Rusia, Irán y Turquía deciden el futuro del bastión sirio de Al Qaeda

Una ofensiva del Ejército sirio y sus fuerzas aliadas provocaría un desplazamiento de hasta 800.000 personas

Afrín, cantón kurdo tomado por las fuerzas turcas EFE

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Idlib mira a Teherán, donde el presidente de la república islámica, Hasán Rohani , recibe a Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan para negociar el futuro de la última provincia que queda fuera del control del Gobierno de Damasco y que está en manos del brazo sirio de Al Qaeda. Rusos e iraníes, principales aliados militares y diplomáticos del presidente Bashar Al Assad ultiman los detalles para una ofensiva con la que buscan acabar con «el furúnculo terrorista» que allí se ha formado, según palabras del ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov .

Erdogan, sin embargo, confía en lograr «un resultado positivo» para «prevenir acciones desproporcionadas del régimen (sirio) contra los habitantes de esa región». La cumbre se celebra tras las advertencias de la ONU, que teme que una ofensiva del Ejército sirio y sus fuerzas aliadas desplace a hasta 800.000 personas .

Rusia, Irán y Turquía lideran el bautizado como «Proceso de Astana» que arrancó en diciembre de 2016 de forma paralela al proceso de paz apadrinado por Naciones Unidas en Ginebra y que ha resultado mucho más efectivo. Moscú y Teherán representan los intereses de Assad, mientras que Ankara defiende a los grupos armados con los que ha cooperado desde 2011 para intentar impulsar un cambio de régimen. A la espera de lo que pueda dar de sí la reunión sobre Idlib, cientos de civiles ya han huido en los últimos días de las aldeas de la zona sureste de esta provincia norteña, fronteriza con Turquía, que está bajo el control del brazo sirio de Al Qaeda. Los civiles intentan buscar refugio en el cantón kurdo de Afrín , ocupado por las fuerzas turcas desde comienzos de año, y en las zonas con presencia opositora de la provincia de Alepo.

Destino de milicianos

Idlib se ha convertido en el lugar al que miles de milicianos de grupos armados y sus familias han sido evacuados desde 2015 y la ONU calcula que en la provincia residen 2,9 millones de personas . Cada vez que había una ofensiva del Ejército, las operaciones acababan con una negociación en la que el Gobierno ofrecía a los hombres armados la posibilidad de viajar a Idlib. «Una operación militar no solo pondría en peligro a los civiles en esta zona densamente poblada sino que causaría hasta 800.000 desplazados», explicó a la agencia Europa Press la portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) en Siria, Linda Tom .

Ante los llamamientos del organismo internacional para detener la ofensiva, Maria Zajarova , portavoz del ministerio ruso de Exteriores, declaró que «hemos matado, estamos matando y seguiremos matando a terroristas (...) en Alepo, Idlib u otras partes de Siria. Este país debe recuperar la paz». Una determinación que choca con los intereses de Estados Unidos cuyo presidente, Donald Trump , advirtió que «el mundo está mirando y Estados Unidos está mirando». Desde Washington han alertado incluso del riego de que se produzca un ataque químico y ya han adelantado que responderán de forma contundente.

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