las presidenciales, dentro de dieciocho meses, «solo» podrá ganar un candidato. Pero en la primera vuelta podrán presentarse muchos candidatos. Pero solo dos podrán pasar a la segunda vuelta.

El voto de las elecciones regionales anuncia una realidad política muy peligrosa para Nicolas Sarkozy y para el centro derecha. Las regionales han demostrado que François Hollande puede contar con el voto unido del PS y sus aliados comunistas, ecologistas y de extrema izquierda. Aritméticamente, esas izquierdas han sido minoritarias en las elecciones regionales. Pero tienen una ventaja excepcional contra Sarkozy y la derecha: están electoralmente unidas.

16.947.343 electores votaron derecha o extrema derecha el domingo pasado. Se trata de una realidad social y cultural muy profunda: Francia es hoy un país políticamente conservador o ultra conservador. Sin embargo, ese conservadurismo profundo está dividido en varias familias políticas antagónicas. 10.127.196 electores votaron el domingo a las listas de centro y derecha de Los Republicanos (LR), el partido de Nicolas Sarkozy. Por su parte, 6.820.147 electores votaron el domingo a las listas del FN de Marine Le Pen.

A las pocos minutos de conocerse el resultado, Nicolas Sarkozy confirmó la dirección estratégica de su partido: «No negociaremos nunca ninguna alianza de ningún tipo con el FN. Combatiremos al mismo tiempo, contra la extrema derecha y contra el gobierno socialista».

Tres bloques para dos candidatos

El enfrentamiento a primera sangre política entre la familia Le Pen y todos los líderes de la derecha francesa, desde hace cuatro décadas (Giscard, Chirac, Sarkozy), es una constante invariable. Y fatal, en algunas ocasiones. François Mitterrand supo «jugar» la baza del FN contra la derecha en muchas ocasiones. François Hollande puede beneficiarse del mismo juego equívoco: criticar con el mismo vigor a la derecha y la extrema derecha, para terminar ganando gracias a la unión de las izquierdas y la división de las derechas.

Manuel Valls, primer ministro de Hollande, y Alain Juppé, ex primer ministro de Jacques Chirac, son partidarios de alguna forma de «flexibilidad» que pudiera permitir, algún día, negociar alternativas políticas al enfrentamiento frontal de los dos grandes bloques de izquierda contra derecha, y viceversa. Hollande, presidente, y Sarkozy, expresidente, siguen prefiriendo el duelo clásico y brutal, que solo favorece al bloque más unido.

Las elecciones regionales no solo han cambiado profundamente los gobiernos autonómicos franceses: han dejado al descubierto una Francia tripolar, dividida en tres grandes bloques, de peso más o menos equilibrado.

La izquierda unida «solo» ha conseguido poco más de 7 millones de electores. La derecha tradicional tiene hoy un capital de poco más de 10 millones de votos, cuando la extrema derecha pesa poco menos de 7 millones.

Ante la primera vuelta de las próximas elecciones presidenciales, dentro de dieciocho meses, Marine Le Pen se perfila, ya, como la gran rival que puede eliminar a Hollande o Sarkozy, pasando ella a la segunda vuelta. Jean Marine Le Pen ya eliminó al candidato socialista, Lionel Jospin, en las presidenciales del 2002. Marine Le Pen sueña con eliminar a Sarkozy en la primera vuelta de las próximas presidenciales. Y Hollande «cuenta» con ella para eliminar a su principal rival, hoy.

Sin duda, el paisaje político francés puede seguir cambiando durante los próximos dieciocho meses. Pero el resultado bruto y definitivo de las elecciones regionales plantea colosales problemas perversos para la derecha tradicional y Nicolas Sarkozy, condenado a combatir en dos frentes antagónicos que lideran Hollande y Marine Le Pen.

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