Rousseff logra una tregua tras verse al borde de la destitución

La Corte Suprema le entregó hace unos días el mejor regalo de Navidad al anular el proceso de juicio político

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Con el fin del año en marcha, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff vive la tregua que no tuvo a lo largo de un tormentoso 2015. La Corte Suprema le entregó hace unos días el mejor regalo de Navidad, al anular el proceso de juicio político que avanzaba rápidamente en el legislativo desde el 2 de diciembre. Ya los parlamentarios, que le impusieron duras derrotas y la emparedaron con amenazasde destitución desde los primeros días de su segundo mandato, salieron este miércoles de vacaciones para volver al trabajo sólo después del Carnaval, en febrero.

La decisión de la Corte Suprema de rechazar el plan propuesto por el presidente de Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, le dio aliento a la mandataria, que además de la crisis política, enfrenta una severa crisis económica, la peor en dos décadas.

Por mayoría, los jueces de la Corte decidieron, entre otros puntos, que el juicio político sólo será posible con la decisión del Senado, y no apenas de la Cámara Baja, como establecía Cunha. El mensaje sutil de la Corte Suprema es que un juicio político no será tan simple como se imaginaba la oposición.

Rousseff termina el año con un nuevo ministro de economía, Nelson Barbosa, uno de sus economistas de confianza, que dejó el cargo de Planificación para asumir el puesto de Joaquim Levy, el ministro que comenzó en enero alzado por los brazos del mercado, con la dura misión de poner la economía en orden y el apodo de «manos de tijera». Pero presionado por la izquierda, que no quería cortes especialmente en el área social, y por el Congreso, que no le dejaba dar un paso, al verlo como instrumento de Rousseff, Levy renunció la semana pasada, después de la segunda rebaja en la nota clasificación de riesgo de Brasil.

Por esas y otras cosas, la mandataria comenzará enero como si fuera un tercer Gobierno, casi una nueva oportunidad para empezar a hacer lo que no pudo en 2015, con las presiones por su destitución, cacerolazos y cuatro jornadas de protestas, que comenzaron en marzo y terminaron en diciembre, ya desinfladas.

Año Nuevo para Rousseff

Con un nuevo ministro de economía y con la garantía de que su proceso de destitución no será tan fácil, Rousseff tendrá apenas una fiesta garantizada en 2016, la de las Olimpiadas de verano en Río de Janeiro, un gran evento que Brasil se ganó cuando todo parecía favorecerlo. El resto del tiempo será de ajuste económico, más cortes de gastos y medidas impopulares, ya adelantadas por Barbosa, para tratar de poner las cuentas nuevamente en orden. Todo lleva a creer que Rousseff tendrá problemas para mejorar su popularidad que no llega a dos dígitos.

Algo que puede cambiar en 2016 es su tensa relación con el aliado Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), grupo del vicepresidente, Michel Temer, y que preside la Cámara de Diputados, con Cunha, y el Senado, con Renan Calheiros. Los líderes del partido que ha sido principal aliado en todos los Gobiernos desde 1990, le mostraron los dientes a la presidenta, cuando vieron la posibilidad de que caiga sin terminar el Gobierno. El más desgastado con esa estrategia ha sido Temer, que en diciembre dejó claro que estaba listo para asumir la presidencia, y ahora debe seguir al lado de Rousseff, sin la misma energía.

Ya Cunha se declaró enemigo de Rousseff en febrero, cuando conquistó la presidencia del Congreso sin el apoyo de la mandataria, que quería un nombre de su Partido de los Trabajadores (PT). Las relaciones siguieron muy tensas hasta agosto, cuando salieron a la luz las denuncias de corrupción contra Cunha, que habría recibido millones en sobornos y desvíos del escándalo de Petrobras, y tendría cuentas no declaradas en Suiza. La furia de Cunha se volvió la promesa de un juicio político, que trató de imponer a toda costa hasta el pasado 2 de diciembre, cuando obtuvo el apoyo que le faltaba, y las denuncias en su contra lo tenían con la soga al cuello.

La situación de Cunha se ha deteriorado bastante desde ese día. El congresista ha perdido apoyo de casi todos los partidos, que no quieren ni sacarse fotos a su lado. La policía estuvo investigando en sus residencias en Brasilia y Río de Janeiro, y llegó incluso a confiscarle un teléfono móvil. El presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, se reunió con Cunha este miércoles, y convocó a la prensa para evitar insinuaciones sobre el encuentro, una acción rara entre los jueces. El parlamentario salió del encuentro con la promesa de que retomará el juicio contra Rousseff en febrero, cuando vuelva de las vacaciones. Pero con la serie de detenciones que Brasil ha visto este año, que incluye magnates y políticos importantes, es difícil prever si el parlamentario se mantendrá al menos en el cargo y libre hasta esa fecha.

En ese escenario, con un voto de la Corte Suprema, el desgaste de Cunha, su principal enemigo, y con un ministro nuevo en la economía, Rousseff comenzará 2016 con oxígeno suficiente para recuperarse por el resto de su mandato, si es que sabe aprovecharlo.

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